Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

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sábado, 31 de octubre de 2009

Alucinación y percepcion


Una forma habitual y problemática de definir la alucinación es la de "falsa percepción" o "percepción sin objeto".

En condiciones "normales", se sostiene, lo que percibimos está vinculado a lo que realmente existe, fuera y dentro del organismo.

La alucinación, se sobrentiende, es la consecuencia de estados mentales alterados, por efecto de tóxicos, enfermedad mental, falta de sueño o deprivación sensorial.

Para los neurofisiólogos, la alucinación es un componente inevitable de la construcción de percepciones. De otro modo, no entenderíamos el significado de la realidad. Sólo percibiríamos ruidos, luces y sombras, agrupadas de forma confusa.

El proceso alucinatorio perceptivo puede añadir o sustraer contenidos a lo aportado por los sentidos. El cerebro retoca poniendo y quitando.

Un infarto de miocardio genera señal nociceptiva que el cerebro puede despreciar (alucinación de carga negativa) y bloquear así la percepción de dolor.

- Tiene usted un infarto. ¿No le duele?

- Pues no. ¿Cómo puede ser que no me duela?

- Su cerebro desprecia las señales de peligro de su corazón y, por razones que ignoramos, ha decidido ocultarle la información. Es una alucinación inversa: ausencia de percepción, con objeto (necrosis). Sucede a veces. Es más frecuente lo contrario: percepción de dolor sin objeto (necrosis). Sería la alucinación "clásica".

- ¿Quiere decir que mi analgesia es psicológica, que me niego a reconocer el infarto, que lo oculto o... sugiere que no ando en mis cabales...?

- En absoluto. Simplemente, que el cerebro tiene razones que no siempre captamos.

- ¿No va a darme nada para tener dolor? ¿No es peligroso estar así, desprotegido...?

- Afortunadamente hemos identificado el infarto a pesar de la alucinación inversa cerebral. No se preocupe. Es como si le hubiéramos conectado a un cerebro artificial. El electrocardiograma nos informa de lo que su cerebro le oculta.

Las percepciones no pueden clasificarse en falsas y verdaderas. Todas son verdaderas. El dolor sin necrosis, y la ausencia de dolor con necrosis son estados perceptivos (el silencio es una percepción) verdaderos que expresan una evaluación cerebral. A partir del momento de su irrupción en la conciencia se produce la atribución de significado.

El significado, la atribución, la interpretación de lo percibido (incluido el silencio) puede ser verdadero (se ajusta a la realidad) o falso (es una construcción imaginativa, probabilística errónea, del cerebro).

En el dolor sin necrosis la interpretación de "esto no es normal, algo tengo que tener..." es errónea.

En la necrosis sin dolor, la interpretación de "me encuentro como nunca, no siento ningún dolor..." es también errónea.

En el dolor sin necrosis, el encendido del programa de alerta nociceptiva frente a necrosis potencial, permite, a través de la alucinación de daño, captar la atención del paciente sobre un supuesto estado, que no se corresponde con la realidad. El individuo debería saber que se trata de una falsa alarma y disolver la percepción alucinatoria de daño con una inyección confiada de: " ya está mi cerebro con las alucinaciones..."

El vértigo es una alucinación de movimiento del entorno aunque este no se mueva. La percepción de movimiento es verdadera, el mundo se percibe como algo giratorio pero el mundo no se mueve. Nadie debiera incomodarse por hacer esa precisión.

Existe la percepción de movimiento y la de amenaza de necrosis. El movimiento y la necrosis activan señales en sensores de movimiento y necrosis. Estas señales permiten que tengamos noticia de que nosotros y/o el mundo se mueve y que a veces nos hemos dado un coscorrón o padecemos una sinusitis aguda.

El cerebro no es infalible y su furor anticipativo hace que, en ocasiones, nos confunda con sus previsiones alarmistas, moviendo el mundo y encendiendo el dolor aunque esté todo quieto e indemme.

No hay percepciones falsas sino falsas interpretaciones de lo percibido...

16 comentarios:

villovi dijo...

Impresionante entrada. Me ha encantado la matización:

"Todas las percepciones son verdaderas. El significado, la atribución, la interpretación de lo percibido puede ser verdadero o falso".
"Nadie debiera incomodarse por hacer esa precisión".
"El cerebro no es infalible y su furor anticipativo hace que, en ocasiones, nos confunda con sus previsiones alarmistas, moviendo el mundo y encendiendo el dolor aunque esté todo quieto e indemme."

Enhorabuena Arturo y gracias.

Arturo Goicoechea dijo...

Villovi. gracias a ti. Es un placer tenerte de visitante y comentarista.

todopsicologia dijo...

Totalmente de acuerdo. Los significados, las atribuciones, el lenguaje. Eso nos lleva a tomar unas decisiones u otras.
Me ha encantado. Saludos.

Arturo Goicoechea dijo...

Gracias Jesús. Empieza a aburrir tanto acuerdo...

Victoria Mena dijo...

Buenísima la entrada doctor.

Me he reído a carcajadas con el diálogo. Muchas gracias.

todopsicologia dijo...

Oujj. Disfrutemos un poquito también de los acuerdos, por Belcebú, que acabo rendido....
Por cierto, también he visto el video Victoria, muy bueno, y también gracias.
Saludos

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

El viento agitaba una bandera en el templo. Dos sesudos monjes discutían acerca de este hecho.

-Es la bandera la que se mueve, decía uno.

-En absoluto, replicó el otro. Es el viento el que la mueve.

Una humilde mujer se acercó a los sabios monjes y dijo:

-Lo que se mueve no es el viento ni la bandera.
Lo que se mueve es la mente"

(...)

¿Eppur si muove?

Arturo Goicoechea dijo...

Si hace viento y hay una bandera (al viento) probablemente se mueva. Si el viento y la bandera están en una pantalla de cine probablemente estén quietas...

Sólo probabilidades...

Anónimo dijo...

Estimado Dr. Arturo, muy agradecido por estas entradas que nos hacen reflexionar...

Tendría algunas preguntas para usted o para quien quiera responder...

1-A la luz de lo que dice, ¿la percepción es (un tipo) de alucinación?

2-Desde el punto de vista de neurofisiología, ¿Cómo definiría percepción? ¿Y alucinación?

En la historia de los monjes, todos tienen una percepción diferente de un hecho. Usted argumenta que no hay percepciones falsas, sólo interpretaciones de una evaluación cerebral que pueden ser erróneas o certeras.

3- Más allá de la percepción, ¿cuál es la interpretación correcta? ¿Quién se mueve, el viento, la bandera o la mente? ¿existe un mundo real más allá de nuestro cerebro o nuestra mente es la que configura el mundo real?

Es un dilema que siempre me ha parecido fascinante desde que descubrí este cuentecillo y que jamás he podido resolver de manera satisfactoria... igual usted podría darme una nueva luz sobre este punto.

Muchas gracias!

Arturo Goicoechea dijo...

Oceano: los datos facilitados por los sentidos son siempre limitados y están incluidos en ruido de fondo. La red neuronal debe completar esta información sensorial sobre el momento presente con conocimiento archivado sobre el escenario. Por ejemplo el lenguaje oral no es posible comprenderlo sin ese relleno especulativo cerebral, en función de contextos. El cerebro siempre va por delante, anticipando y corrigiendo...

Siempre hay, por tanto, contenidos perceptivos construidos sin estímulos sensoriales. Esto sería una alucinación. Es como si tuviéramos un texto al que faltan palabras y debemos especular con las más probables para encontrar el sentido correcto.

El texto imaginado, alucinado, debe respetar esos segmentos aportados por los sentidos. Ello hace que lo imaginado sea coherente con la realidad.

Cuando el cerebro está imaginando anticipadamente sucesos futuros, por ejemplo, de daño necrótico, lo imaginado habitualmente no tiene suficiente convicción para pasar a la conciencia convertido en percepción pero si el cálculo de probabilidades de lo teóricamente posible supera un umbral, el programa perceptivo alcanza suficiente intensidad para traspasar el umbral de consciencia y emerge. Como se trata de una hipótesis de futuro, no tiene un correlato coherente con lo que sucede, es decir, nada y, por tanto debiera disolverse, pero las creencias y expectativas hacen resonar la hipótesis alarmista y se produce una espiral de retroalimentación positiva que puede alcanzar un nivel de gran intensidad.

La percepción es el producto final del procesamiento de las minicolumnas corticales, cada una sobre un rasgo (color, movimiento, dirección, bordes...). Este resultado puede ser erróneo o acertado pero el cerebro no puede evitar construir probabilidades y cuando se equivoca estamos ante ilusiones o alucinaciones. Todas son percepciones, distintos tipos de ella.

Pensaba que con las dos entradas sobre el tema habría quedado claro pero veo que no es así...

Arturo Goicoechea dijo...

Oceano. respecto a lo de los monjes no tengo respuestas a sus preguntas. Ni siquiera tengo las preguntas que usted se hace.

Anónimo dijo...

Estimado Dr. Arturo, muy agradecido por su tiempo y explicación.

Me llama la atención la idea de quitar ese contenido peyorativo que se suele tener de las alucinaciones.

Nunca había considerado que las alucinaciones sean parte natural o incluso fisiológica del proceso perceptivo, pero eso explica el por qué de las distintas interpretaciones en condiciones normales independientemente de los sentidos. Me ha gustado el ejemplo del texto imaginado.

Una última pregunta, si no es molestia.
En sus entradas, habla usted mucho de un tipo de alucinación relacionada con el dolor, la alucinación de daño necrótico. Sabemos por los pacientes, la fuerza de esta alucinación instaurada en la relación lineal que establecen entre necrosis-dolor.

Muy bien. Eso es estupendo. Ahora bien, mi pregunta es: ¿por qué esta creencia del daño necrótico es tan fuerte? ¿por qué precisamente esta alucinación y no otra tiene este poder?

Lo he pensado muchas veces, y lo único que puedo encontrar es que quizá haya una relación con el miedo primario a la muerte.

Desde este punto de vista, la alucinación de daño necrótico no sería más que una manifestación del miedo a la muerte, pulsión primaria que hace saltar todas las alarmas y que está en la génesis, visibles o ocultos, de muchos miedos y limitaciones de los seres humanos.

¿El miedo a la muerte podría ser lo que en última instancia, en tanto que alucinación, podría poner en marcha el programa del dolor? ¿el dolor es una defensa ante una amenaza de muerte real o imaginaria?

Me gustaría conocer sus impresiones sobre este punto.

Muy amable y gracias por su tiempo!!

Arturo Goicoechea dijo...

Océano: efectivamente el sistema nociceptivo aparece con la evolución de la mano de los episodios de muerte celular violenta (necrosis). La necrosis no sólo acaba con las células fallecidas sino que produce salida al exterior de la química altamente tóxica celular, provocando necrosis a su alrededor en una reacción en cadena que resultaría letal ante la mínima incidencia. El organismo debe conseguir la implicación del individuo frente a esa amenaza letal y para ello nada mejor que una percepción con el poder de convicción del dolor.

Homo sapiens (ma non troppo) es el máximo evolutivo en hacerse con señales de peligro a distancia de los sucesos necróticos. Eso está bien para sobrevivir pero el mercado de las supuestas señales se ha disparado y ya no nos queda ningún estado que no esté valorado por alguien como potencialmente amenazante. Nuestro natural confiado en la información experta hace el resto. El individuo no imagina necrosis cada vez que duele. Le echa la culpa al viento o a los cacahuetes pero, implícitamente, el organismo piensa en necrosis y lo confirma ante la emergencia del programa dolor: la pescadilla que se muerde la cola...

Anónimo dijo...

Muy amable Dr. Arturo por su explicación.

Entiendo pues que el cerebro está constantemente atemorizado y en alerta real o imaginaria por la necrosis, expresión del miedo primario a la muerte.

Esto provoca la activación del programa del dolor.

Muchas gracias y un abrazo!

Arturo Goicoechea dijo...

Oceano: efectivamente, tanto la red neuronal nociceptiva como el sistema inmune están siempre evaluando peligro de necros (consumada, inminente o imaginada. Son sistemas vigilantes.

El problema surge cuando hay un modo evaluativo de alerta extrema sin que se den circuntancias que lo justifiquen.

Saludos