Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

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miércoles, 16 de diciembre de 2009

Me tomo un respiro navideño...






Tengo la sensación de que llevo algún tiempo repitiéndome con las entradas y no hay mejor cosa para evitarlo que echar la persiana para ver si aparecen nuevas ideas o modos de expresar las antiguas.


Así que hasta después de fiestas me tomo un respiro. El que tenga mono (hay gente p'a tóo) puede pasearse por las ya 259 entradas del blog... (¡qué pesado!)


En Febrero está el importantísimo Congreso fundacional de la SEFID, Sociedad Española de Fisioterapia y Dolor. Es mi intención dedicar el mes de Enero al tema del dolor y movimiento para promover puntos de encuentro entre fisios y neuros (y neuras).


Que sobreviváis física y psicológicamente a la Navidad, aunque sé que no es tarea fácil.



martes, 15 de diciembre de 2009

Al final, tuve que tomar...





-Intenté hacer lo que usted dice. Me dije y le dije a mi cerebro: "tranquilo, no pasa nada..." pero cada vez el dolor era más fuerte y al final tuve que tomar el calmante.


Cuando el cerebro ha encendido el programa del dolor se inicia un tira y afloja con el individuo.


Toda percepción es una decisión cerebral que contiene un propósito. El objetivo cerebral del dolor es proteger una zona evaluada como amenazada. Para ello necesita que el individuo deje de lado sus propósitos inmediatos y se conduzca de acuerdo a lo que el cerebro, en cada caso, considere como conveniente.


En el caso de la migraña la conducta que el cerebro exige habitualmente es la de retirarse a un lugar silencioso y oscuro, desconectar, no probar bocado o incluso eliminar lo ya comido... y tomarse "el calmante".


El individuo tiene otros planes más interesantes pero teme el dolor, la intolerancia sensorial y las náuseas y su objetivo es controlar la crisis lo antes posible.


"Voy a ver qué pasa. Voy a probar... : "cerebro, no pasa nada ahí dentro, no me voy a tomar el calmante... déjame en paz... cerebro no pasa nada ahí dentro, no me voy a tomar el calmante... cerebro, no..."


El resultado del tira y afloja es variable.


- Al final, tuve que ...


La estructura del tira y afloja es la de la adicción.


- Intenté no encender un cigarro, tal como usted me dijo, que le dijera a mi cerebro que no hay ningún motivo para meter humo tóxico a los pulmones, que no tiene sentido que me lo exija aumentando las ganas de fumar pero al final tuve que fumar...


Hay dos modos de curar las ganas de fumar. La inmediata es encender un cigarro... tras otro. De ese modo nos libramos del agobio de no hacerlo. La definitiva es negándonos a la presión cerebral, utilizando argumentos de peso.


Una crisis de migraña contiene la estructura de la fobia, el miedo irracional del cerebro a que suceda algo terrible en la cabeza, y de la adicción, la presión hacia una conducta, un consumo exigido por el cerebro para neutralizar el miedo fóbico.


Dicen los neurólogos que hay que evitar desencadenantes, tomarse precozmente el calmante y retirarse al cuarto oscuro. Es lo contrario a lo recomendable para una conducta fóbico-adictiva.


Dicen los neurólogos, cuando la migraña va mal, que se ha cronificado (transformado) y que ello es debido a que uno ha abusado de los calmantes. Por tanto, debe evitarlos. En esos casos crónicos sí consideran la estructura fóbico-adictiva y exigen al paciente lo que, en mi opinión, debiera haber sido recomendado desde el principio.


Para los pacientes los calmantes son "medicamentos" y no "drogas". Cuesta que acepten, a veces, la estructura de la adicción y de la exigencia irracional, fóbica, a protegerse de un supuesto peligro. Ven a la migraña como una enfermedad que da derecho a tener un tratamiento.


No sirve de nada "decir al cerebro..." si no se han construido previamente un mínimo de convicciones y se han derribado las contrarias...


- No tuvo que... lo hizo. Es comprensible, pero no deja de ser una decisión suya


- A usted le quisiera ver en mi pellejo... Fácil es decirlo...

lunes, 14 de diciembre de 2009

Cuesta creer...





Estos días he recibido algunos correos de pacientes con historias tremendas de dolor. En su comentario expresaban la dificultad para creer en la génesis cerebral de su infierno y, por ende, en la resolución a través de la pedagogía, de la comprensión de lo que está pasando.

"Cuesta creer que mi cerebro me haga esto..." "Cuesta creer que pueda Yo construirme este monstruo..."

Efectivamente, cuesta creerlo pero, realmente es así. Lo sabemos porque en las últimas décadas se han podido estudiar con nuevas tecnologías los procesos neuronales que dan lugar a la generación del dolor.

Cuando uno lo ve se disuelve la incredulidad y, a veces, el dolor.

El ejemplo del Sistema Inmune ayuda a entender. Las alergias y las enfermedades autoinmunes son la consecuencia de la decisión de activar la respuesta inflamatoria por una evaluación errónea de peligro, con la consiguiente tortura y riesgo para los pacientes. No sorprende que nuestro propio organismo nos pueda hacer eso y no lo hace porque conocemos, hemos oído hablar del proceso.

- Me paso la primavera estornudando sin parar. Tengo alergia. Mi Sistema Inmune me defiende del polen. Piensa que el aire está lleno de gérmenes. Están intentando hacerle ver con vacunas que el aire primaveral cargado de polen es inofensivo...

- A ver si tienes suerte...

Con el Sistema Inmune no valen las reflexiones ni la pedagogía. Yo soy polínico y de nada me sirve saber que resido en un organismo regido por un Sistema Inmune absurdamente empeñado en ver gérmenes donde sólo hay polen. Estornudo y lagrimeo hasta el aburrimiento.

Con el Sistema nervioso no valen las vacunas pero sí las reflexiones. El saber ocupa lugar y responsabilidad.

Los circuitos neuronales están armados por el aprendizaje y el aprendizaje está guiado por la cultura.

Una vez armadas las conexiones neuronales se disparan los programas cuando está decidido que así sea por más que la decisión sea absurda y mortificante para el individuo.

El problema no es cómo librarnos del dolor sino de las convicciones que lo mantienen activo.

Afortunadamente nadie sabe cómo manipular a su antojo su propia mente ni la ajena aunque hay un modo eficaz de hacerlo: controlando la escolarización, lo que se dice que es verdad. Alertando del peligro y ofreciendo soluciones.

Respecto de lo que no vemos somos como niños. Creemos lo que nos cuentan, en los Reyes Magos o en las propuestas alternativas de Santa Claus, Papá Noel o el Olentzero.

El interior del organismo es desconocido para el individuo, poblado de incertidumbre. Sobre lo que allí sucede se cuentan muchas historias, desde hace muchos milenios. El cerebro humano está seleccionado para ser un excelente creyente en las historias sobre lo que no ve. Eso no es ni bueno ni malo, simplemente humano, demasiado humano...

Antes no sabíamos mucho sobre dolor. Ahora sabemos bastantes cosas pero no sirve el conocimiento sencillamente porque no lo utilizamos ni publicitamos y, en su lugar, seguimos contando y creyendo todas las historias que nos cuentan, a los médicos en la Facultad y a los ciudadanos en las consultas, "saber vivir" y en el mercado.

Cuesta creer... a algunos lo del cerebro y a otros, después de quitarnos la venda, que siga costando creerlo...

domingo, 13 de diciembre de 2009

El dolor es una acción-decisión cerebral, consecuencia de un proceso evaluativo.





Damos por sentado, porque así nos han enseñado a hacerlo, que el dolor es la consecuencia obligada de que algo no va bien donde duele. Es labor del médico detectar el agente-estado anómalo y tratar de corregirlo.


- Por qué me duele?


- Porque tu cerebro así lo ha decidido. Es lo que valora como la acción más conveniente. Lo hace por el bien del organismo, por defender la zona sobre la que proyecta el dolor. Piensa que está amenazada.


Esta afirmación es siempre correcta y se corresponde con lo que sabemos actualmente sobre dolor desde la Biología.


Sin embargo suena extraña y difícilmente asumible.


- ¿Qué piensa, cree, imagina sobre su dolor. Cuál es su significado?


- No entiendo su pregunta...


- ¿Sí, por qué piensa usted que su cerebro le activa el programa dolor. Qué motivos tiene?


- Doctor, le entiendo menos todavía... Yo lo que quiero es que se me quite. Es mi único pensamiento.


El dolor es una acción decidida. Todo lo que percibimos es una decisión, un output o salida de la red neuronal, del circuito córticotalámico (perdón por el tecnicismo).


Las decisiones cerebrales no son caprichosas ni son debidas a cortocircuitos, chispazos eléctricos, fallos, deficiencias de serotonina, dopamina, endorfina o cualquier otra ...ina.


- ¿Por qué iba a querer mi cerebro hacerme sufrir de este modo? ¿Quiere decir que mi cerebro es un sádico?


- Su cerebro quiere proteger el organismo y lo hará sin contemplaciones si cree que existe la posibilidad-probabilidad de una amenaza. Lo que le hace considerar esa amenaza es, en ocasiones, una condición real nociva actuando en ese momento: un pincho, algo que quema, una infección, un ácido... y, en otras, simplemente, una hipótesis alarmista infundada.


- ¿El cerebro tiene, entonces, miedos absurdos?


- Existe esa posibilidad.


- ¿De dónde salen esos miedos. ¿Qué o quién los construye?


- Nacemos miedosos. A lo largo de la vida aprendemos a proyectar el miedo sobre lugares, momentos, agentes y estados. Tomamos nota de lo que nos sucede, de lo que vemos que sucede a otros y de lo que nos dicen que pudiera sucedernos los expertos que se dedican a conocer lo que debe ser temido.


- Yo sólo tengo miedo al dolor.


- Esa es la función del dolor. Hacer que usted se conduzca de acuerdo con lo que el cerebro quiere. Toda percepción tiene como objeto conseguir una conducta. El cerebro actúa proyectando el dolor para que usted deje de hacer lo que tenía pensado, se meta a un cuarto oscuro, se quede en la cama, se tome un calmante etc... Si no obedece, su cerebro apretará las tuercas...


- No lo veo lógico.


- No lo es. Activar un programa seleccionado por la evolución para situaciones excepcionales de emergencia como quemaduras, infecciones, desgarros es absurdo, irracional, desesperante.


- ¿Qué se puede hacer para modificar esa situación, darle la vuelta?


- Hacerle ver al cerebro que todo es un despropósito. Concienciarle del error.


- Eso es un lavado de cerebro.


- Llámelo como quiera. Ahora lo llaman reprogramación.


- ¿Bien pero qué tengo que hacer?


- Una de mis ex-pacientes recomendaba coger toda, absolutamente toda la información que usted encuentre en su cerebro sobre dolor, meterla en una bolsa de basura y sacarla a la calle.


- ¡Qué fácil es decirlo!


Desprendernos de lo que creemos no es, efectivamente, fácil pero es necesario.


- Cómo voy a tirar todo esto con lo que me costó adquirirlo... es como si me tirara YO a la basura...

sábado, 12 de diciembre de 2009

¡Pero qué haces ahí parado...! El fifli...




Homo sapiens (ma non troppo) es, entre otras cosas, un vehículo. Arranca, acelera, frena, se detiene, gira... Cada una de esas acciones precisa una programación específica, con una provisión adecuada de energía, la justa.


La sangre se distribuye por aparatos y sistemas en función de la actividad de cada momento. Al aparato digestivo para hacer la digestión, a la piel para el sonrojo o eliminar calorías, al cerebro para pensar... y a los músculos de las extremidades inferiores cuando tenemos que desplazarnos.


La transición de estar quieto a moverse exige un gasto considerable de energía para arrancar y vencer la inercia de nuestra masa estática.


Hay un programa, denominado "respuesta de lucha-huida", que se activa cada vez que decidimos movernos, cambiar de lugar. Si el motivo es porque hay fuego o un león que quiere comernos, el programa para mover el esqueleto se activa a todo gas, con el acelerador a fondo. El objetivo es derivar mucha sangre, bien oxigenada y con glucosa, a los músculos que nos desplazan.


La reacción de arrancar-huir-luchar produce aumento de presión arterial, taquicardia, hiperventilación, inyección de glucosa en sangre desde el hígado, cierre de la circulación de sangre por piel y aparato digestivo, sudoración (para neutralizar el previsible calentón por el esfuerzo) y, apertura de las arteriolas musculares de extremidades inferiores para que podamos arrancar con velocidad suficiente, variable...


- No me encuentro bien...


- Estás pálido...


- Voy a que me dé el air...


- !Llamar a una ambulancia¡


Homo sapiens (m.n.t.) es una especie desmayable. Iglesias, cafeterías y hospitales son testigos de esa vulnerable condición nuestra.


Los médicos dicen que sapiens (m.n.t.) se desploma porque sufre "bajadas de tensión". Así, sin más. Bueno, a veces, se le echa la culpa al calor, al ambiente "cargado", a haber bebido algo frío, a una emoción, a una "bajada de azúcar"... La mayoría de las ocasiones no se encuentra un motivo suficiente.


Al parecer el prototipo sapiens no ha conseguido a lo largo de sus varios millones de años de rigurosa selección entre leones y leonas un sistema de garantía de provisión de sangre en cerebro para salir pitando o, simplemente, arrancar.


En la facultad de Medicina ni se nombra la "respuesta" biológica básica del programa "lucha-huida". En inglés sería el FIght-FLIght. Yo le llamo: "FIFLI".


El vehículo y el conductor no siempre están coordinados. Hay momentos y lugares en los que el cerebro programa irse y enciende el FIFLI. Incomprensiblemente el individuo permanece quieto con toda la sangre en músculos, llena de glucosa y oxígeno para arrancar.


Hay un corazón para bombear sangre hacia el cerebro y tejidos y músculos en las extremidades inferiores para bombearla desde allí hasta el corazón. Si el FIFLI ha mandado sangre, mucha sangre, a la musculatura de las piernas y muslos y uno se queda parado se remansa más de un litro allí. La presión cae y sapiens también, un poco más tarde.


Suelo tomarme mi tiempo en la consulta para explicar el proceso del FIFLI, que explica por qué se produce la "bajada de tensión". Muchos sapiens lo entienden y eso les ayuda pero hace unos días un compañero me contó que había atendido a una paciente con desmayos reiterados, que traía un volante del "cabecera" donde se precisaba: "evitar Doctor Goicoechea".


Hay un extraño rechazo a las explicaciones biológicas cerebrales, a lo novedoso. Hay pacientes que interpretan la pedagogía neuronal como una tomadura de pelo y van ofendidos a "atención al paciente" a que les mande donde un médico normal, predecible en sus comentarios.


La falta de coordinación entre cerebro-individuo explica muchas cuestiones en el día a día de pacientes y profesionales. El desmayo es una de ellas. Un problema común e invalidante que se sigue despachando tranquilamente con la etiqueta "bajada de tensión".


Como sucede con las migrañas, a las que ya se ha buscado y fotografiado en colorines, un "generador de migrañas", algún día se describirá y fotografiará en colorines el "generador de bajadas de tensión".


La Biología, la selección natural, Darwin, la sabana, la animalidad que inevitablemente nos explica, la cultura, las restricciones sociales para movernos, irnos... el FIFLI... no es Medicina ni tiene pinta de que vaya a serlo en un futuro inmediato.


"Nada tiene sentido en Biología si no es a la luz de la evolución" sostuvo Theodosius Donzhansky hace ya unas cuantas décadas. Nada debiera de tener sentido en Medicina si no es a la luz de la Biología pero no es el caso.


- ¿Evolución, Biología, FIFLI...? ¡Quiero que me vea un médico!

viernes, 11 de diciembre de 2009

La "ex"







Reconozco a una "ex" por la expresión radiante de su rostro, según entra en la consulta. La cara es el espejo de muchas cosas.


- ¿Cómo te va?


- Soy feliz. Se acabó el sufrimiento. Ese imbécil ya no se ríe más de mí.


M. es una de tantas migrañosas sometidas al maltrato irracional de un estúpido cerebro empeñado en proteger la cabeza de no se sabe bien qué malos presagios.


El cerebro-pareja de M. aprovechaba los fines de semana para descargar su furia protectora. De lunes a viernes permanecía callado acumulando miedo al ver el entusiasmo y dedicación que ponía M. en su actividad. "Se está estresando... trabaja más de ocho horas y además le encanta lo que hace. No piensa en otra cosa".


Los fines de semana el cerebro-pareja de M. activaba la alerta para forzarle a recapacitar, a ser consciente del riesgo de destrucción en la sesera si seguía con esa pasión por su trabajo. La migraña alcanzaba el 10 sobre 10 de dolor con su correspondiente cortejo de náuseas, intolerancia a luces, sonidos y demás ingredientes del mundo externo. Viernes, sábado y domingo. El lunes apagaba el programa pues de algo hay que comer...


Un antinflamatorio (contra ninguna inflamación) o un triptán (no se sabe bien contra qué) calmaban algo el pánico cerebral a la necrosis.


La "ex" ya no tiene migrañas. Hay veces que su cerebro-pareja quiere volver a las andadas pero M. hace un corte de mangas sutil. "Anda, que te zurzan".


M. cuenta a sus amistades su nueva situación de "ex". Algunos se alegran y otros expresan su temor por verle incomprensiblemente liberada y radiante.


- ¿Te han quitado las pastillas y sólo hablando te ha dejado de doler...?


- Así es.


- No me lo creo. Eso es que se han apoderado de tu mente... ¿No te habrás metido en una secta...?


Tal como comenta mjt en su blog "otoño, casi invierno" hablando de los renegados, los sapiens (m.n.t.) llevamos mal lo de que alguien reniegue de su antiguo credo. La manada es la manada. Las ovejas tienen que ser blancas si es blanco el color predominante del rebaño. No se admite que nadie se tiña las lanas.


Las visitas de las "ex" reconfortan. Animan a seguir siendo, como es mi caso, un renegado del rebaño profesional.


Comento con la "ex" que estaría bien fundar una Asociación de "ex" pacientes para dar testimonio de que en el fondo de tanta enfermedad misteriosa anda simplemente un cerebro equivocado, rebañado, con lanas blancas, políticamente correctas.


M. tenía migrañas desde la adolescencia. Un tercio de su vida ha sufrido el maltrato inclemente de un cerebro asustado. Ha bastado media hora de explicación y una mente abierta y perspicaz para disolver la irracionalidad anidada en los circuitos prefrontales, los que deciden el qué, dónde y cuándo de los despropósitos que la cultura experta alimenta con la esponsorización correspondiente de la Industria de Los Remedios.


La "ex" ha prometido visitarme de vez en cuando. Sé que anda, como otras "ex" por el blog. Eso da vidilla para seguir...

jueves, 10 de diciembre de 2009

Cerebro hipocondríaco y cultura de enfermedad






Los seres vivos odian, temen, la muerte. Por eso no le pierden ojo.


Para evitar la muerte hay que verla a distancia pero hay muertes invisibles que sólo se ven cuando ya las tenemos dentro. De ahí que el cerebro desconfíe de lo desconocido. No se fía de nada y hace caso a todo aquél que señala algo como peligroso.


Piensa mal y sobrevivirás...


El cerebro, como todo agente defensivo que se precie, es hipocondríaco. Todo es potencialmente peligroso mientras no se demuestre lo contrario. Un vigilante de un hiper no debe fiarse de las apariencias y debe desconfiar de todos los ciudadanos. Los cacos no suelen ponerse un antifaz ni un pañuelo en la boca para facilitar su identificación. Intentan lo contrario: aparentar bonhomía.


Homo sapiens (ma non troppo) tiene el planeta hecho unos zorros con todos los vertidos del consumo desmesurado. Puede que lo que tocamos, comemos y respiramos esté sembrado de muerte invisible, de tóxicos y malos bichos.


Homo sapiens (m.n.t.) no sólo vierte en la atmósfera tóxicos y malos bichos. También segrega información alarmista, degradable (falsable) y no degradable. La no degradable es como los tóxicos, algunos virus y las bolsas de plástico. Se acumula en la biosfera y el cerebro la aspira ávidamente para engordar su natural hipocondríaco. Una vez fijada en la grasilla neuronal, cuesta deshacerse de ella.


La información alarmista está a veces bien fundada y muchos sapiens (m.n.t.) la desprecian olímpicamente, permitiendo así irresponsablemente que sus entrañas estén tocadas por letalidad anticipada.


Otras veces las alarmas son falsas y pueden encubrir incluso intenciones de mercado, fácil mercado, el del miedo a la muerte.


¿Cómo saber cuándo la información es fiable y debe fijarse a la grasa cerebral para convertirse en no degradable (convicciones) y cuándo debe eliminarse sin contemplaciones?


No lo sé. Solo sé que el cerebro es hipocondríaco y que hay mucha información alarmista que el cerebro aspira ávidamente y la fija para defenderla después a capa y espada.


¿Qué dice la Ciencia? La Ciencia es una cortesana que hace carantoñas al que le invita a una copa. Tiene datos para todos, para sancionar en su nombre una afirmación y su contraria.


El cerebro hipocondríaco tiene un mando a distancia para encender programas de "peligro de muerte". Cuando olfatea peligro, por mor de alguna información alarmista (fundada o no) aprieta los botones que proyectan hacia el individuo la percepción de enfermedad.


A partir del encendido de los programas de "sentirse enfermo", amenazado de muerte incierta más o menos probable, el individuo se incorpora al gabinete de crisis y participa activamente en los esfuerzos por desvelar la enfermedad a la vez que se comporta como un enfermo, obligado por el programa "enfermedad" que tiene la virtud de incitar-obligar al paciente a conducirse como un enfermo.


No sé si temer más a la enfermedad invisible o a mi cerebro hipocondríaco. Probablemente sea temerario reírse de las dos condiciones.


Sólo sé que el cerebro es hipocondríaco y que estamos perdiendo el respeto a criar y difundir información alarmista, con unos cuantos sellos de label científico que puede que el tiempo los valide o invalide cuando ya sea demasiado tarde.


¡Ay si hubiera hecho caso antes!


¡Ay, por qué les haría caso!


Insisto. El cerebro es hipocondríaco y hay mucha información alarmista que campa a sus anchas vendiendo la piel del oso antes de cazarlo. El problema es saber dónde está la verdad. Yo no lo sé aun cuando tengo mis corazonadas-cerebradas...

Lo más alarmante, en cualquier caso, es la falta de información sobre el carácter hipocondríaco de nuestro cerebro y el alarmismo de una información que nadie parece querer contener.