No hay duda de que uno debe comer cuando tiene hambre, abrigarse cuando siente frío y utilizar un analgésico... cuando lleva varios días sin probar bocado, la temperatura es baja y hay un proceso que destruye tejidos (necrosis).
No es recomendable, sin embargo, el bocadillo, el abrigo y el analgésico cuando uno pesa 150 kilos, hace 30 grados o no hay nada que destruya tejidos.
La analgesia debe utilizarse sin remilgos para aliviar el dolor en el cáncer y los antinflamatorios en inflamaciones innecesarias y/o excesivas.
El papel de los "calmantes" en el dolor erróneo, el producido en ausencia de destrucción de tejido, es más discutible.
Calmar el hambre con un bocado habiendo obesidad no es eficaz ni recomendable. Encender un cigarro para aliviar el desasosiego del mono tampoco es buena idea.
Los fármacos en el dolor crónico son poco o nada eficaces, producen efectos secundarios y adicción y consolidan la desesperación. A pesar de ello es raro el paciente que no consume antinflamatorios, antidepresivos, parches de opiáceos y "neuromoduladores".
Las crisis de migraña se resuelven de forma variable con la toma del calmante. Si el analgésico es eficaz el padeciente lo llevará consigo a todas partes y lo consumirá (tal como recomiendan los neurólogos) al primer indicio. Los intentos de resistir sólo producirán mayor sufrimiento.
Si el calmante no calma sólo queda ir a urgencias a por "algo en vena" o resignarse y aguantar el infierno del dolor y las nauseas.
En mi opinión, y en teoría, los calmantes son parte del problema (en el dolor sin daño necrótico) y deben evitarse.
Decirlo es fácil. Entenderlo, creerlo y aplicarlo tiene una dificultad creciente.
Hay padecientes que entienden y creen en lo que se explica e intentan dejar la pastilla que tan buenos servicios ha prestado en el pasado.
En ocasiones no sucede nada. El cerebro ha modificado sus decisiones, se supone que porque ha entrado en razones con lo explicado. El padeciente se libra de las crisis y de los calmantes.
Otras veces el intento de abandono produce una batalla angustiosa entre el tómame o déjame que acaba generalmente en el "ya te ha costado tomarme". ¡Haz el favor de no tardar tanto la próxima vez!
No tengo una respuesta sobre la conducta a seguir. Si fuera yo el que está en plena crisis y la pastilla estuviera a mi alcance probablemente optaría por tomarla pero sería consciente de que ello habría sido un fracaso personal al igual que si no consiguiera flotar en el agua me agarrara a una tabla para conseguirlo.
En el fondo hay un problema de falta de convicción en el poder de las convicciones. Parece que el dolor sólo se doblega con acciones externas y conductas de protección y que las palabras son interesantes pero sólo eso... interesantes.
Si las crisis son espaciadas y el calmante eficaz yo haría unos pocos intentos para ver qué decide el cerebro y si siguiera obstinado en solicitar el calmante probablemente lo tomaría y santas pascuas.
Cuando las crisis son frecuentes el alivio del calmante es el núcleo fundamental de generación de dolor. Es necesaria la abstinencia. La adicción se ha consolidado y ya no se trata de un consumo ocasional de fármacos sino de un peligroso hábito.
Las transgresiones ocasionales y placenteras (no hay mayor placer que el del alivio del dolor) son comprensibles y permisibles pero colocan al consumidor ocasional en el borde de lo que los neurólogos llaman la migraña "transformada", una dinámica de crisis cada vez más frecuentes aunque quizás algo menos intensas...
El cerebro maneja el premio y el castigo para aliviar sus estados emocionales. El dolor es una emoción cerebral de miedo al daño necrótico que sólo se calma si el individuo obedece y hace lo que el cerebro exige debe ser hecho.
El calmante calma el miedo irracional y fóbico del cerebro a que en ese momento y debido a cualquier irrelevancia (chocolate, es sábado, estoy preocupado, amenaza tormenta...) se produzca un hecho necrótico (se infecten las meninges o se desgarre una arteria dentro del cráneo...)
Como cuando queremos calmar el berrinche incontrolado del niño por un capricho no satisfecho accediendo finalmente a su ruidosa demanda, podemos calmar al descontrolado cerebro:
¡Toma tu calmante y déjame en paz...!
5 comentarios:
Ves... yo ahí no entro, tengo trauma de madre que fue una neurótica del "no tomar nada más que cafeaspirina" y estas cosas son difíciles de superar, tengo que estar partiéndome de dolor para tomar un calmante, de hecho, jamás he tomado un ibuprofeno (rara avis).
Y no me gusta, porque reconozco que es algo que mi madre nos inculcó (a mi hermana le pasa lo mismo), es bien cierto que cada cosa en su punto medio es casi perfecto.
Sufrimos mucho con mamá los años que estuvo enferma y cada pastilla que le teniámos que dar era una lucha con lloro incluido, así hasta que murió, fue terrible.
Saludito
Calma: cuando hay enfermedad con resultado de destrucción de tejidos, por ejemplo cáncer, no debe escatimarse la utilización de analgésicos, incluida la morfina. El problema es distinto cuando nos enfrentamos al dolor en ausencia de daño (lesión necrótica). En estos casos cada uno hace lo que puede pero empezamos a conocer lo que sucede en la red neuronal lo suficiente como para plantear una revisión a fondo de nuestras convicciones.
Saludos
Hola doctor, hace poco que descubrí su Blog, y estoy muy contenta de haberlo hecho!
Estoy diagnosticada de Fibromialgia 18/18, y Síndrome de Fatiga Crónica grado III (invalidante), en los primeros tiempos mi doctora de cabecera (por cierto, un encanto de mujer y una maravillosa profesional) y después de hacer todas las pruebas habidas y por haber, tratado de paliarme los dolores con todo tipo de pastillas.
He pasado por los parches de morfina, los de fentanilo, analgesicos varios... en este momento estoy tomando "Zaldiar" solo si el dolor es muy intenso, Seriextar, Stilnox por el imsomnio, Myolastan cuando tengo contracturas, etc.....
Pero he llegado a la conclusión que la medicación más importante para mi es haber aprendido a vivir con el dolor.
La morfina en nuestro caso , no nos hace nada excepto tener efectos secundarios , que nos agrava nuestro estado físico, así que cuando tengo muchísimo dolor y el "Zaldiar" no me hace nada, recurro a algo que es muy discutido , pero que a mí me va bien y es cannabis terapéutico, que tengo que ir a buscar como si fuera una delincuente, y me pregunto ¿porque no se nos administra, si en casos de enfermos de Cáncer, en tratamiento de quimioterapia, se suministra, para contrarrestar los efectos de la quimio?.
Un abrazo afectuoso.
Tashano: en el dolor crónico no asociado a destrucción de tejido, como es el caso de la fibromialgia, los analgésicos son inoperantes, salvo en lo que a producir efectos secundarios se refiere. La morfina acaba aumentando el dolor. Me temo que al cannabis le suceda lo mismo con el tiempo. El dolor surge de una decisión cerebral y si se aportan opiáceos o cannabis, antes o más tarde el cerebro reactivará el dolor dado que es lo que pretende. Sé que es difícil de aceptar pero esa es mi opinión. La solución viene de que se desactive el estado de alerta, de hipersensibilidad. El problema es cómo conseguirlo. Desde mi punto de vista podemos hacerlo a través de la reprogramación, modificando las convicciones sobre enfermedad.
Saludos y gracias por su comentario
Tshano: perdón, no le había contestado a su pregunta sobre autorización para utilizar el cannabis como terapia. No veo la justificación para prohibirlo pero, insisto, pienso que a la larga creará más problemas de los que soluciona a corto plazo.
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