Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

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domingo, 29 de noviembre de 2009

El miedo metido en el cuerpo




Los organismos pluricelulares viven con el miedo metido en el cuerpo. Tienen sobre sí la espada de Damocles de la muerte violenta de sus células por agentes y estados físicos, químicos y biológicos capaces de inducirla.


El sistema neuroinmune vigila día y noche cada rincón del organismo tratando de detectar cualquier indicio de posibilidad-probabilidad de sucesos letales violentos.


El individuo mientras tanto puede estar ajeno al peligro, asintomático, o, por el contrario, ser solicitado por el cerebro, a través de diversas percepciones de alerta como el frío, el calor, la sed, el hambre, el picor o... el dolor.


El sentido y propósito de los avisos perceptivos es implicar al individuo en una conducta defensiva: abrigarse, comer, beber, rascarse, salir huyendo o prepararse para la lucha.


La percatación del dolor permite al individuo deducir que el cerebro ha activado la alerta roja allí donde duele, en ese momento. La cualidad sensorial y afectiva del dolor consigue captar la atención del padeciente incitándole a una conducta defensiva programada. Si se cumple lo exigido el dolor suaviza la presión y si el individuo trata de proseguir con lo programado el cerebro aprieta las tuercas.


El miedo a la necrosis celular (muerte violenta) está alimentado por todo tipo de informaciones. El sistema neuroinmune procesa todas las señales potencialmente alertadoras y cuando cree que existe una posibilidad-probabilidad suficiente de peligro activa las alarmas.

Duele porque el cerebro teme necrosis. El individuo puede compartir ese miedo o no pero lo que siempre teme es al dolor, al sufrimiento y busca soluciones para esquivarlo.


- Se activa posibilidad de necrosis en el lado izquierdo de la cabeza. Ha salido el día soleado...


- Me duele. Voy a tener migraña. Me tomo el calmante y me voy para casa a meterme en el cuarto a oscuras... antes de que sea demasiado tarde...


¿Por qué va a haber necrosis en el lado izquierdo de la cabeza porque ha salido el día soleado?


Eso no tiene importancia. Lo importante es que si sale el día soleado duele la cabeza y habrá que espabilarse para evitar el dolor, hacer lo que el cerebro nos pida, aunque sea absurdo.


Debemos obediencia ciega a lo que el cuerpo nos pida. No sirve de nada argumentar. Hacer ver al cerebro que la alarma es absurda no tiene trascendencia. Es una pérdida de tiempo...


Sabemos que aplicando una crema inerte a un antebrazo al que luego vamos a someter a estímulos dolorosos podemos aumentar o disminuir el dolor diciendo al individuo que la crema le va a aumentar o reducir el dolor. Un simple cambio de verbo modifica la intensidad del sufrimiento ante la misma situación de estímulos.


¿La veracidad de la información es irrelevante? ¿Lo que contamos al cerebro no cuenta?


¿Debemos dejar que le calienten la cabeza al organismo con miedos irracionales, supersticiones de todo tipo?


No lo creo así. La estrategia de contar cuentos para conseguir conductas no funciona a medio y largo plazo. A los niños y a los cerebros de cualquier edad debemos contarles lo que sabemos que es falso... y verdadero, lo poco que sepamos con certeza sobre ello, dejarnos de historias de genes, estreses, chocolates, vientos, hormonas y demás... El cerebro es de natural asustadizo y creerá a sinapsis juntillas cuanto le digan...


Contra el miedo metido en el cuerpo hay una solución excelente: tratar de sacarlo, desactivar creencias somáticas absolutamente injustificadas.


Llevo ya unos cuantos años en esa labor y se consiguen excelentes y contrastados resultados... Sólo hace falta que el padeciente crea en las creencias... les coja miedo...



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