Una vez más... Descartes...
Aristóteles estableció el sinsentido de los cinco sentidos: tacto, gusto, olfato, vista y oído. Lo del dolor no encajaba bien en esa clasificación. Luego vino Descartes con su famoso dibujo del niño quemándose el pie. A todo el mundo le vino bien la sugerencia descartesiana de que el dolor surge de los tejidos afligidos y se conduce hasta el cerebro, donde se hace consciente (sufriente).
Para los amigos de Descartes existe el sentido del dolor, una red de neuronas que lo detectan allá donde se produce y vuelcan en la red la información sobre el suceso doloroso para que se organicen las respuestas defensivas correspondientes.
- ¡Dolor en el pie!
- Recibido, gracias. Ordenamos a los músculos que lo aparten del fuego...
El sentido del dolor requiere sensores del dolor. El sentido de la vista requiere sensores de la luz, el del oído sensores del sonido, el del olfato sensores de olores y el del gusto de sabores. El exterior rezuma colores, sabores, olores y sonidos y los sentidos los detectan. El cuerpo genera sensaciones al contactar con el perimundo corporal y el sentido del tacto las detecta.
A veces las sensaciones son dolorosas y el sentido del dolor las detecta. Otras veces las sensaciones son placenteras y el sentido del placer también las detecta. A veces la sensación es cosquillosa. No pasa nada, el sentido de las cosquillas la detecta. También hay sensores de lo picajoso. Los sensores (receptores) del dolor, del placer, de las cosquillas y del picor está para eso... para captar lo doloroso, lo placentero, lo cosquilloso y lo picajoso...
Podemos provocar lo doloroso nosotros mismos aplicándonos estímulos dolorosos a la zona elegida, lo placentero aplicando estímulos placenteros en la zona... y lo cosquilloso y picajoso aplicando estímulos cosquillosos y picajosos.
Si queremos evitar el dolor podemos hacer muchas cosas. Todas ellas tienen como objetivo adormecer el sentido del dolor, los sensores, o bien sabotear las señales de dolor según son conducidas al cerebro. Si conseguimos bloquear la comunicación o al menos atenuarla impediremos que el dolor aflore a la consciencia. Ojos que no ven corazón que no siente... Podríamos también diseñar remedios contra lo placentero, lo cosquilloso, lo picajoso, contra los sabores y olores desagradables, contra fríos y bochornos. Si no los tenemos es porque no tienen sentido de mercado.
El escaparate de los remedios ofrece fármacos, bisturís, corrientes, ultrasonidos, hielos, calores, magnetismos, agujas, productos homeopáticos, botox, masajes... Todos contienen la virtud de impedir que se generen señales dolorosas o accedan a la conciencia. Cada propuesta incluye una explicación más o menos sesuda sobre el fundamento de su virtud antidolorosa.
Los científicos han descubierto ya los sensores de dolor. Son proteínas que se retuercen cuando sienten el dolor de los tejidos. Ese retorcimiento doloroso abre unos canales y los iones aprovechan el retortijón para colarse en el interior de la neurona sensora. El movimiento de carga eléctrica a través del canal retorcido por el dolor es una corriente eléctrica, la señal del dolor.
Hay fármacos (presentes y futuros) que impiden el retorcimiento de la proteína sensible al dolor. De este modo, aunque el dolor esté allí, la proteína sensora no se retuerce y no hay señal de dolor. Los tejidos pueden producir todo el dolor que quieran. Los sensores están congelados, rígidos, dormidos. Podemos correr, saltar, vivir, sin temor. Aunque machaquemos los tejidos dolorosos no sufriremos ese dolor pues no lo sentiremos gracias a que hemos tapado los oidos y los ojos.
- No se preocupe por lo que pueda estar sucediendo a su alrededor. Le hemos vendado los ojos y taponado los oídos...
- Me encuentro mucho mejor...
...............
Si todo esto le parece bien, lógico... es usted un descartesiano, como debe ser... Los recipientes del Premio Principe de Asturias son descartesianos. Los concedientes del Premio también lo son.
Los padecientes de dolor probablemente también son descartesianos. La escuela del dolor es descartesiana. Las unidades del dolor son descartesianas. Todo el mundo es descartesiano. Necesitamos a Descartes. Lo tenemos incorporado en la red. Es como un fantasma que mueve los hilos de nuestras reflexiones...
El problema es que Descartes y los descartesianos están equivocados. Debiéramos descartarnos de Descartes. Pedir nuevas cartas para la siguiente mano... y desear que nos llegue algo distinto pero no es fácil pues la baraja también es descartesiana...
1 comentario:
Hola Arturo:
Supongo que, como ha ocurrido en mas cosas, la teoria descartesiana desparecera, o habra que complementarla: En otros tiempos la tierra era plana, la materia era materia, y el sistema cartesiano nos hablaba de tres unicas dimensiones... Hoy esta archicomprobrado que la tierra es cuasiredonda, que podemos hablar de mas de tres dimensiones, cargandonos el sistema cartesiano como unico posible gracias a Einstein y a alguno mas, y que las cosas son distintas segun el sistema de referencia que tomemos, y que la materia se comporta tambien como onda, ademas de como una union de pedacitos minusculos que llamamos atomos y moleculas... Pero ha llevado mucho tiempo admitirlo, y hemos necesitado salmones que nadaran contracorriente para cambiar aquellos "dogmas"... Espero que con esto pase igual, y que con "salmones" como usted, y perdon por la comparacion, dentro de algun tiempo, estas cosas aparezcan desarrolladas en los libros de medicina, no solo en blogs como este o en alguna revista cientifica como algo "novedoso" pero nada mas.
Gracias por contribuir al cambio necesario e inevitable progreso
Publicar un comentario