Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

Click here to switch to the english version

viernes, 15 de mayo de 2009

El cerebro (probablemente) existe. Disfrute de la vida








No vemos el interior del organismo pero creemos que contiene vísceras. No ponemos objeciones a la idea de que existimos gracias a que nuestro corazón bombea sangre, oxigenada previamente en los pulmones, el hígado segrega bilis, el páncreas jugo pancreático y los riñones orina. Creemos en la circulación, respiración, digestión y depuración. No necesitamos un acto de fe. Sabemos que están ahí dando soporte físico a nuestra existencia. 

Cuando no se sabía que existían gérmenes, se pensaba y probablemente se creía en los miasmas: "efluvios pútridos que emanaban de la materia orgánica en descomposición y generaban enfermedad". La mayoría de los ciudadanos cree que tiene catarro porque "ha cogido frío" y teme las "corrientes de aire" porque les atribuye un poder patógeno poderoso. 

Necesitamos un mínimo de creencias para despachar el espinoso tema de las causas de los males de forma simple y operativa. Somos gente práctica y no nos andamos con complicaciones. 

"Me duele todo pero ¡claro! no he descansado bien esta noche", "tengo contracturas por el estrés...", "me dan bajadas de tensión...", "me duelen los huesos...", "no me riega la cabeza...", "tengo cervicales y por eso me mareo...", "tengo digestiones lentas...", "tengo desgaste...", tengo hormigueos por la mala circulación...", "los cambios de tiempo me afectan..."

Es difícil encontrar una base biológica mínimamente seria y fundamentada a estas aparentemente sólidas afirmaciones. Sin embargo ciudadanos ¡y doctores! comparten la convicción profunda en estas conclusiones. No se trata para ellos de un acto de fe, una creencia voluntarista en algo increíble porque necesitamos alguna explicación de lo que no vemos y aceptamos lo que nos predican los predicadores de turno. No, no es fe sino conocimiento, casi me atrevo a decir... ¡Ciencia! 

La mareante complejidad del organismo se explica así de forma refleja con unos pocos recursos de fisiopatología. Son recursos sencillos, populares y, por tanto sabios. Además uno conoce su cuerpo mejor que nadie. Conoce la calidad de su trabajo. No respiro bien, me baja la tensión, no estoy haciendo bien la digestión... ¡Si lo sabré yo, que soy el que vive en mi cuerpo!

Los pacientes traen consigo a la consulta el equipaje de sencillas respuestas posibles. El médico sólo tiene que inclinar el veredicto entre ellas. ¿Es el oído, los nervios o las cervicales lo que me produce mareo...?

       - Le pido unas radiografías de cuello y le mando al Otorrino...

.................................................................

       - El Otorrino me ha dicho que no es del oído. 

       - Tiene desgaste en las placas de cuello. Por eso se marea...

................................................................

Me confieso no creyente en esa sencilla Fe compartida de pacientes y doctores en los orígenes de los síntomas. No creo en la "mala circulación", en "las cervicales", en "los nervios", en las "malas digestiones", en la "tensión baja", en la "falta de riego", en "las contracturas".




       - No puede ser doctor. Hay que creer en algo. Todo el mundo es creyente.

       - Bueno yo también soy creyente pero no creo en lo que usted cree. Tengo mis propias creencias. 

       -  ¿Y en qué cree usted? 

       - Sostengo que el cerebro, probablemente, existe y que anda detrás de todas sus molestias. Creo que son sus creencias las que le crean los problemas. 

       - No me convence. No me lo creo

       - ¿No lo ve? Es usted un incrédulo aunque se tenga por creyente. No cree en la existencia del cerebro y cree en las cervicales, la circulación, la tensión baja y los nervios...

       - No es que lo crea lo veo. 

       - Puede que tenga razón. Yo creo que como lo cree lo ve. Créame: el cerebro existe, con toda seguridad. Conózcalo, hable con él, tranquilícelo y disfrute de la vida. 


                                                    Está usted sano aunque le cueste creerlo. 


8 comentarios:

Tirso dijo...

No creo que los doctores compartan la convicción profunda en las conclusiones que usted cita.
En mi opinión, en este tipo de patologías, "lo" médico usa los tópicos para manejarse con comodidad con estos pacientes, para "no mojarse", para sacarse de encima a personas que requieren (mucho mas que otras) tiempo, atención y, por encima de todo,información correcta.
Aún diré más, en este tipo de patologías, algunos doctores desarrollan toda su vida profesional sin mas conocimientos que los tópicos.

Anónimo dijo...

Y no olvide usted a los enfermos: ellos tambien tienen sus preferencias en el diagnostico, yo por si acaso siempre les pregunto: ¿y a usted que diagnóstico le convendria?
Pactar el diagnóstico es a veces tan curativo como intruirles.

arturo goicoechea dijo...

D. Tirso, creo que habrá todo tipo de situaciones que hacen que los doctores deriven hacia los diagnósticos tópicos y políticamente correctos. Probablemente hay bastante de pereza mental, acuerdo tácito de mantener lo operativo aunque sea falso... falta de compromiso y desinterés por el conocimiento de la compleja arquitectura del organismo.

Lo que sí sucede, y, suscribo lo que dice: es suficiente con conocer el kit de tópicos consensuados entre pacientes y doctores.

Arturo Goicoechea dijo...

Paco: no estoy de acuerdo en que se deba pactar el diagnóstico. Una vez explicado el enfoque diagnóstico, que es competencia y responsabilidad exclusiva del médico, lo que sí hago es pactar la estrategia de pruebas complementarias y terapias posibles.

cal y arena dijo...

Me ha desconcertado mucho el comentario de Paco en el que da por bueno el pacto diagnóstico. Me gustaría conocer el contexto en el que justifica su recomendación.

Como paciente lo que más me desconcierta es la absoluta falta de coherencia entre los diagnósticos entre los distintos especialistas. Si se me preguntara sobre mi preferencia diagnóstica me sentiría bastante decepcionado.

Victoria Mena dijo...

Barra libre de diagnósticos... no sé yo.

Anónimo dijo...

En algunas patologias es bueno preguntar sobre eso, por ejemplo en la anorexia mental o en los trastornos alimentarios en personas adultas. Siempre es mejor un paciente que siga viniendo a la consulta que un "desparecido". Los adultos no suelen aceptar el diagnóstico de "anorexia mental" sobre todo cuando no se acoplan al estreotipo de "persona que no quiere comer por motivos estéticos". hay algunas personas que son anoréxicas y que no tienen esta pulsión hacia la delgadez pero son incapaces de llegar al peso que les correponderia por edad y talla.
No hay que olvidar que la mayor partede pacientes hoy son atipicos.

arturo goicoechea dijo...

Probablemente pisamos terrenos distintos. En los que yo me muevo no concibo que se pueda dejar lugar a la opinión diagnóstica del paciente salvo para conocer cómo interpreta o vive sus síntomas y luego hacer las correcciones oportunas.