
Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología. | We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology. |
domingo, 31 de mayo de 2009
Malentendidos (IV)

sábado, 30 de mayo de 2009
Malentendidos (III)

viernes, 29 de mayo de 2009
Malentendidos (II)
Si se acepta que el dolor (en ausencia de daño) está producido por una valoración errónea, innecesaria, de peligro por parte del cerebro, la solución es sencilla: "dígale a su cerebro que le deje tranquilo, que tiene mucho que hacer..."
La mayoría de los pacientes aseguran que han captado la idea pero puede que muchos se muestren escépticos sobre su utilidad.
- O sea, que tengo que pensar que no me está doliendo y así el dolor se irá...
- En absoluto. Eso, con toda probabilidad, hará que el dolor aumente. Si alguien intenta comunicarse con usted porque tiene que darle una noticia importante, insistirá con las llamadas. El teléfono no parará de sonar, cada vez con más fuerza...
- Si no lo cojo, no hago caso, se cansará de llamar, supongo.
- No creo que pueda usted aislarse del sonido y seguir con lo que estaba haciendo como si tal cosa... El cerebro es incansable con sus obsesiones y temores. Si adopta esa estrategia lo tiene crudo...
- ¿Qué debo hacer entonces?
- Atienda la llamada y trate de averiguar el motivo. Además se trata de una llamada que usted temía porque se ha producido en otras ocasiones y no ha traído mas que sufrimiento...
- Algo así como...Dime cerebro ¿qué sucede?
- No está mal. Dado que es una llamada con contenido preocupante sería más correcto decir: ¿Qué te preocupa? ¿Qué temes que pueda suceder en la cabeza (o los pies o la columna según los casos)...?
- Y ¿qué puede preocuparle al cerebro?
- Que pueda suceder algo terrible...necrosis, destrucción violenta de células y tejidos...
- ¿Por qué va a pensar el cerebro algo así...?
- Es su función. Construir hipótesis sobre sucesos terribles, valorar las posibilidades sin bajar nunca la guardia y avisar cuando existe alguna probabilidad. Se cura en salud... Un vigilante de seguridad debe dedicarse a valorar hipótesis de sucesos terribles. Tiene que estar obsesionado con ello. El problema surge de que es sumamente difícil dosificar las emociones, sobre todo la del miedo. Está muy facilitado por la evolución. Si no fuera así probablemente no existiríamos.
- Bien, ya he cogido el teléfono y me he interesado por los motivos. Trato de tranquilizar al cerebro: no pasa nada, no va a suceder nada terrible en la cabeza... pero el dolor sigue ahí, cada vez con más violencia. Trato de calmarme, según usted sin un calmante (difícil me lo pone...).
- El miedo es contagioso pero sólo si se comparten las convicciones. Si alguien le dice que su casa se va a caer en cualquier momento y que debe hacer algo urgentemente, se lo puede tomar en serio o no prestarle ninguna atención: sí o no (todo o nada). Las medias tintas, la incertidumbre, no sirven. Me temo que el cerebro le mete el miedo en el cuerpo con el dolor. Aunque usted se diga: no está pasando nada, todo esto es un despropósito... si no se corresponde con una convicción profunda de que realmente es así, no sirve de nada.
- Tengo que estar convencido de que mi casa (la cabeza) no se va a caer...
- Exactamente. Las convicciones tienen que estar construidas de antemano. No es buena idea dejarlas para el momento en que su cerebro le transmite su inquietud. A veces los pacientes confunden las convicciones con los rezos. Creen que repitiendo una frase, como una letanía o un mantra: "no pasa nada, no me va a doler, no pasa nada, no me va a doler..." se va a solucionar todo. Al comprobar que no funciona se reafirman en la idea previa de que han perdido el tiempo haciendo caso de estas ridículas propuestas y se lanzan a por el calmante, que lo tienen cerca, por si acaso.
- ¿Cómo se construye una convicción...?
- En este caso tiene que ocuparse primero en derribar la convicción contraria. Derribar y reedificar... El problema es que nadie quiere derribar algo suyo que aprecia... Tenga claras las ideas... interiorice la realidad interna...aprenda un mínimo de Biología neuronal... Inmunícese contra la información basura...
- Lo veo muy difícil así sin calmante... Para eso hay que tener mucha fuerza mental
- Siempre estamos aprendiendo. Si no hay riesgo no avanzamos...
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Algunos pacientes actúan como si una convicción pudiera construirse simplemente con un enunciado: "voy a procurar tener un viaje tranquilo":
"el avión no va a caer al mar, conseguiremos aterrizar y saldré vivo de esta... puede que caigamos pero lo más probable es que esté allí un barco y nos recoja justo antes de que se hunda... voy a tranquilizarme... ya sólo faltan 3 horas para llegar... estoy tranquilo... estoy tranquilo... no voy a tomarme el valium... parece que esto se mueve mucho... ¿qué ha sido ese ruido?... la azafata va a la cabina del comandante..."
- ¿Qué tal el viaje?
- Fatal. Le hice caso a un imbécil que me dijo que me convenciera de que no iba a suceder nada, que no me tomara el Valium, que los aviones son seguros, pero no ha funcionado. Ya sabía yo... La próxima vez me tomo 50 mg de Valium y así podré soportarlo algo mejor. Ha sido horrible. La culpa es mía por hacer caso...
jueves, 28 de mayo de 2009
George Lorimer Moseley

Llevo varios años buscando y, afortunadamente, encontrando, ideas y datos de investigación que me permitan construir una teoría neuronal integrada del dolor. Los neurólogos estaban (y siguen estando) obsesionados con los genes y los desencadenantes y los reumatólogos, traumatólogos y fisioterapeutas no veían mas que huesos, articulaciones y músculos con sus correspondientes artrosis, osteoporosis, curvaturas y contracturas. Cada vez tenía más claro que la cultura era un factor importante en la génesis y cronificación del dolor y que donde estaban las claves era en artículos que los investigadores sobre dolor iban volcando en revistas que habitualmente no leen los profesionales que tienen que tratar de eliminar o aliviarlo.
Un "yarn" es una historia que uno cuenta a sus amigos, una anécdota, divertida, emotiva. Las historias que relato son auténticas y tienen que ver con el origen cerebral del dolor. Son metáforas divertidas que ayudan a los pacientes a entender el dolor.Por ejemplo la de Hammer head (martillo en la cabeza): Un profesor nos había dicho en el Hospital que cuanto mayor era una lesión menos dolor había. Es algo que no parece tener sentido. No acabé de creérmelo hasta que un día en Urgencias trajeron a un paciente con un martillo clavado en el cuello. No aparentaba tener dolor: "¡Oiga, que tiene usted clavado un martillo...!" Ya lo sé...soy un tiburón martillo, jeje...Se giró y se golpeó en la rodilla y empezó a gritar: ¡mi rodilla, mi rodilla!...El dolor no da una idea de la situación real de los tejidos. El cerebro evalúa muchas cosas y al final te presenta como resultado una determinada experiencia de dolor... A la gente con dolor le gusta entender por qué le duele... hay mucha investigación que demuestra que si se entiende el dolor, es mucho más llevadero...
Malentendidos (I)

En este blog se sostiene la tesis de que muchos padecimientos son debidos a que el cerebro toma decisiones erróneas y activa programas defensivos (lógicamente incómodos e incapacitantes para el individuo) sin necesidad, por alarmismo alentado por la cultura médica y por el modo de afrontamiento preferido por el paciente.
miércoles, 27 de mayo de 2009
Terapias

martes, 26 de mayo de 2009
¡Levántate, sal de la cama y anda!



lunes, 25 de mayo de 2009
El cerebro no es su mayordomo
La propuesta de afrontar el problema del dolor (no asociado a daño necrótico) con pedagogía en vez de fármacos es vivida con una dosis variable de escepticismo. Los pacientes acuden a la consulta acuciados por un dolor que no responde a los calmantes habituales y esperan que el especialista saque de la chistera un recurso extra poderoso, definitivo. Dan por sentado que ese recurso, "con los adelantos de hoy en día", existe.
- YO así no puedo seguir, necesito una solución. Tengo un negocio que atender y no puedo pasarme el día entero en la cama. Deme algo que, al menos, me permita seguir con mi trabajo.
- Lo siento pero el problema del dolor no es tan sencillo. No se trata de una infección: yo le receto un antibiótico, usted se lo toma, matamos al perro y se acabó la rabia. Primero debe saber lo que sucede pues es fundamental su colaboración....
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En la primera consulta se trata de conseguir la comprensión y aceptación del planteamiento:
- El cerebro activa errónea y angustiadamente el programa defensivo de alerta frente a un daño potencial y, usted, sin ser consciente de ello, participa activa o pasivamente en su desarrollo. Debe aprender a actuar de la forma más racional posible. Usted es quien puede inyectar sensatez en las decisiones de sus neuronas. No se trata de un problema químico sino de creencias, expectativas, temores... Su cerebro ha apretado el botón de la alarma interior y eso quiere decir que ha activado la química del dolor (colecistoquinina) a la vez que ha apagado los analgésicos internos (opiáceos, serotonina...). La química que yo pueda facilitarle para neutralizar esa situación interior es muy débil pero si conseguimos calmar a su cerebro, este repondrá las moléculas de la calma y usted se sentirá bien.
- Por probar no se pierde nada...
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El ronroneo mental con el que salen los pacientes de la consulta es impredecible en cada caso pero determina probablemente el resultado. Hay pacientes que han captado perfectamente la situación. Lo han entendido y creído y toman las riendas. Interiorizan las ideas básicas, las comentan con los allegados y deciden, de forma resuelta, afrontar la próxima crisis con recursos psicológicos: imágenes, conceptos, decisiones, derivación de atención, es decir con calmantes psicológicos.
Lo que para el paciente son recursos psicológicos produce profundos y decisivos cambios químicos en la red neuronal. La calma psicológica del paciente induce la calma química interna. Los calmantes químicos externos, los analgésicos, intentan imponer esa calma por la fuerza. Si lo consiguen no es debido a que han restablecido directamente el orden molecular sino porque han calmado psicológicamente al cerebro:
La calma psicológica del individuo induce la calma química interna y el calmante químico externo necesita generar la calma psicológica interna para ser eficaz.
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- Intenté hacer lo que me dijo. Me concentré en pensar que no me estaba doliendo. Me repetía incansablemente: "no me tiene que doler, no me tiene que doler..." pero al final me tuve que tomar el calmante.
- Si su cerebro le exigió tomar un calmante para calmarse él es que considera que su cabeza corría peligro y que era absolutamente necesario protegerla con el calmante. No tiene sentido. Imagine que usted quiere beber agua. Abre el grifo y comprueba que sale hirviendo ("duele"). Necesita hacer algo para que vuelva a salir, al menos, templada para poder beberla. Acude al especialista de temperaturas adecuadas de aguas y le receta unos pequeños comprimidos de hielo. Usted los añade al depósito y comprueba que, efectivamente, al cabo de un rato el agua empieza a salir algo menos caliente. El hielo ha calmado la temperatura del agua. En realidad su cerebro no quería que bebiera el agua: la consideraba peligrosa... y, por eso, la ha calentado. Para autorizar que se la beba ha exigido, al parecer, que usted le añada unos hielitos mágicos. Si no obedece aumentará la temperatura. Si, por fin, se aviene a sus extrañas razones y se toma los hielitos, le irá suministrando agua un poco menos caliente. El cerebro maneja el mando del agua fría-caliente según le parece.
- No acabo de entender. Me cuesta aceptar que exista otra persona dentro de la cabeza que toma decisiones según su criterio y que se empeñe en obligarme a tomarme un calmante para calmarse él. Es como si el patrón pidiera primero un poco de dinero al asalariado para proceder luego a darle el sueldo. Si no sucede nada, tal como afirma usted, tengo derecho a que no me duela. Exijo a mi cerebro que me deje en paz. Lo hice pero no me hizo caso, al parecer...
- Tendría sus razones, sus temores... No es una cuestión de derechos ni de qué o quién manda. El cerebro es una red de memoria predictiva. Recuerda el pasado y lo integra con el presente y el futuro. No es una persona interior, irracional y obcecada. Usted es esa persona. Debe actuar racional y calmadamente. Si se angustia porque no ha tomado los calmantes no hay nada que hacer.
- No acaba de convencerme. Si el cerebro funciona así no veo cómo voy a conseguir lo que quiero. Necesito que el cerebro sea una persona interna pero a mi servicio. Como si fuera mi mayordomo... "Quiero beber agua. No me la traigas hirviendo como la otra vez..."
- Un cerebro a la carta para los asuntos internos sería un desastre. Afortunadamente el cerebro nunca será su mayordomo. Es más fácil que sea justo lo contrario... que usted sea el mayordomo de su cerebro...