Descartes sigue vivo.
Su famoso dibujo sobre el dolor sigue grabado en la mente de los sapiens (m.n.t.).
El dolor se genera en los tejidos y se conduce hasta el cerebro donde se produce su transición a la consciencia.
Si nos torcemos el tobillo, se desgarra un ligamento dando salida al dolor. Los nervios lo recogen y lo llevan hasta la sede de la consciencia. Los tejidos contendrían almacenado el dolor en no se sabe bien qué reservorios y al lesionarse, se desparramaría por la zona, siendo detectado por las terminaciones nerviosas.
Las terminales nerviosas tendrían "receptores de dolor". Los nervios transportarían las señales de dolor por las vías del dolor y las conducirían hasta el centro o los centros del dolor.
Todo dolor "real" sería, por narices, periférico, generado en algún tejido dañado. Habría dolor muscular, dolor óseo, dolor articular, dolor de muelas, dolor de estómago...
En ausencia de tejido dañado, estaríamos ante un dolor "psicológico", "funcional", "somatoforme", "psicosomático"... es decir, no sería propiamente un dolor sino una especie de fantasma, algo imaginado o, incluso, en confianza, entre nosotros... falso.
Descartes estaba equivocado. Los que siguen pensando como él también están equivocados.
La mayoría de los ciudadanos y, lo que es más grave, profesionales, siguen pensando que Descartes describía algo obvio, una perogrullada.
Los neurólogos son los responsables de entender sobre procesos neuronales.
El dolor, como cualquier percepción, surge de las neuronas, no, por ejemplo, del páncreas o la vejiga urinaria.
Los neurólogos piensan, como Descartes, que el dolor surge de los tejidos y que a ellos sólo les compete ocuparse del dolor surgido de los tejidos... nerviosos. Lógico.
Cuando el dolor surge de tejidos nerviosos dañados, los neurólogos le llaman dolor "neuropático" y lo reconocen como de su competencia. "Es de lo nuestro" (cosa nostra).
Descartes, insisto, estaba equivocado. El dolor siempre surge de las neuronas luego debiera ser competencia de los neurólogos (cosa suya).
El principio cartesiano del origen del dolor está presente en las teorías oficiales de los neurólogos sobre migraña, por ejemplo.
La migraña (dicen) surge del universo trigéminovascular, de las terminaciones del trigémino desplegadas sobre la meninge y grandes vasos intracraneales. Si una come chocolate o ha discutido con el pariente, las meninges se resienten y liberan señales dolorosas que llegan hasta el cerebro. No les pregunte cómo se produce la conversión de un berrinche en dolor segregado por las terminales del trigémino. "Es un misterio". Genes... encadenantes...etc...
Realmente las terminaciones nerviosas no detectan dolor sino señales de daño consumado o inminente, es decir, peligro. Son señales de peligro.
Los nervios del peligro se denominan nociceptores: detectores de nocividad. Así los bautizó Sir Charles Sherrington a mediados del siglo XIX.
Los nervios del peligro están por todas partes pues todos los tejidos corren peligro y pueden ser dañados.
En el cerebro no hay nervios que detectan el peligro. Por eso si pinchas, comprimes o lesionas la mollera, no duele. Los neurólogos saben que esto es así y les parece lógico desde su mentalidad cartesiana. Si la cabeza duele, el dolor tiene que venir de los nervios del dolor y sólo hay en las meninges, ergo... teoría trigéminovascular...
Las neuronas del cerebro son también neuronas del peligro. Plantean hipótesis sobre cuándo, dónde y por qué existe peligro en cualquier zona o tejido del organismo.
Cuando las neuronas del peligro (de la periferia o del cerebro) detectan peligro, se genera la percepción de dolor.
A veces el peligro es real y otras es imaginado, erróneo, falsa alarma.
Hay peligros reales e imaginados pero el dolor siempre es real.
Descartes sigue vivo. Es necesario que así sea... por el bien y sosiego intelectual de muchos.
La muerte de Descartes está, de momento,... descartada
4 comentarios:
Evidentemente, nada es lo que parece. Está bien repetir y volver a repetir, a lo mejor en algún momento a los que tienen mejor "oido", les "suena la flauta" y tu esfuerzo no será en vano. Un abrazo.
No entiendo muy bien cuando dices que el dolor compete a los neurólogos porque se genera en las neuronas.
Por seguir tu línea, si el dolor no es una falsa alarma, se podrá arreglar incidiendo en lo que causó la alarma y si es falsa alarma, entonces sí iremos al neurólogo. Esto sería a grandes rasgos, porque si ya estamos tratando la causa de la alarma y la alarma sigue, ahora sin utilidad, volveríamos al neurólogo a desconectarla.
Más que repetir y repetir, lo que convencerá a tus colegas médicos serán pruebas de que estas teorías son correctas. Ya te he preguntado por esto y me dices que no hay casi nadie trabajando en ello. Cuentas en algunas entradas tus experiencias clínicas. No está mal para tener experiencia y para formular hipótesis, pero la experiencia clínica, como sabes está sujeta a muchos sesgos y no es suficiente para validar una hipótesis o teoría.
¿Tienes alguna capacidad para realizar en tu trabajo estudios científicos, con grupos de control, doble ciego y todos los demás cuidados? ¿Puedes unirte con alguien que lo pueda hacer? ¿Puedes diseñar tal estudio y proponerlo a alguna universidad, grupo de investigación, ministerio,..?
José Luis: en el blog siempre me estoy refiriendo al dolor activado sin un suceso de daño necrótico previo, es decir, una falsa alarma. Utilizo reiteradamente el ejemplo del sistema inmune con el equivalente de las alergias y enfermedades autoinmunes. Los errores evaluativos del sistema inmune lo llevan los inmunólogos y alergólogos y los de la red neuronal, según mi entender, debieran llevarlos o interesarse por ellos, los neurólogos.
Mi trabajo ha sido básicamente teórico, de construir un modelo que recoja los datos neurofisiológicos básicos que otros han demostrado y que forman el cuerpo de doctrina sobre el que discurre el trabajo neuronal. Una vez construído el modelo lo he aplicado en la clínica y funciona. Todos los casos de migraña que he visto los he tratado sólo con pedagogía a la vez que los pacientes dejaban los tratamientos farmacológicos y se olvidaban de evitar los famosos "desencadenantes".
Los resultados los tengo contabilizados pero en plan casero. Carezco de la más mínima experiencia en diseños experimentales.
Mi capacidad sólo me permite presentar el modelo. Así lo he hecho pero los neurólogos, salvo alguna excepción, no prestan atención a propuestas que no sean las oficiales, servidas directamente por los Laboratorios farmacéuticos.
(sigue)
Hay un grupo australiano de Fisioterapeutas interesados en el dolor, con Lorimer Moseley a la cabeza. Moseley ha publicado estudios experimentales desde la misma doctrina en revistas importantes. El último trabajo lo han citado profusamente, incluído Nature.
Moseley es de los pocos autores que ha publicado trabajos aplicando pedagogía al problema del dolor lumbar y ha demostrado, creo que de forma correcta, que es eficaz.
Tienes toda la razón, pero, insisto, me he dedicado básicamente a construir hipótesis de integración de conceptos ya establecidos y que debieran cambiar radicalmente las doctrinas oficiales al uso, apoyadas en conceptos neurofisiológicos erróneos.
Mañana voy a un Congreso en Valencia promovido por un grupo de la Universidad de Valencia con el que he contactado y coincidimos en los planteamientos.
No me veo, a mis años y motivaciones capaz de elaborar modelos experimentales...
Saludos y gracias por el comentario
Publicar un comentario