Lorimer Moseley es un prestigioso fisioterapeuta e investigador australiano sobre dolor. Ayer tuve la enorme satisfacción de verle, oirle y, en definitiva, admirar su asombrosa capacidad pedagógica para encandilar al auditorio y transmitirle su mensaje fundamental:
el dolor no indica cómo están los tejidos sino qué opina el cerebro sobre ese estado
El hecho de que un fisioterapeuta sea el más esforzado predicador de la neurofisiología básica del dolor es revelador, en dos sentidos:
1) Cualquier profesional concienciado en el problema del dolor crónico llegará, antes o más tarde, a darse cuenta que detrás del dolor está el cerebro. Incluso un fisioterapeuta, criado para ver huesos, articulaciones, músculos, fascias y tendones puede darse cuenta de que toda esa estructura está movida por la red neuronal y que esa red es una red pensante, especulativa, emocionable, ignorante, falible.
2) Los neuroprofesionales (Neurólogos, Psicólogos y Psiquiatras) no ven o no están interesados en ver esa responsabilidad neuronal. Puede que fuera yo el único neuroprofesional presente en la sala.
El curso consistió en una exposición paciente, divertida, profunda y sencilla del paradigma que Lorimer Moseley (y otros) proclaman:
"pain is in the brain" (el dolor está, surge, del cerebro)
Moseley sostiene una propuesta añadida:
El conocimiento de la Biología del dolor es necesario para solucionarlo
Aclaró que no existía nada parecido a una "técnica Moseley". Esto para un fisioterapeuta puede ser descorazonador pues parece reducir las propuestas del australiano a unas teorías interesantes pero desprovistas de utilidad práctica. Espero que, tal como quería Lorimer, a los asistentes les hubiera entrado el concepto básico del papel cerebral evaluador de peligro hasta lo más profundo de sus mentes para así proceder a un cambio sustancial en todas sus facetas profesionales.
Dejó meridianamente claro el papel de la pedagogía del profesional, del daño que puede hacer con la palabra, con los términos, con la visualización de sus informaciones.
Tengo la impresión de que muchos creen entender lo expuesto pero, sin darse cuenta, no han captado el mensaje. Lo sencillo se nos vuelve complejo cuando lo queremos ver desde nuestros juicios previos.
En cualquier caso era emocionante ver a un auditorio de fisioterapeutas entusiasmado con la propuesta de ver al cerebro en los fogones del dolor.
En el curso no había azafatas, no regalaban carteras ni invitaban a coffees. El almuerzo era en el comedor universitario y me recordó los rancios aromas del rancho de los comedores estudiantiles. El hotel y el viaje corría a cuenta del cursillista y, por supuesto, ningún sponsor de la Industria Farmacéutica estaba allí para aportar su granito de arena en estos asuntos que tanto visten del Cerebro.
En definitiva, he conocido a un buen gladiador y predicador de las buenas nuevas sobre dolor, me quedo con una cierta esperanza de que desde el universo de los fisios se resuelva algo que los neuroprofesionales no van a hacerlo y me vuelvo para casa contento por sentir de cerca la presencia de un investigador que admiro con el que se ha producido un curioso fenómeno de convergencia: hemos llegado a las mismas conclusiones, sin habernos leído en el camino. Puede que, simplemente, hemos bebido de las mismas fuentes: las Neurociencias.
3 comentarios:
Interesantísma la observación sobre el poco "glamour" de la reunión. No hay nada que vender, no hay nada que commprar, no están las farmaceuticas......Da que pensar.
Jesús: las farmacéuticas están, legítimamente a lo suyo. No sorprende que no estuvieran allí. Lo que sorprende es la ausencia de neuroprofesionales...
Cierto, sospecho que una cosa tiene que ver con la otra....Si no se prescribe nada, esto no puede ser serio. En muchos casos es la misma percepción que tiene el paciente.
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