Cuando una zona sufre el impacto de un estado energético letal (desgarro, compresión, quemadura, infección, corrosión, privación de oxígeno) sus células mueren de forma peligrosa para la vecindad ya que liberan tóxicos letales que producirían una reacción en cadena.
Las terminaciones nerviosas de la neurona vigilante de necrosis (muerte celular violenta) y las células vigilantes del sistema inmune detectan las señales generadas por la destrucción celular y responden al momento modificando su nivel de disparo. Una serie de moléculas son las encargadas de establecer este estado de máxima sensibilización en el lugar de la tragedia. El conjunto de estas moléculas se conoce como "sopa nociceptiva" o "sopa inflamatoria".
Si aplicamos "sopa" a cualquier tejido sano inducimos el estado de alarma: cualquier mínimo estímulo, aunque sea inofensivo, dispara potenciales (señales eléctricas) que viajarán hasta el cerebro generando falsa información de que en la zona de aplicación se ha producido una tragedia celular (necrosis). El cerebro proyectará dolor en el lugar de aplicación de la "sopa".
Los analgésicos-antinflamatorios neutralizan algunos componentes de la "sopa" por lo que el flujo de señales que llega al cerebro disminuye haciéndole pensar a este que el daño es menor que el real. Al llegarle un flujo reducido por el fármaco rebaja proporcionalmente la sensación de dolor. El efecto analgésico depende de un engaño al cerebro.
La sopa nociceptiva-inflamatoria se libera, de forma refleja, al destruir violentamente células. La inflamación es la respuesta defensiva local de los tejidos destruidos y el dolor es la contribución cerebral a garantizar que no se va a perturbar la reparación por el individuo.
Una versión reducida de la "sopa" se segrega por las terminaciones de las neuronas nociceptivas vigilantes cuando el cerebro valora probabilidad de peligro. La orden de máxima alerta viaja desde el cerebro hasta la neurona y se produce la liberación de las moléculas sensibilizantes (sustancia P, CGRP). El lugar bajo sospecha queda así sensibilizado y cualquier estímulo genera señal de nocividad que viajará al cerebro induciendo una evaluación errónea de que hay problemas. El cerebro activará la función dolor para implicar al individuo con una conducta defensiva innecesaria.
Al cerebro se le puede engañar con fármacos, anestesia y analgesia, haciéndole creer que no pasa nada cuando se están destruyendo células, o con información alarmista haciéndole creer que va pasar algo o ya está pasando, cuando en los tejidos no está sucediendo nada.
En la migraña y fibromialgia el cerebro activa la sopa preventiva en las terminaciones de la neurona y todos los estímulos generan falsa señal que mantiene el error de valoración de peligro por parte del cerebro.
El cerebro se autoalimenta (retroalimentación positiva, sesgo de confirmación) de sus propios pre-juicios.
La neurona sensitiva vigilante de necrosis obedece a los hechos locales y a las valoraciones-imaginaciones de peligro del cerebro. Las señales van de abajo arriba para informar de los hechos consumados o inminentes y de arriba abajo para informar de los hechos imaginados.
La "sopa" alarmista se activa en su versión completa cuando se ha consumado la tragedia necrótica y en su versión parcial cuando sólo hay daño imaginado por el cerebro.
El dolor habitualmente es mayor cuando sólo hay imaginación y error. Duele infinitamente más una migraña que un coscorrón.
2 comentarios:
Creo que aún hay otra posibilidad y es que nuestro cerebro nos este indicando que nuestra actual forma de vida nos está resultando dolorosa. Por ejemplo, una señora mayor comienza a quejarse de dolores de todo tipo y que los médicos que la habían observado diagnosticaron de fibromialgia. La señora comenzó a padecer estos dolores después de que su marido sufriese un acv que le había dejado bastante incapacitado y era ella quien lo atendía para cualquier cosa. Cuando por las noches, el marido se iba a la cama, y ella podía hacer sus cosas, ver su programa de tv, se preparaba algo de cenar, entonces dejaba de sufrir los dolores. Por la mañana cuando se despertaba, comenzaba a sentirse mal.
Fernando: lo que dices describe los hechos pero no los explica. El encendido del dolor certifica que el cerebro valora peligro. Este peligro de daño puede estar justificado (se está destruyendo tejido) o no (no sucede nada amenazante en la zona dolorida).
Si el dolor aparece asociado a una determinada circunstancia desencadenante y esta circunstancia no contiene destrucción consumada o inminente de células, la activación es errónea, innecesaria.
Los factores "psicológicos" pueden facilitar la aparición de dolor pero eso no dejaría de ser un error por parte del cerebro.
El hecho de que la vida "sea dolorosa" afectivamente no justifica que se active el programa somático seleccionado para indicar que hay necrosis (muerte violenta) celular. Si hay problemas en una comunidad de vecinos (la convivencia es "dolorosa") no tiene por qué activarse la alarma para incendios y provocar la evacuación de la casa y llegada de los bomberos.
Al dolor se le ha acoplado una literatura confusa que lo define como una consecuencia lógica de cualquier tipo de situación adversa, física o psicológica. Ello complica, en mi opinión, la valoración y resolución del problema.
Saludos y gracias por el comentario
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