Estoy acostumbrado a lidiar con la incredulidad. Mis pacientes entran en la consulta con unas convicciones y expectativas y se encuentran con una explicación, como poco, sorprendente.
- No había oído nunca hablar de todo esto que me cuenta
- Las neuronas no tienen publicidad
- Pensaba que estaban de moda
- Así es, pero no entre los profesionales. Todo el mundo se interesa por el trabajo neuronal: economistas, empresarios, ingenieros, físicos, matemáticos, biólogos, lingüistas, filósofos, psicólogos... y algún neurólogo y psiquiatra desmandado...
- Pues yo no oigo hablar de otra cosa que del Alzheimer y el Parkinson.
- En 1990 se declaró la década del cerebro, una formidable inversión económica para investigar las entretelas cerebrales. Gran parte de esa inversión corresponde a la búsqueda de nuevos fármacos para las siempre terribles enfermedades neuronales. La lógica prioridad de búsqueda de tratamientos ha descuidado la reflexión sobre el trabajo neuronal del cerebro sano.
- La migraña y la fibromialgia ¿son o no son enfermedades...?
- En opinión de los profesionales y muchos pacientes, son enfermedades. En mi opinión, no lo son, en el sentido que se aplica habitualmente a la palabra enfermedad. Son, más bien, padecimientos. Si las catalogamos como enfermedades deberíamos precisar a qué grupo pertenecen. Entonces aparecen los problemas. No encajan en ninguno de los grupos clásicos (tumorales, infecciosas, tóxicas, nutricionales, degenerativas, autoinmunitarias, traumáticas, genéticas, mentales) y se recurre al apaño de poner un poco de todo: así aparece una nueva especialidad la " Psiconeuroinmunoendocrinología". Es un título con 30 letras, 10 más que la Otorrinolaringología. Está de moda.
- No había oído hablar de ella.
- Esa endiabladamente larga palabra indica que hay procesos en los que falla la gestión del organismo. Los órganos son normales, no hay carencias alimentarias, infecciones, traumatismos, tóxicos, genes anormales, desvaríos mentales ni tumores pero algo no marcha. Se registra a los pacientes a fondo y siempre se saca algún traumatismo en el pasado, algún familiar con lo mismo, alguna inconveniencia alimentaria, la inevitable toxicidad ambiental, el supuesto estres de la vida moderna, confusas disfunciones inmunológicas. Todo a gusto del profesional de turno. Pero, en mi opinión, se deja lo fundamental.
- Ya, la información...
- Exacto. Hay disfunción de organismo por culpa de la información. Si bien se reconoce que "el cerebro procesa la información" se deduce que en la migraña y fibromialgia (y otras ...) lo hace mal y se culpa de ello a lo "un poco de todo", a la disfunción "psiconeuro....lógica" con el añadido de unos genes inadecuados para los tiempos actuales. La información en sí es, al parecer, óptima. está libre de toda sospecha. Made in Expertia.
- Según usted el cerebro es normal pero la información es mala.
- Eso pienso. Habría un grupo de "enfermedades" caracterizadas por una mala gestión cerebral de organismo por culpa de un aprendizaje inadecuado. La mala información tendría una gran parte de responsabilidad en el fracaso escolar.
- ¿Usted cree que aún estamos a tiempo de corregir esos defectos?
- Por supuesto. Es cuestión de escuchar, interiorizar, imaginar, actuar, comprobar, evaluar, reintentar...
- Estoy dispuesta a probar... Tiene su lógica
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Está sólidamente demostrado que las expectativas, condicionamientos y creencias explican el efecto placebo. La Comunidad Médica no acaba de aceptar el omnipresente efecto del placebo y le concede (a regañadientes) una importancia marginal. Un porcentaje sustancial de pacientes con migraña mejoran al cambiar sus expectativas y creencias. Cuando lo cuentan a sus allegados o médicos de atención primaria surge la incredulidad...
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- Estoy mucho mejor. No he tomado ningún analgésico. Parece increíble. Estoy "encantada"
- ¿Qué le dicen sus familiares y amigos? ¿Ha ido al médico de cabecera?
- Me han mirado con cara rara o, incluso, con gesto de preocupación... El médico de cabecera no me ha hecho mucho caso.
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Una reacción frecuente de los profesionales es la de negar la capacidad de modificar los síntomas modificando las creencias:
- No es mas que un efecto placebo... la sugestión... le habrás caído bien...
- Estoy de acuerdo. Es un "simple" efecto placebo pero... ¿qué es el efecto placebo?
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La explicación más aceptada sobre efecto placebo es que se debe a las creencias, expectativas y condicionamientos: el efecto del cambio de creencias se debe en realidad a un efecto placebo, es decir, a un efecto cambio de creencias. ¡¡¡¡El efecto de las creencias no existe!!!!
Supongamos que no es mas que un efecto placebo... un "simple" efecto de las creencias. Habrán cambiado con lo que se ha hablado, con las "simples" palabras y sin "potentes" fármacos. Hay creencias para gusto de todos. No se fíe... pero por si acaso hágase con buena información. Le recomiendo unas cuantas verdades básicas sobre Biología (con mayúscula) del dolor.
8 comentarios:
El afecto placebo.
Estupenda entrada. Acabo de entender, de forma novedosa, el espinoso asunto de la sugestión. Una de sus caras.
Pone en primer plano la ética del médico. No habría ninguna justificación para suministrar información engañosa o falsa a los pacientes.
Otra cuestión diferente sería la noción de transferencia y en especial la noción de transferencia en psicoanálisis, del que es un concepto fundamental. El psicoanálisis abordaría el malestar en el ser, que es algo diferente a lo que en principio pretende el neurólogo. La transferencia estaría presente en todas las relaciones humanas, inevitable, como corriente de afecto entre las personas. Pero la cura psicoanalítica se desarrolla sobre el terreno de la transferencia, por lo que está teorizada de una forma especial, dentro de la disciplina. No se si estoy redondeando en exceso, pero son campos muy distintos, creo yo.
La transferencia existe hasta en el mercado, es decir existe con independencia del campo en el que se actue, y no tiene nada que ver con la sugestión aunque en realidad toda sugestion se desarrolla sobre algo especular (fascinacion)
Paco y Victoria: no tengo capacidad para valorar cuestiones de transferencias. Mi empeño es el de conocer lo que sucede en las neuronas cuando el ciudadano sufre desde la perspectiva de organismo. Lo que intento es dar con las razones que determinan el encendido de las alarmas sin que existan estados que justifiquen hacerlo. Considero que al cerebro no se le escapan las cosas. Decide el encendido de los programas y acoplada a esa decisión hay siempre una evaluación. El plano psicológico existe pero no tengo competencia en ese territorio.
Paco: El término sugestión, en el contexto de una explicación sobre mecanismos neuronales, se me escapa. Yo me veo como un profe que intenta explicar unas lecciones a sus alumnos. Simplemente les digo cómo funcionan las neuronas... No les sugestiono, les informo.
Doctor, sepa que no pierdo de vista su perpectiva sobre el tema.
Saludos.
Hola, Arturo.
En esto que dices "las razones que determinan el encendido de las alarmas sin que existan estados justificados" me hace pensar que, al igual que nacen dos gemelos y uno es llorón y el otro tranquilo, ¿no puede ser que simplemente unos cerebros tengan regulada la alarma "al alza" y otros "a la baja" y que conocer las razones que tú dices sería como conocer el porqué unos somos rubios y otros morenos? (si no es que se descubre próximamente un gen que determina también eso...)
Ana: efectivamente nacemos con predisposiciones genéticas. Básicamente se describen individuos "evitadores de daño" y su contrario, los exploradores, "buscadores de novedad". Eso puede hacer que el sistema nociceptivo tenga más o menos tendencia a construir estados de alarma, pero no es condición necesaria ni suficiente. Los sensores de daño precisan ser activados por "energía térmica o mecánica peligrosa" o por evaluación cognitiva, cultural, de peligro para encenderse el programa "dolor".
La única condición referida a dolor, de causa genética, es la "Ausencia congénita de dolor",en la que no se fabrican las fibras nerviosas imprescindibles para generar y transmitir señal de daño. Lo contrario: la presencia facilitada de dolor, congénita, no existe, que yo sepa.
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