Homo sapiens (ma non troppo) es un omnívoro, come de todo, pero no come hierba. En los tiempos duros de la sabana, valían los tubérculos, los insectos y la carroña junto a esquisiteces ocasionales como la fruta, la miel o pequeñas aves y mamíferos. Más adelante apareció la caza organizada, colectiva, de grandes piezas de carne y, por fin el cultivo de todo, la comida a pie de la guarida. Así, sin darnos cuenta hemos acabado en una estrategia quasi-vegetal: nos apalancamos en nuestras casas y extendemos raíces que llegan hasta el super. Con el mando a distancia de la tele exploramos el mundo e "interactuamos" socialmente. Ya no necesitamos las neuronas para buscar comida y defendernos de los depredadores sino para conseguir dinero y aprecio social.
No necesitamos mover el esqueleto para sobrevivir. En su lugar movemos la mente. Resolvemos las cuestiones, o las complicamos aun más, imaginando la realidad, rumiando y amasando confusamente el pasado, presente y futuro.
A muchos les sobrevive la tendencia ancestral del movimiento y dedican su tiempo libre a correr, saltar, agazaparse, danzar, escudriñar, huir, perseguir, lanzar objetos, explorar. Los viajes, el baile y los deportes calman las pulsiones atávicas de los tiempos de la sabana.
Otros muchos se dejan llevar por los nuevos tiempos del garantismo físico y social, de la comida, cobijo y amparo social disponibles sin gran esfuerzo y permanecen encamados, evitando el movimiento.
La inmovilidad no es solicitada ni deseada. Se sienten doloridos y agotados, sin energía ni ganas. Quisieran sentirse bien para explorar el mundo pero su organismo no parece estar para esas alegrías.
- Me duelen los huesos, doctor.
- Los huesos no duelen
- Pues serán las articulaciones
- Tienen buen aspecto en las radiografías. Son un prodigio de la evolución. No las infravalore.
- No sé...pues serán los músculos...
- Los músculos, si tienen comida y oxígeno y no les pide que trabajen por encima de sus posibilidades, tampoco se quejan
- Entonces serán los dichosos nervios
- El dolor es una queja física. No mezcle los asuntos
- Pues entonces no sé qué pueda ser...
- Es su cerebro. Está desocupado. Ya no necesita organizar el movimiento para sobrevivir y ahora le preocupan las enfermedades, los desgastes. Ha criado miedos. Tiene incluso miedo al movimiento. prefiere verle siempre en casa, en la guarida. Enciende el programa de "como si...estuviera enferma" y así no corre riesgos
- No soy de esas que se queda en casa porque quiere. Si me encontrara bien saldría pitando a la calle a comerme el mundo, pero no me encuentro bien.
- No le estoy juzgando a usted sino a su cerebro. Tiene que hablar con él y quitarle de la cabeza ese miedo a que se descoyunten sus huesos, rocen sus articulaciones, se pincen los nervios, se vengan abajo sus músculos o pille extrañas y misteriosas enfermedades, ocultas y agazapadas en el exterior.
- No le entiendo. Mi cerebro y YO ¿no somos lo mismo?
- ¡Y un jamón!
- Usted me dirá...
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