Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

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lunes, 29 de junio de 2009

Teorías y práctica




Homo sapiens (ma non troppo) habita entornos teóricos. Respiramos, digerimos, metabolizamos, excretamos teorías. Deshojamos una y otra vez la margarita antes de tomar la decisión. Necesitamos siempre más manuales para tener la seguridad de que vamos a acertar esta vez. Mientras tanto la realidad, el tiempo, sigue su curso, con sus oportunidades al alcance de la mano.

Los períodos reflexivos son necesarios y necesitamos disponer de un prospecto mínimo del mundo pero debemos dar por terminado el período escolar y no prolongarlo hasta el infinito con diversos masters.

Cuando obtuve la Licenciatura de Medicina era consciente de que no estaba preparado para asumir la toma de decisiones diagnósticas ni terapéuticas. Así que decidí intercalar un período de formación adicional como residente en un Hospital para aprender lo necesario. Cuando acabé mi formación en Neurología, al cabo de 5 años de práctica intensa, accedí a mi puesto de trabajo como neurólogo único en mi hospital. En ese momento fuí consciente de que estaba en una situación similar a la de mi Licenciatura: me faltaba preparación para desarrollar con seguridad (para los pacientes) mi trabajo. Sin embargo, en esta ocasión no podía evitar la realidad: estaba sólo frente a la incertidumbre y me las tuve que apañar yo solito.

La incertidumbre me salpicó en épocas en las que me tocó ser paciente, a veces por enfermedad y otras por percepción de síntomas inexplicables, estando inciertamente sano. Comprendo la situación de mis padecientes sanos porque me ha tocado engrosar la lista.

Con los años he ido disolviendo la angustia por la toma de decisiones diagnósticas y terapéuticas propias y ajenas pero sigo deshojando margaritas y buscando teorías para afrontar el día a día.

Los pacientes de esta época son, en cierta manera, médicos... de sí mismos. Han recibido formación teórica pero no tienen práctica y padecen la angustia de la incertidumbre diagnóstica y terapéutica. Necesitan prolongar el peródo teórico antes de afrontar la realidad. Mientras tanto el mundo va a su bola y las oportunidades se esfuman porque no estábamos allí.

Los padecientes sanos, las víctimas del "worry-well" (estar bien y sentirse mtal) sobredosifican a veces los períodos teóricos a costa de asumir la formación práctica, que no es otra que la de asumir la realidad y dejarse de masters previos. Los masters están bien pero como compañeros de viaje de los encontronazos con el entorno y uno mismo.

Puestos a escoger masters mi sugerencia es que se lea algo sobre "disonancia cognitiva", "terapia de aceptación y compromiso" y "logoterapia". Basta con pinchar en Google. Con la convicción de estar sano, una decidida voluntad de asumir la incertidumbre de la realidad y formación continuada teórica (incluso como actividad intelectual gratificante) se puede y debe emprender el camino sin más preámbulos sabiendo que no podremos eliminar nunca la incertidumbre ni la necesidad de esforzarnos.

- ¿Qué proyectos tiene en la mente?

- Pues verá: mi hija hace submarinismo y tengo interés en ir a Australia, que no he estado nunca, y me hace ilusión ver unos tiburones que hay por allí. Así que me va a dar un curso de buceo y me iré para Australia dentro de unos meses...

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Este es un diálogo real de mi consulta con una abuela de 75 años. Primero se apuntó a un curso de buceo (teoría y práctica tutorizada) para lanzarse luego al agua (práctica). Es la mejor forma de no ahogarse en un vaso de agua.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Leyendo este post me han venido a la cabeza los "alumnos eternos" esos que siempre parecen estar en periodo de formación y a pesar de eso o quizá por eso, son tan inseguros. Son vampiricos y parasitarios, nunca dan nada y se limitan a picotear de aqui y de allá disfrazando su inseguridad de búsqueda. Yo conzco a varios con ese perfil y siempre les llamao "tacaños" porque cuando les pides un trabajo (una presentación) siempre tienen demasaido trabajo y es cierto: s ellenan de trabajo para disminuir su incertidumbre pero no lo consiguen. No hay mas remedio (en un médico) que trazar una linea muy marcada en ese umbral que separa la ignorancia de la excelecnia y atreverse a equivocarse.

Arturo Goicoechea dijo...

Probablemente la realidad, la imposibilidad de eludirla, no sobliga a espabilar. Desde que aprendí esa norma básica del aprendizaje: "acepta el riesgo y ponte en camino" tiendo a aceptar muchos compromisos que pudieran ser incómodos y que después de aceptarlos me viene la tentación de volver a rechazarlos. Al final asumo el reto lo desarrollo y siempre me he alegrado de haberlo hecho.

Suscribo todo lo que dices sobre un alumnado perezoso escondido bajo el autoengaño del excesivo trabajo y falta de tiempo.

Cristina dijo...

Está claro que el blog es el lugar idóneo para hacer "terapia". Llevo unos días con tal dolor de espalda (especialmente a nivel dorsal) que, a pesar de considerarme una de tus alumnas más disciplinadas, hoy he tenido un atisbo de duda ... "¿seguro que no tendré nada en la columna dorsal...? Es que este dolor tan intenso no es normal... dura ya casi año y medio y ni siquiera me han hecho un TAC de las dorsales… ¿cómo es posible que no pueda ni empujar las puertas y me duela hasta el roce con el respaldo de la silla a pesar de que me apoyo en un cojín?...". De verdad que no había dudado hasta estos días, pero el dolor intenso y continuado (sea cual sea la ubicación del mismo) desmoraliza a cualquiera, sólo quienes lo padecemos o lo han padecido saben hasta qué punto…

Entonces he entrado en el blog y no sé si a otros pacientes les ocurre o no lo mismo, pero yo en muchas ocasiones tengo la sensación de que escribes para mí, supongo que es porque me fijo justo en las cosas que necesito oir (en este caso leer) en ese momento concreto. El reto de tu artículo de hoy para mí es conseguir la “decidida voluntad de asumir la incertidumbre de la realidad”, ya que no puedo eliminar esa incertidumbre, la clave está en asumirla… y seguir aprendiendo… Yo me apunto a buscar en el google para tener lectura para esta tarde. Muchas gracias.

Arturo Goicoechea dijo...

Cristina: el blog es un espacio abierto en el que se funciona sin reglamento y los temas vienen y van en función de lo que pueda tener interés. Si los visitantes plantean cuestiones me dejo influir por los comentarios y adapto las entradas a lo que surja de ellos, entre otras cosas porque así tengo solucionado el tema a tratar. La incertidumbre es el principal enemigo porque se construye con suma facilidad. Si aparece hay que eliminarla. Afortunadamente hoy en día podemos hacerlo fácilmente solicitando las pruebas oportunas.Una vez vencida esta incertidumbre sobre existencia de lesiones queda el problema de la perplejidad sobre origen del dolor y las dudas sobre su resolución.

Evidentemente los visitantes que hacéis comentarios estáis enchufados. Faltaría más...

Anónimo dijo...

Mi abuela solía decir que no es lo mismo que algo te duela que acobardarse por el dolor. Yo creo que en tiempos de mi abuela había muchas razones para el dolor necrótico y hoy hay muy pocas: de manera que creo que es verdad eso de que el miedo al dolor -su expectativa- genera condiciones para que exista más dolor. Tanto es asi que si pudiéramos separar ambas experiencias (dolor y miedo al dolor) lo que quedaria es un simple cosquilleo.

arturo goicoechea dijo...

Uno de los muchos tópicos que han aflorado en esta época es el de dar por sentado que ser abuelo está asociado necesariamente a tener dolor "por los años, que no pasan en balde", el desgaste óseo, reuma etc. El de los abuelos es un colectivo especialmente castigado por el dolor erróneo, cultural.

Conocí a una abuela que comentaba "me voy a la huerta pues si no me duelen todos los huesos..."

Cristina dijo...

A día de hoy estoy convencida de que la incertidumbre ha sido mi peor enemigo en este calvario. No ha sido el estrés, ni siquiera ha sido el dolor y la rigidez, y mucho menos la depresión. Ha sido la incertidumbre, y la disonancia cognitiva por supuesto, ;-)

Lo de las pruebas médicas está claro que ayuda muchísimo, el problema es cuando te dicen que no tienes nada antes de hacerlas (mi primer "diagnóstico" fue algo así como "es imposible que tengas algo en la espalda con lo delgada que estás"), o se dilatan tanto en el tiempo que para cuando llegan, el paciente ya ha imaginado, o le han contado, o ha visto casos, o ha leído en Internet, o o o un largo etcétera, con lo que el lógico efecto tranquilizante de que una resonancia sea "normal para tu edad", se desvanece enseguida porque el dolor no desaparece y las interpretaciones sobre "normalidad" de la espalda son tan variadas ... y si encima fuiste atropellada hace 13 años por un coche mientras ibas patinando (esto es muy jugoso para los fisios especialmente...), y si encima rematas el tema porque habías vivido un período de muchísimo estrés (qué jugoso para las terapias alternativas...), y ya ni te cuento si tienes ahí guardados (bien bien escondidos) un par de episodios traumáticos de la adolescencia (muy jugosos para los psicólogos...), uf, entonces el tema se te complica tantísimo que se te acaba yendo de las manos por la incertidumbre que todo ese batiburrillo de "información" genera...

Hablando de abuelas, la mía con casi 85 se agacha para regar las cerca de 30 plantas que tiene en la terraza cargando con un bidón de 5 litros mientras yo la miro con envidia pensando... desde luego que lo mío, sea lo que sea, genético no es...

Sobre el miedo al dolor, creo que en el tema de la espalda esto se complica un poquitito. Si, por ejemplo, estás sufriendo una migraña, aunque el dolor es horrible, no contraes el cerebro ni andas con el cuello rígido o con la cabeza ladeada para protegerte (al menos eso supongo), pero con la espalda las posturas de protección (difíciles de evitar, lo puedo asegurar) me temo tienen que tener sus consecuencias negativas, es algo así como una sensación (que llega a ser acción) de ir retorcida con todas las vértebras en tensión, eso tiene que provocar cierto "daño" aunque no sea necrótico... Creo que terminaré pagándome la resonancia dorsal para darme un empujoncito en la lucha contra el miedo al dolor, porque la voluntad os puedo asegurar que la tengo y la mantengo, junto con las ganas de seguir aprendiendo de vosotros. Gracias por la información y por el "enchufe"...

Arturo Goicoechea dijo...

El objetivo del trabajo neuronal es minimizar la sorpresa. Efectivamente la bestia negra es la incertidumbre y, creo que, las evaluaciones de los expertos en el tema del dolor no ayudan a despejarla sino a estructurarla aun más o, pero, a transformarla en una certeza de enfermedad o desvarío mental.