
Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología. | We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology. |
martes, 30 de junio de 2009
Alodinia



lunes, 29 de junio de 2009
Teorías y práctica

domingo, 28 de junio de 2009
Complejidad neuronal



sábado, 27 de junio de 2009
Resonancia estocástica



viernes, 26 de junio de 2009
Los dedos ven y los ojos tocan



jueves, 25 de junio de 2009
Cervicales
La función del cuello es facilitar que los ojos palpen a distancia los objetos. Los ojos se mueven con libertad y precisión en el interior de las órbitas pero necesitamos ampliar el campo de observación con el movimiento de la cabeza sobre el cuello y el de las propias vértebras cervicales entre sí.
A veces los objetos de interés están quietos y el sistema ojos-cabeza-cuello debe ofrecer estabilidad y fijeza, y otras se mueven rápida e irregularmente exigiendo al conjunto ajustes vivos y precisos para no perder detalle.
Somos una especie visual y damos por supuesto que la evolución habrá ido seleccionando aquellos individuos que, al menos durante su época fértil, hayan demostrado una habilidad suficiente para leer adecuadamente con los ojos el mundo (incluyendo a sus congéneres). Ello exige, además, una capacidad de la estructura cráneo-cervical para soportar el estrés de la exploración visual continuada. La cabeza no pesa gran cosa, apenas 2 kilos, por lo que las vértebras cervicales no tienen que soportar una carga excesiva. No parece, por tanto, que la evolución hubiera de tener demasiados problemas para conseguir el objetivo del seguimiento visual sin poner en peligro la integridad de las vértebras del cuello.
No sabemos nada sobre quejas cervicales de Homo sapiens (ma non troppo) hasta que se descubrieron los rayos X. Suponemos que nuestros antepasados también se mareaban y sufrían dolor en cuello y cogote pero probablemente no culpaban a su columna. Cuando pudimos "echar los rayos" al interior, todas las sospechas empezaron a recaer sobre la columna. Las radiografías afloraron columnas torcidas, rectificadas, desgastadas, deformadas y decalcificadas. El cuello se mostró como el peor enemigo de la cabeza (y de los ojos). No sólo había perdido movilidad sino que estrangulaba las arterias que ascendían hacia el cerebro comprometiendo su "riego".
El cuello, fiel aliado de ojos y cabeza durante millones de años de lucha por la supervivencia, se ha convertido en una zona vulnerable, frágil, deformada, avejentada prematuramente, que ya no sirve para mirar ávidamente y con precisión el mundo.
Al parecer, no hay muchos motivos para sentirse orgullosos de nuestra cervicalidad actual. Apenas podemos mirar al cielo ni girar la cabeza por el mareo. Con el movimiento nuestras deformadas vértebras comprimen las delicadas arterias que atraviesan complicados desfiladeros y las neuronas no pueden trabajar porque no les llega "riego". Los discos están herniados, los nervios pinzados y los músculos contraídos por el apretón del estrés.
El "ejército de salvación cervical" se ha puesto en marcha: fisios, osteópatas, quiroprácticos, masajistas, energizadores, acupunturistas, homeópatas, fármacoterapeutas, herboristeros, maestros de yoga, gurus, curanderos... todos ellos hablan de "las cervicales", de su lamentable estado y de la bondad de sus remedios.
- Tengo cervicales...
- Todo el mundo las tiene. Sin ellas no podríamos observar adecuadamente el mundo. Forman parte del aparato visual.
- Bueno, no sé a qué se refiere. Me duelen las cervicales y me mareo. Me han explicado que tengo mucho desgaste y que la sangre no llega bien a la cabeza.
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El cerebro está hecho un lío con lo de "las cervicales". Ya no se atreve a mirar, a palpar el mundo. Ha renunciado a activar el exquisito juego de movimientos de cabeza-cuello, sus infinitas combinaciones perfectamente ajustadas al movimiento de objetos y ojos y ahora mira con temor con el rabillo del ojo o girando todo el cuerpo sobre la pelvis. Mantiene el programa de alerta con la contracción preventiva de los músculos del cuello, con el umbral de dolor bajo, con la incertidumbre de la caída in mente...Toda previsión es poca.
El Homo sapiens (ma non troppo) moderno tiene su tendón de Aquiles en el cuello. Quién lo iba a decir...
No hay que alarmarse. ¡Siempre nos quedarán los collarines!
miércoles, 24 de junio de 2009
¡A mover el esqueleto!
Homo sapiens (ma non troppo) es un omnívoro, come de todo, pero no come hierba. En los tiempos duros de la sabana, valían los tubérculos, los insectos y la carroña junto a esquisiteces ocasionales como la fruta, la miel o pequeñas aves y mamíferos. Más adelante apareció la caza organizada, colectiva, de grandes piezas de carne y, por fin el cultivo de todo, la comida a pie de la guarida. Así, sin darnos cuenta hemos acabado en una estrategia quasi-vegetal: nos apalancamos en nuestras casas y extendemos raíces que llegan hasta el super. Con el mando a distancia de la tele exploramos el mundo e "interactuamos" socialmente. Ya no necesitamos las neuronas para buscar comida y defendernos de los depredadores sino para conseguir dinero y aprecio social.
No necesitamos mover el esqueleto para sobrevivir. En su lugar movemos la mente. Resolvemos las cuestiones, o las complicamos aun más, imaginando la realidad, rumiando y amasando confusamente el pasado, presente y futuro.
A muchos les sobrevive la tendencia ancestral del movimiento y dedican su tiempo libre a correr, saltar, agazaparse, danzar, escudriñar, huir, perseguir, lanzar objetos, explorar. Los viajes, el baile y los deportes calman las pulsiones atávicas de los tiempos de la sabana.
Otros muchos se dejan llevar por los nuevos tiempos del garantismo físico y social, de la comida, cobijo y amparo social disponibles sin gran esfuerzo y permanecen encamados, evitando el movimiento.
La inmovilidad no es solicitada ni deseada. Se sienten doloridos y agotados, sin energía ni ganas. Quisieran sentirse bien para explorar el mundo pero su organismo no parece estar para esas alegrías.
- Me duelen los huesos, doctor.
- Los huesos no duelen
- Pues serán las articulaciones
- Tienen buen aspecto en las radiografías. Son un prodigio de la evolución. No las infravalore.
- No sé...pues serán los músculos...
- Los músculos, si tienen comida y oxígeno y no les pide que trabajen por encima de sus posibilidades, tampoco se quejan
- Entonces serán los dichosos nervios
- El dolor es una queja física. No mezcle los asuntos
- Pues entonces no sé qué pueda ser...
- Es su cerebro. Está desocupado. Ya no necesita organizar el movimiento para sobrevivir y ahora le preocupan las enfermedades, los desgastes. Ha criado miedos. Tiene incluso miedo al movimiento. prefiere verle siempre en casa, en la guarida. Enciende el programa de "como si...estuviera enferma" y así no corre riesgos
- No soy de esas que se queda en casa porque quiere. Si me encontrara bien saldría pitando a la calle a comerme el mundo, pero no me encuentro bien.
- No le estoy juzgando a usted sino a su cerebro. Tiene que hablar con él y quitarle de la cabeza ese miedo a que se descoyunten sus huesos, rocen sus articulaciones, se pincen los nervios, se vengan abajo sus músculos o pille extrañas y misteriosas enfermedades, ocultas y agazapadas en el exterior.
- No le entiendo. Mi cerebro y YO ¿no somos lo mismo?
- ¡Y un jamón!
- Usted me dirá...


martes, 23 de junio de 2009
Movimiento articulado

lunes, 22 de junio de 2009
¡Ahá!

Hay cuestiones que se nos resisten. Disponemos de datos, explicaciones, ejemplos... pero no acabamos de verles el rostro con claridad. Las presentimos, casi estamos a punto de sorprenderlas... hasta que un buen día aparecen de cuerpo presente, casi materializadas. A partir de ese momento forman parte de nosotros, no necesitamos invocarlas ni solicitarlas.
domingo, 21 de junio de 2009
El cerebro vagabundo
Cuando "pensamos en Babia" tenemos, aparentemente, la mente en blanco, con electroencefalograma plano, pero no, no es así. Más bien todo lo contrario.
Babia es una hemosa comarca noroccidental leonesa en la que pensaban los nostálgicos pastores que la añoraban desde su forzado exilio en los pastos extremeños de invierno. Su cerebro no estaba ocioso en ese momento sino que desarrollaba una frenética actividad, repasando los hechos significativos del pasado, proyectando el futuro y tratando de captar la forma en la que nos verían los prójimos de turno.
Cuando el individuo está de brazos cruzados o cuando estos se afanan en tareas de rutina, muy automatizadas, se activa un estado cerebral denominado "default mode": modo por defecto. Se pensaba que correspondería a un estado de baja actividad cerebral, de bajo consumo de glucosa, pero cuando se pudo proceder a comprobar si era realmente así se vio que justamente era lo contrario de lo que se esperaba. El cerebro vagabundo, el de Babia, es un cerebro tremendamente activo. Consume más recursos que cuando está aplicado en atender algún complicado requerimiento del individuo.
El cerebro "por defecto" se dedica a rumiar el pasado, proyectar el futuro y especular sobre las opiniones de los demás sobre nuestras acciones. Busca asociaciones, coincidencias previamente no advertidas, causalidades ocultas, señales, hitos...en definitiva, información, capacidad predictiva, conocimiento.
Cuando el individuo duerme o, simplemente descansa, el cerebro vagabundea, retoma los hechos y los zarandea para ver si sueltan alguna enseñanza nueva. Les aplica ópticas nuevas, secuencias invertidas (ingeniería inversa).
El trabajo del cerebro vagabundo no es del todo libre. Está amarrado y lastrado por las creencias. El coto de las convicciones hace que los episodios de dolor sean procesados una y otra vez para buscar asociaciones con la linterna de las doctrinas oficiales. El resultado es un reforzamiento de lo ya creído. El vagabundeo en este caso no sirve para explorar y liberarse sino para consolidar y estrechar las cadenas. Sólo cuando rompemos el sistema de creencias se produce la acción liberadora del ensoñamiento cerebral.
El individuo despierto debe concentrar su esfuerzo en digerir despacio el conocimiento y despreocuparse después. Su cerebro se ocupará en analizar lo novedoso aportado y decidirá si debe o no modificar los esquemas mentales.
Es bueno dejar volar la imaginación, concedernos el dolce far niente pero primero es necesario soltar las amarras, la cuerda que nos ata al árbol y nos va cerrando el círculo.

