Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

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lunes, 18 de mayo de 2009

"Algunos... se marean"








Probablemente el mareo sea el síntoma que más preocupa, incomoda, invalida y desconcierta. Ya de entrada, es complicado describirlo.

        - No sé cómo explicárselo...es como si... no sé... me hubiera tomado unas copas... como estar flotando... la cabeza como hueca. Me hablan y no me entero. Es como si no fuera yo. Oigo a los demás y mi propia voz como en una nube. Me falta control. De repente me da como una sacudida breve interior, como una descarga que fuera a lanzarme, como si fuera a fulminarme. Tengo ganas de que todos se vayan y tratar de encontrar la calma. Necesito hacer una respiración honda. Parece que no acaba de entrar el aire hasta el fondo de los pulmones... Es la sensación constante de que algo pudiera ocurrir en cualquier momento... aunque sólo se producen amagos. Es algo muy raro.

       -  Si fuera neurólogo como yo, no le parecería tan raro. Todos los días acude algún paciente que relata lo mismo que usted. No se preocupe. Me hago cargo de lo que siente. Por si le sirve de consuelo yo mismo tuve ese problema hace años. 

       - Me han hecho análisis, me ha visto el Otorrino, "el de trauma", me han dado pastillas para los nervios, Dogmatil, relajantes musculares... pero sigo igual. ¿Dice que también tuvo usted esto? ¿Y...se le quitó? ¿Cómo lo consiguió?

       - Cuando entendí lo que pasaba se fué disolviendo ello sólo. Lo único que tenía que hacer era recordarme de vez en cuando que no sucedía nada, que era el pelma de mi cerebro el que me creaba problemas con sus ambigüedades e incertidumbres. Hay que ocuparse del cerebro de uno: mantenerlo tranquilo, en la banda de sensatez. De otro modo coge miedo a todo y nos hace la vida imposible. Lleva la irracionalidad en los genes: nacido para atemorizarse... y atemorizarle. Puede ser peor que unos padres ansiosos que no dejan moverse a sus pobres hijos. 

        - O sea que usted también piensa que es psicológico...

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La percepción es la función estrella de nuestro cerebro. Utilizando los garabatos de realidad que le facilitan los sentidos, tiene que interpretar el mundo externo. Si no fuera por el cálculo de probabilidades, la habilidad fundamental de la red neuronal, no entenderíamos nada de lo que nos rodea. El cerebro utiliza la memoria de lo vivido para dar significado a lo que los sentidos le van proponiendo. 

Vemos un mundo organizado, con objetos bien diferenciados, con forma y color constante, con movimiento suave, uniforme. Identificamos y localizamos todo lo cotidiano. Tomamos la medida a lo que está al alcance de la mano y lo cogemos con precisión. Sentimos el cuerpo estable, a pesar del movimiento continuo de los objetos, de nuestra cabeza, ojos y columna. 

El interior está ausente. No oimos, vemos, palpamos ni (afortunadamente) degustamos u olemos vísceras, ácidos, bilis ni puré intestinal. Damos por supuesto que el corazón se contraerá con los latidos necesarios y suficientes, que la presión será también la necesaria y suficiente... que todo, en definitiva, tendrá comedimiento y economía y que no se producirán fallos inesperados. Queremos certeza para desatender la máquina. Le pedimos lo mismo que a nuestro coche. La incertidumbre amarga el viaje.  

El mareo es la expresión de la incertidumbre cerebral: ¿me caeré? ¿Se parará el corazón? ¿Tendré un infarto? ¿Una embolia? ¿Perderé el control de mis acciones? ¿Estaré enfermo? ¿Esclerosis múltiple?... 

            - Doctor y esto del mareo... ¿por qué viene...?


            - Había un doctor en mi pueblo al que una señora le hizo la misma pregunta. Ante la falta de explicaciones biológicas le propuso una algo extraña: 


          - ¿Sabe que la tierra da vueltas, no?

          - Sí, por supuesto...

          - Pues... algunos se marean

                                                  

                                                            (Continuará, esta vez en serio) 

2 comentarios:

cal y arena dijo...

Doctor: ¿existe el mareo o vértigo por artrosis cervical? Si es así ¿por qué se produce? ¿No llega la sangre al cerebro o es por las contracturas?

Arturo Goicoechea dijo...

Cuando era residente de Neurología estaba en boga la teoría que explicaba el mareo y vértigo por compresión de las arterias ("vertebrales") que van hacia el cerebro y viajan pegadas a la columna. Se pensaba que los "picos" de artrosis pinzaban estas arterias e impedían la llegada de sangre a las neuronas donde se recibían las señales del oído interno.

Estábamos tan convencidos de que era así que hacíamos una arteriografía (prueba de cierto riesgo) para comfirmarlo. La sospecha clínica procedía de que los pacientes referían mareo al girar el cuello.

Debo confesar que me avergüenza todavía haber indicado esa exploración con tan poco fundamento pero es lo que había...

La teoría está desacreditada por múltiples razones. Será difícil que encuentre alún neurólogo que la defienda aunque entre Otorrinos, y más raro, entre Traumatólogos todavía encuentre partidarios.

Con la contractura cervical es difícil explicar el mareo. Sólo se me ocurre pensar que al inmovilizarse la columna se altera la información mecánica articular de los giros cervicales y eso complica toda la programación perceptiva y motora al cerebro.

En cualquier caso se abusa de echar la culpa a las cervicales de casi todo lo que se siente por esa zona.