Los sensores de necrosis (nociceptores durmientes o silenciosos) pueden despertar por señales de muerte violenta, tras un desgarro, compresión, quemadura, corrosión o infección o por miedo cerebral a que se pueda producirse la necrosis porque siempre existe una posibilidad teórica.
Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología. | We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology. |
sábado, 25 de abril de 2009
El cerebro emula la realidad que imagina
Los sensores de necrosis (nociceptores durmientes o silenciosos) pueden despertar por señales de muerte violenta, tras un desgarro, compresión, quemadura, corrosión o infección o por miedo cerebral a que se pueda producirse la necrosis porque siempre existe una posibilidad teórica.
5 comentarios:
Saludos Arturo. Y saludos a la información y conocimiento como herramienta que pones en nuestra mano. Todo es claro y convincente. Pero (¡ya me conoces, no me canso de preguntar y dudar ¡ )…dices :la racionalidad es el camino, lo cura todo. Entonces ¿qué mecanismos tiene nuestro cerebro para seguir creyendo en mentiras y cuentos, a pesar de que racionalmente entendamos esa farsa? Hay personas que si, lo entienden y cambian a la primera, otras vamos despacio, y otras abandonan. Sigo creyendo que esos patrones neuronales son incorporados por experiencias y emociones pasadas. Ahí está el organismo con su lenguaje. Y así entiendo lo que dices de creencias, valores y cultura como formadores de esas alarmas imaginarias. Pero como he dicho antes, con la influencia de las emociones de individuo, en el organismo entra otro concepto que es el inconsciente. ¿ Qué te parece? Hay solo una mirada o quizas más.
Un abrazo. Iñaki
Iñaki: creo que es importante diferenciar el plano emocional visto desde los intereses del organismo, del mantenimiento de condiciones internas adecuadas, garantistas, seguras,del del individuo.
El dolor, como cualquier ora percepción física (frío, calor, hambre, prurito, cansancio, etc) es la expresión de un estado emocional somático. Hay siempre una evaluación inconsciente (las inferencias inconscientes de Herman Von Helmholtz) cuyo tramado se nos escapa. Sólo podemos acceder a las conclusiones, a lo que el cerebro nos proyecta en el ámbito perceptivo, cognitivo y conductual.
No hay compartimentos estancos, sobre todo al principio. La red neuronal infantil contiene demasiadas conexiones entre diversos planos. En la adolescencia se produce una poda contundente de conexiones que trata de limitar bien los bordes de cada asociación estímulo-respuesta.
En el tema del dolor está todo potencialmente integrado y a veces confuso. Es como si se mantuviera la conectividad infantil o embrionaria de "todo puede estar relacionado con todo".
Hay un proceso neurofisiológico básico, la "inhibición colateral", que intenta limpiar, hacer nítidos los episodios. Esto sucede en la percepción, en el movimiento y, creo, sucede o debiera hacerlo, en la emoción.
Si se promueven interacciones entre lo emocional biográfico (desde la perspectiva del individuo) y lo emocional somático se potencian episodios innecesarios de dolor que, no sólo hacen sufrir, sino que añaden más confusión si cabe a las decisiones cerebrales. Saludos
Amigo Iñaki, doctor Goicoechea,
Si me permiten, voy a aventurar una opinión, en un terreno en el que personalmente camino a tientas: si lo que se quiere es, directamente y por lo corto, eliminar el síntoma (porque el dolor o la situación creada sean insoportables) yo olvidaría el plano subjetivo (es decir, el plano del individuo, el biográfico emocional) y aplicaría la escrupulosa racionalidad de los procesos cerebrales, que tan claramente describe el doctor Goicoechea. Yo creo que este es el trabajo del neurólogo, en el caso traido de la migraña. Pero si (entre otras cosas) el síntoma no invalida al que lo sufre, yo entraría en el plano subjetivo, porque el tejido en el que se enredan la información, la buena y la mala, y brotan los síntomas, es el plano biográfico y muy concreto, del sujeto que lo cuenta.
Es más, no creo que son procedimientos incompatibles, siempre que cada terreno esté bien definido y cada profesional sepa lo que hace en el suyo. Se trata de tareas distintas.
Probablemente todo lo que decís tiene su sentido. Creo que es un problema de matizar el terreno sobre el que debatimos. El término emoción está muy sesgado hacia el mundo del individuo, sus relevancias como persona con una historia en un colectivo.
Este es un blog sobre migraña en el que está priorizada la crisis, un dolor realmente terrible. El objetivo es el de quitar transcendencia emocional a lo que sucede, tanto desde la perspectiva del individuo como del organismo. Lo fundamental es establecer una convicción neuronal profunda de que no sucede nada para que así el cerebro habitúe (desconsidere) el chocolate, dormir poco, etc.
A veces no vemos nítidamente la conducta irracional cerebral porque no nos han enseñado a contar con ella.
Es imposible limpiar lo emocional y hacer un enfoque estrictamente racional. En este tema la información racional de los expertos, en vez de sosegar al cerebro lo calientan pues los contenidos de la información experta potencian un estado emocional absolutamente injustificado.
Publicar un comentario