Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

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martes, 21 de julio de 2009

Dolor y daño necrótico




Ya he comentado en alguna entrada la diferencia entre dolor (percepción) y daño (pérdida de integridad física y/o funcional). Hay una tendencia bastante extendida a establecer correlaciones entre dolor y cualquier agente o estado que pueda causar daño del tipo que sea, físico o psicológico. Aquello que consideramos como inconveniente o perjudicial, en sentido amplio e indefinido, puede perfectamente explicar la aparición de dolor.

Desde el punto de vista evolutivo la percepción de dolor aparece asociada a la detección de destrucción violenta de tejidos, a la necrosis.

En los animales pluricelulares aparece en primer lugar el Sistema Inmune como estirpe celular capacitada para detectar el daño celular violento consumado (necrosis) y los gérmenes responsables (necrosis inminente) y organizar una respuesta defensiva que permita minimizar los episodios de daño e iniciar y proteger la reparación del tejido dañado. Esta respuesta no es otra que la benefactora y extrañamente odiada y combatida inflamación.

Más adelante aparecen las neuronas, células capacitadas también, como las del Sistema Inmune, para detectar estados de destrucción violenta (necrótica) de tejidos y agentes físico-químicos (temperaturas, energía mecánica, falta de oxígeno, acidez...) incompatibles con la vida. Las neuronas no pueden detectar gérmenes y las células vigilantes del Sistema Inmune no pueden detectar temperaturas, agentes mecánicos (estirones, compresiones) ni condiciones químicas (falta de oxígeno, acidez) necrotizantes. Sus capacidades de detección se complementan.

La visión aparece acoplada a la existencia de receptores de radiación electromagnética (luz) y el dolor a la de receptores de muerte violenta consumada o inminente. Sólo la luz explica y justifica la visión.

Los alimentos, la radiación electromagnética de los aparatos electrodomésticos o antenas de móviles, el estrés, los desánimos, la meteorología, el esfuerzo mental, el sueño desordenado, la osteoporosis, artrosis, las curvaduras anómalas de columna, las rectificaciones... puede que sean más o menos saludables y que acumulen pequeños e inapreciables desgastes diarios, al igual que sucede con una cuenta corriente con el gasto cotidiano. El dolor no aparece para indicar esta inconveniencia del día a día sino para señalar episodios violentos en los que mueren por temperaturas extremas, desgarros, compresiones, acidez, infección o falta de oxígeno.

Cualquier encendido del programa dolor que aparezca fuera de un episodio de necrosis consumada o inminente es un encendido innecesario, excesivo y nocivo para la integridad física de la zona dolorida. Sucede lo mismo que con la inflamación y el Sistema Inmune: cualquier encendido inflamatorio producido fuera del contexto de la necrosis consumada o inminente (gérmenes) es innecesario, excesivo y dañino: unas narices sometidas a la carga absurda de la inflamación porque hay en el ambiente doméstico ácaros, moléculas del gato o polen de gramíneas sufren daños que deben ser reparados constantemente.

Recientemente se ha descrito en Nature la capacidad olfatoria de detectar daño necrótico y presencia de gérmenes y parásitos. Ratones y gusanos pueden oler la necrosis consumada ajena y la presencia de parásitos en la pareja o bacterias peligrosas en la tierra respectivamente y rechazar el pretendiente o el bocado.

Podemos imaginar escenas visuales con los ojos cerrados, alucinar con los sueños estando dormidos o no del todo despiertos o bajo la influencia de tóxicos alucinógenos. No es necesaria la luz para que el cerebro construya escenas visuales.

También podemos imaginar dolor o padecerlo en sueños o al despertar o sentirlo bajo el efecto de todo aquello que el cerebro considera como una amenaza, como algo potencialmente necrotizante. Tanto la inflamación alérgica como el dolor sin daño necrótico se pueden producir en ausencia de una activación de nociceptores (receptores de necrosis consumada o inminente). Se trataría por tanto de procesos alucinatorios en los que el organismo "ve", "olfatea", necrosis inminente.

Es comúnmente aceptado entre los neurofisiólogos que la percepción es un fenómeno alucinatorio controlado por los sentidos.

El dolor no justificado es un fenómeno alucinatorio no controlable por los sentidos. No hay manera de calmar el desasosiego cerebral por una supuesta necrosis al acecho. No hay manera de conseguirlo si, a través de la cultura, seguimos tratando de reforzar la quijotesca convicción de que los molinos de viento son gigantes

7 comentarios:

Paco Traver dijo...

Eso que dices de olfatear el daño necrotico me trae a la memoria a esos perros que cuando tienes una heridita van directamente a lamertela. Dicen que los perros pueden olfatear el daño y tambien la inminencia de la muerte.

Paco Traver dijo...

Eso que dices de olfatear el daño necrotico me trae a la memoria a esos perros que cuando tienes una heridita van directamente a lamertela. Dicen que los perros pueden olfatear el daño y tambien la inminencia de la muerte.

Paco Traver dijo...

Eso que dices de olfatear el daño necrotico me trae a la memoria a esos perros que cuando tienes una heridita van directamente a lamertela. Dicen que los perros pueden olfatear el daño y tambien la inminencia de la muerte.

Arturo Goicoechea dijo...

Es evidente que la evolución ha tenido buen cuidado en detectar la necrosis ajena para evitar la propia. El sentido de la necrosis no corresponde a ninguno de los sentidos tradicionales. Eso demuestra lo urgente que resulta la revisión de la idea aristotélica de los cinco sentidos.

Paco Traver dijo...

No se que has hecho aqui que ahora es mas dificil que antes dejar coments y ademas salen por triplicado

Paco Traver dijo...

¿Entonces si no huelen la necrosis por qué olfatean las heridas?

Arturo Goicoechea dijo...

Me he debido de expresar mal. Existen receptores olfatorios de necrosis, lo mismo que existen receptores olfatorios de señales sexuales, antígenos de histocompatibilidad etc.

Sobre cuestiones técnicas del blog soy absolutamente lego. Espero que se vaya solucionando todo