El músculo se ha convertido en el punto de referencia de nuestro bienestar. Un exquisito cuidado muscular es imprescindible para afrontar las cargas de nuestra condición bípeda, una condición a la que parece no acabamos de adaptarnos a pesar de los 5 millones de años que llevamos erguidos.
Nuestros músculos tienen mala prensa. Al parecer, son delicados: se sobrecargan, distienden, contracturan, atrofian, desgarran y enfrían con facilidad. Antes de ponerlos en acción debemos calentarlos y estirarlos si queremos evitar sorpresas y el masaje es necesario para activar la circulación y remover las toxinas acumuladas con el esfuerzo.
No se entiende cómo podemos haber superado las exigentes condiciones evolutivas de los tiempos previos a nuestra civilización con una musculatura tan deplorable.
El aparato locomotor humano, si hacemos caso de las habladurías, puede que sea la mayor chapuza de la Evolución. Tenemos mucho cerebro y mucha inteligencia pero de nada nos sirve pues nuestros planes se vienen abajo por culpa de unos huesos, articulaciones y, sobre todo, unos músculos que no pueden asumir la carga de nuestros propósitos.
Cada sistema celular tiene un juego de sensores de daño que pone los límites a las condiciones que puede soportar. Los músculos exigen para trabajar: oxígeno suficiente, nada de estirones bruscos y sorpresivos y no sobrepasar unos tiempos de contracción sostenida. Si se violan esas condiciones los sensores de daño necrótico se activan y mandan señales angustiadas al cerebro haciendo que éste active el programa dolor, obligando al individuo a suspender la acción responsable. Si éste obedece, el dolor se va, si no se ha producido ya daño irreparable. El dolor de la angina de pecho marca al paciente el límite de su esfuerzo ("no te pases...") y el dolor del infarto señala la muerte celular ("te has pasado...").
En condiciones de oxigenación correcta y carga asumible, los sensores de daño muscular necrótico permanecen silenciosos y por lo tanto no hay dolor. Sin embargo muchos ciudadanos y, más aún, ciudadanas sienten sus músculos doloridos y desmotivados, cansados sin haberse esforzado previamente.
El síndrome de fatiga crónica, la fibromialgia, el dolor cervical... generan una convicción de que los músculos no andan finos. Sin embargo no se ha conseguido encontrar, de forma convincente, ninguna prueba de que sea el músculo el causante del problema.
Sabemos poco sobre dolor muscular. No comprendemos todavía el mecanismo de las agujetas, del dolor miofascial ni de las contracturas. Inculpamos a los músculos sin pruebas suficientes y los condenamos a trabajos forzados en los gimnasios, a la natación y a las aburridas sesiones de relajación.
Hay un pequeño detalle que, desde mi perspectiva de neurólogo, siempre me ha desconcertado en toda esta historia: el músculo está sometido desde que aparecen las primeras neuronas en el embrión a las órdenes del Sistema nervioso. Las fibras musculares sólo se contraen (habitualmente) si lo ordenan los diversos centros neuronales que programan acciones. Lo lógico es analizar las órdenes no a quien las ejecuta por obediencia debida.
Si damos por sentado que los músculos no están para muchos trotes, no tiene sentido que el cerebro quiera que trabajen y, de hecho eso es lo que pasa: el cerebro activa el dolor y el cansancio para que el individuo desista de moverse. El cerebro protege los músculos de los deseos de movimiento del individuo.
¿En qué quedamos? Los músculos están bien y, por tanto pueden y deben trabajar o ¿son deficientes y el cerebro hace bien en protegerlos?.
Todo hace pensar que los músculos pueden y deben trabajar y que el que no funciona es el cerebro: considera erróneamente que los músculos son defectuosos y los protege sin necesidad.
En toda esta historia del dolor generalizado, se lleva las culpas el pobre músculo mientras el verdadero responsable, el cerebro, se dedica a ponerle grilletes y encerrarlo en una mazmorra, sin motivo.
Los músculos son inocentes. El capo, el cerebro, anda por ahí suelto, sin que nadie parezca querer inculparle.
¿Para cuándo un proceso de exculpación y desagravio al músculo y otro de sentar en el banquillo al cerebro, a sus expectativas, creencias y decisiones?
De forma incomprensible los ciudadanos con músculos encarcelados no quieren ni oir hablar de su inocencia. Quieren que sigan inculpados y que no se ceben con el Padre cerebro, que no tiene ninguna culpa...
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Muscles have become the reference points for our welfare. An exquisit muscle care is necessary to cope with the burdens of our bipedal condition, a condition that we don’t seem to be adapting to, despite the 5 million years that we have been standing erect.
Our muscles have bad press. Apparently, they are delicate: they are overloaded, distended, they contracture, atrophy, cool and tear easily. Before using them, we must warm up and stretch if we want to avoid bad surprises and a massage is necessary to activate the circulation and remove those toxins accumulated with the effort. It is not understood how we have been able to overcome the exigent evolving conditions before our actual civilization with such deplorable muscles.
The human muscle-skeletal system, if we listen to the gossip, might be the biggest botched job of Evolution. Our brains are big and we have great intelligence but that’s useless, because our plans are coming down because of some bones, joints and, especially, muscles that can’t carry the burden of our purposes.
Each cell system has a set of sensors of damage that draws limits on the conditions it can handle. Muscles require the following to do their job: plenty of oxygen, no sudden and surprising stretches and not exceeding a specific time of sustained contraction. If you violate these conditions, the necrotic damage sensors will activate and send distress signals to the brain causing it to activate the pain program, forcing the individual to suspend the action. If he or she obeys, pain goes away, if irreparable damage has not yet occurred. The pain of angina pectoris shows the patient the limit of his or her effort ("don’t go too far with this...") and pain of a heart attack points out cell death ("you’ve gone too far...").
Under conditions of proper oxygenation and manageable load, the necrotic muscular damage sensors remain silent and therefore there is no pain. However, many men and, indeed, women feel their muscles sore, unmotivated and tired without having made any effort previously.
Chronic fatigue syndrome, fibromyalgia, neck pain ... they generate a belief that muscles are not fine. However, there’s no evidence that the muscle is causing the problem.
Little is known about muscle pain. We still don’t understand the mechanism of stiff muscles, myofascial pain or contractures. We blame the muscles with no evidence and condemn them to hard work in the gym, swimming and boring relaxation sessions.
There is a small detail that, from my perspective as a neurologist, has always disconcerted me about this: the muscle is submitted since the first neurons of the embryo appear at the orders of the nervous system. Muscle fibers shrink only (usually) if the various neural centers that program actions demand it. The logical thing is to analyze these orders, not who does them by obedience.
If we assume that the muscles are not made to make lots of effort, it does not make sense that the brain wants them to work and, indeed, that's what happens: the brain activates the pain and exhaustion so the individual stops moving. The brain protects muscles from the individual’s desire of moving them.
Then... which one is right? The muscles are well and, therefore, they can and must work or are they defective and the brain has to protect them?
Everything suggests that the muscles can and should work, and that the one that is not working is the brain: it erroneously assumes that the muscles are defective and protects them unnecessarily.
In all this matter of widespread pain, the poor muscle takes the blame while the real culprit, the brain, just locks it in a dungeon for no reason.
Muscles are innocent. The boss, the brain, goes around doing whatever it wants and no one seems to want to incriminate him.
Incomprehensibly, citizens with imprisoned muscles do not want to hear about this innocence. They want their muscles to remain submitted to the brain, which apparently is not guilty...
4 comentarios:
Durante este siglo pasado la técnica se dirigió a la configuración del placer, para contrarrestar la fatiga y aliviar la carga de trabajo. Esto permitía descansar al cuerpo. En esta época en que nos desplazamos en coche, no subimos escaleras, utilizamos el ascensor, surge cada vez más tiempo de ocio, "la sociedad del bienestar".Y la conciencia de nuestro propio cuerpo así como la de los otros está distorsianada por los factores culturales. De hecho hay una distancia de seguridad para con los demás. Y así surgen enfermedades como el síndrome de fatiga crónica??????
Cuando vi la película de Wall-e con mi hijo me pareció muy clarificador de lo que nos está pasando
Marga: además de la contribución de la sociedad del bienestar al "reblandecimiento" corporal creo que hay un problema de dispersión profesional: Los fisios ven músculos, los traumas huesos, los reumas articulaciones, los psicólogos estrés y neurólogos y psiquiatras no acabamos de interesarnos en el tema del dolor. Falta una visión global que debe incluir, por supuesto, la dependencia cultural.
No he visto la película de Wall-E.
Eso que dices Arturo es muy cierto, los fisios ven lo muscular, los traumas lo óseo, los psicólogos estrés... Y el paciente se vuelve loco entre diagnósticos contradictorios, probando un poco de todo y, lo peor, escuchando al día innumerables relatos de personas "bienintencionadas" que te cuentan sus casos y los casos ajenos... A mí me llegó a decir un compañero de trabajo (somos estadísticos) que lo mío tenía pinta de ser estenosis (estrechamiento) del canal porque a su madre le ocurría lo mismo... Al principio, lo que me decían no me afectaba porque no me parecía que yo podía tener esas cosas, pero llegó un momento en que me contaban un caso y me entraban escalofríos y muchas veces terminaba llorando pensando que era posible que pudiera tener eso que me habían contado...
Y sobre si los cambios de tiempo influyen o no, creo que es algo que está tan aceptado culturalmente, que es casi imposible convencer a la gente de lo contrario, yo nunca lo he creído, pero ahora que sé con certeza que no afecta y lo digo cada vez que alguien comenta algo al respecto, desgraciadamente la conversación acaba en "discusión", ;-(
No es bueno que cada uno vea la realidad desde su propio puesto de observación, pero es peor aún que las especialidades neuronales, especialmente la Neurología no enfoque el problema neuronalmente. De hecho se desentiende del problema dolor, limitando su oficio a la migraña y al dolor neuropático.
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