Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología. | We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology. |
miércoles, 22 de julio de 2009
Emoción inteligente
Dentro de la feroz competición de la batalla de las modas conceptuales ha hecho fortuna la sugestiva etiqueta de la "inteligencia emocional". Antes suponíamos que las emociones y los instintos eran fuerzas malvadas, demoníacas, que nos incitaban a las conductas desviadas y que sólo la "fuerza de voluntad", la racionalidad, la inteligencia, la "humanidad", podría evitar el imperio de los apetitos desordenados propios de los animales.
La batalla contra los apetitos conseguía el objetivo de no comernos un rosco a costa de no pocas zozobras mentales. Ya con perspectiva histórica, tenemos la convicción de que la lucha contra lo emocional fue poco inteligente y no sorprende que la propuesta de recolocar a las emociones en el sillón del gobierno de la inteligencia haya tenido una excelente acogida. Lo emocional vende.
La fuerza de la propuesta de lo emocional invade todos los terrenos. No es una excepción el de la salud. Una buena gestión de nuestro cuerpo exige un cierto abandono a las pulsiones emocionales y todo disturbio físico puede provenir de problemas emocionales no resueltos, no expresados, contenidos verbal y conductualmente.
Emoción es un término complicado. Si tuviera que utilizar un sólo sinónimo escogería el de relevancia. Algo nos emociona cuando posee relevancia, y algo es relevante cuando significa mucho...
Las percepciones físicas negativas son relevantes. Significan mucho. La sed, el hambre, el picor, el mareo, el dolor, el cansancio, el frío, el calor... son la expresión de un estado emocional somático que atribuye relevancia en esos momentos al agua, a la comida, a los parásitos, a las caídas, a la necrosis, a la reposición de energía, a la temperatura...
El problema es si esa emoción somática está justificada. Es evidente que un organismo de 150 kilos obsesionado (emocionado) por la apropiacion de los alimentos a mano para llevarlos a la boca no está actuando de forma inteligente. Se deja llevar del miedo somático a la falta de comida. Puede la pulsión emocional de las hambrunas teóricamente posibles y prácticamente imposibles (en nuestra civilización del "todo a cien... metros").
El dolor en ausencia de necrosis tisular, expresa el miedo somático a la destrucción teóricamente posible de tejidos, altamente improbable (si descontamos los accidentes de tráfico) en nuestra avanzada sociedad garantista.
Homo sapiens (ma non troppo) viene al mundo con el equipaje completo de lo emocional, preparado para sobrevivir en la sabana, con la tutela de los buenos consejos de los adultos de la manada. Lo emocional seguirá siempre ahí, en las capas profundas de la cebolla cerebral, independientemente de las civilizaciones que se ocupen de escolarizarle.
Los tutores iniciarán desde el primer momento una campaña sin retorno hacia la sensibilización de los apetitos y las aversiones. Todo debe ser consumido y evitado... a poder ser sin esfuerzo ni incertidumbre. El que no se encuentre bien no será por no haber hecho bien los deberes sino porque está sufriendo las consecuencias de la incompetencia ajena. Basta con que se acerque a la oficina más próxima de reclamaciones para que se le provea al instante de razón para demandar lo que eche en falta.
El organismo se ha crecido desmesuradamente en sus ancestrales emociones al calor de las proclamas culturales de "pida usted lo que quiera que tenemos derecho a tener de todo". Cualquier inconveniencia dispara la emoción y enciende uno de los muchos programas emocionales somáticos que impulsan al individuo hacia la obtención de la conducta solicitada: bocadillos, botellitas de agua, calmantes, hipnóticos, antidepresivos, fajas, collarines cervicales... Los bolsillos ya no dan para tanto complemento y necesitamos mochilas. Acabaremos llevando una maleta con ruedas para ir de viaje al bar de la esquina.
La capa última de la cebolla cerebral, la corteza prefrontal, está emocionada dando relevancia a todo tipo de nimiedades, activando compulsivamente los botones de la reclamación emocional somática, de los miedos irracionales a las diestas inadecuadas, los excesos, los defectos, los estreses, los viajes y los desgastes.
¿Inteligencia emocional? Vale, pero no nos vendría mal algo de Emoción inteligente
2 comentarios:
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Saludos Arturo. Felicitaciones por el blog. Te sigo desde hace menos de una semana y ya estoy empapado de casi todo (y el dolor en mis neuronas es placentero).
Sobre el tema: Ya era hora que se viera el tema de las Emociones y la Inteligencia desde otro ángulo y coincido contigo en la propuesta de "Emoción Inteligente" pues es sencillo (no se si lo afirma Damasio u otro) En la base de todo; están las emociones; pero hay que ver cuáles son problemáticas o no; la idea es que nuestra capacidad como humanos nos abra mejores posibilidades de gestionar nuestras emociones de manera inteligente; sin llegar incluso a se "inteligentes emocionales"
Por lo demas, que las neurovacaciones sean relajantes.
Hasta el proximo post.
Jose Carlos Maguiña.
Es obvio que no hay como avivar emociones para conseguir conductas. La emoción más manipulable es el miedo, especialmente el miedo a lo desconocido. El interior propio es un universo incierto sobre el que se cría fácilmente el miedo a la pérdida de integridad o función. Lo más inteligente para el vendedor es cultivar ese miedo ajeno y lo menos inteligente para el consumidor es caer en la trampa de las proclamas alarmistas y las ofertas de remedios.
Gracias por las visitas y el comentario. Saludos
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