Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

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jueves, 23 de julio de 2009

Emoción somática




Emoción es sinónimo de relevancia, de estado-suceso que significa algo importante, apetitivo-positivo o aversivo-negativo. Los estados emocionales se expresan hacia el individuo como un sentimiento agradable o desagradable al que se acopla una serie de respuestas viscerales (respiración, latidos cardíacos más fuertes y acelerados, sudoración etc... ) y una incitación a una conducta motora de huída, acercamiento o bloqueo.


Ira, alegría, miedo, pánico, tristeza, sorpresa... son emociones básicas que no necesitan ser descritas pues todos las hemos sentido a lo largo de la vida.


Dolor, hambre, frío, sed, mareo, picor, nausea...son sensaciones desagradables acompañadas de respuestas viscerales que habitualmente asociamos a estados-sucesos físicos inconvenientes y que nos incitan a una conducta cuyo objetivo es la desaparición del malestar.


Para el individuo lo emocional se limita a las emociones básicas clásicas mientras que al dolor, mareo, hambre y demás los consideramos como síntomas, como señales de estados o conductas inconvenientes pero no como emociones.


En mi opinión los síntomas son estados emocionales, situaciones relevantes que solicitan una conducta del individuo. La única diferencia respecto a las emociones clásicas es que en los síntomas se trata de algo relevante interno. La emoción emerge desde el organismo y va dirigida a implicar al individuo, a contagiarle emocionalmente.


William James afirmaba que "no lloramos porque estamos tristes sino que estamos tristes porque lloramos" queriendo resaltar el papel del organismo en la generación de las emociones, desplazando al individuo, a la conciencia, a un papel receptor. Desde nuestra perspectiva como individuos parece que la afirmación de James es, al menos, discutible pero si hablamos de los "síntomas" como estados emocionales referidos al y desde el interior, tiene sentido la precisión del psicólogo americano: "no nos duele porque estamos preocupados sino que estamos preocupados porque nos duele".


El organismo hace sus propias valoraciones y construye miedos, tristezas, alegrías, inquietudes... como consecuencia del procesamiento de momentos, lugares y estados. Su tendencia anticipadora, predictiva, puede generar incertidumbre sobre sucesos relevantes (para
su criterio) y dar lugar a estados emocionales internos que encienden los programas correspondientes, que contienen el recado perceptivo hacia el individuo en forma de lo que llamamos síntomas.


- Me duele la cabeza. Todos los fines de semana me sucede lo mismo. Debe ser que trabajo demasiado y se me acumula el estrés.


-¿Le gusta su trabajo?


- Pues sí. Estoy contento.


- Lo lógico es que los fines de semana estuviera contento, satisfecho, por haber cumplido con sus objetivos laborales... No entiendo por qué ni para qué surge el dolor...


- Si usted no lo entiende Doctor...


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Desde la perspectiva del organismo la cosa cambia:


- Me duele la cabeza. Todos los fines de semana me sucede lo mismo. Debe ser que trabajo demasiado y se me acumula el estrés.


- Su dedicación laboral preocupa a su cerebro que desaprueba su entusiasmo. El dolor indica que el hecho de que usted trabaje le hace sentir miedo a que pueda suceder algo en la cabeza. Ese miedo cerebral respecto a su conducta activa automáticamente el programa dolor. Indica un estado emocional cerebral de preocupación por la integridad física de su cabeza.


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Es poco probable que se encuentre con una explicación así en la consulta de un neurólogo. El componente emocional se lo atribuirán a usted. El neurólogo y sus allegados le sugerirán que trabaja demasiado y le convertirán su vivencia emocional de satisfacción por la implicación entusiasta con el trabajo en algo no recomendable, en una transgresión, en una conducta que repercute negativamente sobre su cabeza.


- Tranquilice a su cerebro. Dígale que es absurdo que esté preocupado por lo que pueda pasar en su cabeza, que trabajar a gusto y a fondo en el trabajo es neurosaludable, que no haga caso de lo que cuentan del estrés y el trabajo...


Hay que cuidar y gestionar las emociones pero no hay que descuidar los estados emocionales somáticos, los que surgen de la significación y relevancia que el cerebro da a lo que la cultura le indica sobre lo adecuado o inadecuado de nuestra conducta. La psicoterapia puede y debe dirigirse hacia el individuo cuando éste lo requiere pero también debe ir dirigida hacia el organismo. Muchas veces es el único que necesita cuidados psicológicos, modificar sus convicciones y su conducta.

4 comentarios:

Arturo Goicoechea dijo...

Gustavo dijo:

Me encaja con Damasio (en busca de spinoza) y su taxonomía anidada sobre las regulaciones homeostáticas. Al final es información con distintas connotaciones que a veces debemos recolocar en el lugar adecuado. Esto suele ser muy claro con un ataque de pánico, pero efectivamente también con el dolor (o ciertos dolores) u otros síntomas/emociones.
Muy pedagógico, como siempre.

23 de julio 2009, 9:38

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Ana di Zacco dijo:

Desde que leí el libro de Damasio y la frase de W. James (aprox en la misma época) me quedó muy claro que los que más sonríen son más felices y no necesariamente al revés.
La cuestión es si, cuando (nos) preguntamos si nos gusta nuestro trabajo, nuestra pareja o nuestra vida, casi siempre respondemos que sí y a veces el cerebro sabe que no, porque quizá también la cultura nos enseña a ser más optimistas que realistas (aunque, claro está, también los hay de un negativo que da gusto..).

23 de julio 2009, 9:46

Arturo Goicoechea dijo...

Gustavo:

efectivamente, comparto la estructura teórica de Damasio sobre la emoción, como algo vinculado al organismo sometido a evolución y con funciones homeostáticas. Su libro "La sensación de lo que ocurre" supuso para mí un libro básico para construir mi idea de síntomas físicos como resultado de estados emocionales somáticos.

Arturo Goicoechea dijo...

Estoy de acuerdo Ana en que "el qué dirán", la dependencia de lo políticamente correcto señalado por la cultura, invade también la modulación de los síntomas y la expresión o reconocimiento emocional.

Arturo Goicoechea dijo...

Gustavo y Ana, ando con problemas técnicos en los comentarios y, en los intentos por resolverlos algo he debido hacer mal y he tenido que reeditar la entrada de hoy y los comentarios, con lo que no figura vuestro enlace. Pido disculpas. Espero que hayamos conseguido reanudar la edición de comentarios con normalidad.