Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

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viernes, 29 de enero de 2010

Programas




Para los temas que nos ocupan en este blog es útil considerar a la red neuronal como un complejo sistema informático biológico conectado a una red que emite información de fiabilidad incierta.


La red neuronal contiene programas. Responde a los estímulos, lugares y momentos con percepciones, acciones y emociones previamente configuradas.


La percepción de hambre, calor, frío, cansancio, desánimo, dolor, angustia, pánico, aburrimiento, alegría... está programada, configurada ya antes de contactar con el entorno.


Cada percepción tiene una amplia gama de matices que se van perfilando a golpe de procesamiento de información y experiencia. Los expertos llevan descritos ya más de un centenar de tipos de dolor de cabeza, en función de su localización, cualidad, intensidad, modo de aparición, persistencia, frecuencia y supuesto desencadenante.


Podría haber también expertos clasificadores de tipos de calor, aburrimiento, picor, hambre o cualquier otra percepción pero no les ha dado por ahí...


Los programas se han ido configurando genéticamente a golpe de evolución. Han sido seleccionados por la sencilla razón de que han demostrado su utilidad para sobrevivir.


Cada programa perceptivo consigue o, al menos, pretende, una conducta del individuo con un propósito, aversivo o apetitivo. Conseguir comida sin ser comido.


El programa dolor tiene la virtud de obligarnos a atender una zona potencialmente dañada y a protegerla evitando su utilización.


Cuando la amenaza es externa el dolor se acopla a un programa motor de evitación, de apartar la mano del pincho y de la cazuela demasiado caliente.


Si el peligro es interno el programa dolor promueve la inmovilidad, la suspensión de los propósitos del individuo a favor de los intereses de la seguridad de los tejidos.


Lo fundamental de los programas es el encendido. El cuándo, cuánto y dónde de su puesta en acción.


Hay dos tipos de dolor de cabeza y de cualquier otra zona:


1- El dolor con encendido justificado.


2- El dolor no justificado


El dolor justificado se ha disparado porque la red ha detectado un estado-agente con capacidad destructiva.


El dolor no justificado se pone en marcha por previsión de peligro, por miedo somático a que en un lugar, momento, acción (o, simplemente, propósito) se destruya tejido.


El dolor, justificado o no, se edita en las mismas zonas cerebrales, al igual que un dispositivo de seguridad que ha saltado, justificada o injustificadamente, lo hace activando el mismo programa de alerta.


El profesional debe establecer en cada caso si el programa dolor está debidamente justificado por un episodio de necrosis (destrucción violenta de tejidos) o, en su ausencia, obedece a una evaluación alarmista cerebral que atribuye absurdamente a todo tipo de contingencias internas y externas una peligrosidad que no tienen.


- Me duele


- No tiene nada. Es todo normal.


- ¿Entonces...?


Aquí el profesional y el paciente debieran sacar la conclusión correcta:


- Si no hay nada, es que el cerebro gestiona de forma alarmista, supersticiosa, la seguridad del organismo.


- Vale. Me quedo tranquilo. Ya me ocuparé de que mi cerebro recupere la confianza.


Habitualmente la conclusión que derivan del "me duele-es todo normal" es:


- Serán los nervios, el estrés, anda el tiempo revuelto o una de las múltiples opciones que la cultura ofrece como "causas" del dolor...


o...


- Tiene desgaste, contracturas, "hernias de disco", tensión alta, osteoporosis o cualquier otra etiqueta "diagnóstica" de las muchas que la cultura de los sanadores ofrece para gustos de consumidores y proveedores...


Hay una tercera y peligrosa opción: la de las enfermedades misteriosas, emergentes, derivadas, según se propone, del tumulto de la vida moderna con su ajetreo, contaminación, escaso ejercicio y comida basura que perturba de forma global el organismo (
psiconeuroinmunoendocrinosocioambientobromoergonomiofascioartroosteopatías).


Las enfermedades emergentes se dotan como primera instancia de una etiqueta diagnóstica y se lanzan al ruedo de la lucha por el label de enfermedad biológica. De otro modo se les cuelga el San Benito del origen psicológico.


Existe un voluminoso apartado de síndromes, con y sin etiqueta, que son debidos a encendido injustificado de programas defensivos.


No debiera resultar tan complicado hacérselo saber a profesionales y ciudadanos que la red informática neuronal comete errores de evaluación de peligro y que pueden y deben ser detectados y corregidos.


Nada hace pensar que vayan a ir por ahí los tiros. No interesa a casi nadie. Es más productivo para todos mantener el status actual.


Los pacientes, acuciados por el sufrimiento y adoctrinados por la cultura siguen confiando en que se demuestre que están enfermos "realmente" y que se descubra la terapia que les devuelva la salud perdida. Mientras, los expertos de lo emergente sostienen que "no hay curación".


- Está usted sano. Enhorabuena. Espero que su cerebro lo crea y le deje llevar una vida normal... ¡Suerte!

15 comentarios:

emejota dijo...

Me ha encantado como lo has expuesto hoy, queda tan claro. Y digo, para consolarme claro, si la naturaleza se equivoca y repite el patrón hasta acertar en algún sentido, nosotros que formamos parte de ella, ni te cuento. Lo consolador es reconocerlo y luchar contra corriente, como estás haciendo tú. Un abrazo.

arturo goicoechea dijo...

mjt: realmente es, o debiera ser, consolador que toda la mortificación procede del ámbito evaluativo y no de una enfermedad, pero algo hace que muchos pacientes se resistan a aceptar esa posibilidad y envidien incluso a los que tienen ¡cáncer!

Saludos

Anónimo dijo...

"psiconeuroinmunoendocrinosocioambientoergono...patías".

Otra palabra para la colección de memorables de este blog. Genial!

Manderley dijo...

Sr. Arturo, no es posible que ese dolor injustificado por peligro interno a la destrucción de tejido ( con el consecuente encendido de programa dolor ) tenga una base sólida a nivel de una alteración de la información de los mecanoreceptores tanto a nivel articular-muscular-fascial? Un estímulo a nivel de los husos neuromusculares, o de los receptores de posición-presión,etc…hará que el cuerpo automático insconsciente aplique los programas de protección y dolor, por si acaso pudiera haber daño en el tejido. Quizás sea una justificación para la aplicación de terapias manuales, pero creo que puede ser una base de los efectos de terapia manual ; aún sin daño del tejido, la estimulación de estos mecanoreceptores harán que el cuerpo automático para proteger las funciones hegemónicas y la supervivencia apliquen estos programas de dolor y protección. La vuelta a la normalidad de estos mecanoreceptores mediante movilizaciones/deslizamientos/estiramientos postisométricos…..podría cortar el ciclo peligro-dolor. Es una manera de que el cerebro “sienta” : aquí no pasa nada!!! Ya se habló de la famosa casa inclinada de Zaragoza, donde la incoherencia de información propioceptiva entre lo que sienten los mecanoreceptores del pie y ojos, creaban confusión a nivel cerebral activando el programa de vértigo. Como vemos no hay daño, no hay creencias, sólo incoherencia en la información recibida.

Arturo Goicoechea dijo...

Oceano mar: en los puntos suspensivos se puede añadir, por supuesto, ...osteomioartro... para dar cumplida satisfación a todas las partes del todo...

Arturo Goicoechea dijo...

Manderley: afortunadamente tengo una hija y un yerno fisios y osteópatas y hemos hablado bastante largo y tendido sobre la cuestión que planteas. El organismo sensa todo lo que puede y opera (lleva a algún lugar). No me acaba de convencer la importancia que se da a la mecanocepción de los tejidos en relación al dolor. El organismo toma nota de todo lo que puede y evalúa para establecer una situación de amenaza necrótica. No veo qué información fiable puedan aportar los mecanoceptores respecto a la defensa de la integridad tisular.

Saludos

maimai dijo...

Estoy de acuerdo con Manderley en parte, aunque no sé si lo he entendido correctamente, pues creo que se mezcla algún concepto (o yo lo he interpretado mal).
Pongamos una restricción miofascial que desvía un movimiento del eje fisiológico. Esto crea una incongruencia sensoriomotora, pues el movimiento anticipado por la copia eferente no coincide con el movimiento generado. Los mecanoreceptores podrían informar sobre esta situación al SNC y éste podría responder de dos formas: encendido de la alerta nociceptiva o integrar esa restricción al esquema corporal y funcionar normalmente con ella.
En este caso, una vez tratada la restricción miofascial, si el dolor persiste habría que hablar de disfunción evaluativa.
Bufff lo he comprimido mucho Manderley, si quieres déjame tu mail y te lo mando un poco más extenso porque creo que me he explicado fatal.

maimai dijo...

Arturo, no creo que sea blanco o negro. Hay situaciones en las que no se produce daño necrótico pero el dolor alerta sobre una situación mecánica que pone en peligro una estructura, y de hecho ésta puede acabar deteriorándose de manera no violenta.
Aquí la labor informativa de los mecanoreceptores cobra importancia (integrándolo con el concepto de copia eferente), y la terapia manual puede resolver muchas de estas situaciones. Creo que el error de la teoría que sustenta la terapia manual radica en que se sobreestima la función del mecanoreceptor, que lo único que hace es informar sobre el estado del tejido.
No creo que actuar sobre el mecanoreceptor directamente sea posible, creo que actuamos sobre el tejido y el mecanoreceptor informa sobre las novedades al SNC, y éste luego hace lo que le parece (junto con el resto de información).

Anónimo dijo...

Con el debido respeto por entrometerme en esta conversación, mi opinión personal es que el error de la terapia manual es siempre justamente lo que dice maimai: sobredimensionar el papel de todo y atribuirle un excesivo papel a la mecánica.

No obstante, incluso en ausencia de daño necrótico, al menos la terapia manual de la columna ha demostrado hipoalgesia mecánica no-opioidea y simpatoexcitación. ¿Puede ser esto un mecanismo de previsión de daño futuro? No lo sé. No ocurre esto por ejemplo en la TM de las articulaciones periféricas... ¿por qué en la columna sí y por ejemplo en el codo no?

Dr Arturo... sobre todo osteomioartro... sobre todo, osteomioatro! ;)

maimai dijo...

Océano-mar, realmente ha sido estudiada tan a fondo la TM de las articulaciones periféricas como para afirmar que no ocurre? Es una duda solamente. Los cambios mecánicos, bioquímicos etc etc de la TM están ahí y se han mirado con lupa pero únicamente a nivel segmentario. De médula para arriba todo es psicológico en la teoría de la TM, salvo gratas excepciones. Sería interesante aumentar (ya hay estudios sobre ello) los trabajos dedicados a evaluar el comportamiento del SNC ante la TM e integrarlo todo.
No se me ocurren respuestas para el dilema que planteas sobre la TM periférica. Qué fastidio!

Arturo Goicoechea dijo...

maimai: de acuerdo en que las cosas pueden ser grises. Todo dolor tiene un proceso de generación del encendido en el que pueden intervenir múltiples factores (tisulares-necróticos o no-) y evaluativos. A lo largo del tiempo puede haber cambios: iniciar la fiesta un foco de señal nociceptiva por daño necrótico y luego quedarse enredado.

El mantenimiento de un programa defensivo al que se acopla dolor puede indicar muchas cosas. El terapeuta debe analizarlas todas históricamente y proceder a su corrección de forma integrada.

Si el dolor no tiene necrosis asociada la activación del programa dolor puede ser explicada por los factores que señalas, pero siempre será un encendido erróneo, innecesario y disfuncional.

Creo que estamos de acuerdo en los conceptos pero ponemos los acentos a veces en cuestiones distintas.

Saludos

Anónimo dijo...

Estimada Maimai: como bien sabemos, lamentablemente nada en la TM ha sido investigado tan a fondo como para poder concluir nada.

No obstante, por lo que se va descubriendo hasta ahora, parece que los mecanismos neurofisiológicos de la TM a nivel raquídeo son diferentes a la TM a nivel periférico.

Lo que tienen en común: ambas provocan efectos de hipoalgesia de tipo mecánica pero no térmica, al parecer de tipo no-opioideo asociados a modulación ortosimpática.

Diferencia sustancial: la TM a nivel periférico es específica sólo para la zona afecta, si se ha demostrado que en ella existe afectación real del sistema senso-motor, no siendo significativos sus efectos en zonas no afectas, en controles o incluso en condiciones de algias experimentales.
Sin embargo, la TM raquídea sí ha demostrado efectos de hipoalgesia de tipo mecánica y efectos de modulación ortosimpática incluso en sujetos asintomáticos.

¿Por qué en raquis sí y en periféricas no? Pues una lata no saberlo, es cierto, aunque de esto podemos deducir que movilizar/manipular segmentos periféricos no afectos aunque en ellos encontremos "lesiones somáticas" no tiene ningún sentido...

De acuerdo contigo en que estas cositas hay que integrarlas con lo que pasa de troncoencéfalo para arriba, y ahí las cosas pueden cambiar sustancialmente.
Por ejemplo, y ésta es una apreciación personal, casi todos los estudios sugieren que no existen diferencias neurofisiológicas entre movilización y thrust, por lo evaluado de troncoencéfalo para abajo; sin embargo, yo creo que sí pueden existir difernecias por los contenidos evaluativos a nivel central, en tanto que expectativas del paciente hacia una u otra modalidad de tratamiento.
En otras palabras: si un sujeto viene, como ocurre a veces, a que "lo manipulen", mejorará más que si lo movilizamos; de la misma manera, a los sujetos que tienen fobia a las manipulaciones, que también ocurre, mejorará más con movilizaciones. Yo creo ahí que los contenidos evaluativos son los que marcan la diferencia.

Un saludo!

todopsicologia dijo...

Perdón por entrometerme, para variar, ¿pero están ustedes seguros de que hay que dejar fuera procesos superiores?. Cuando me refiero a esto, me refiero al lenguaje, a la narrativa, al parapeto detrás del cual puede existir la NECESIDAD de que exista el dolor, porque cumpla una función, no fisiolígica, sino psicológica.
Saludos.

Arturo Goicoechea dijo...

Jesús: no creo que nadie esté seguro de nada y menos de dejar de lado factores relevantes pero no soy partidario de la tesis de que el dolor es lo que sostiene el equilibrio psicológico del individuo.

todopsicologia dijo...

NO hablo de equilibrio psicológico, que habría que ver que es eso, me refiero al nivel explicativo y autoreferencia. Me refiero a utilidad y a conveniencia. Me refiero a salvar la cara. Me refiero al anuncio del jarabe ese para la tos, que el tio se toma o no para ponerse bien, dependiendo de si la que viene a cuidar al niño es la suegra o la niñera estupenda. A eso me refiero...