Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología. | We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology. |
viernes, 31 de julio de 2009
Neurociencia o Neurofilosofía
Desde mi firme convicción de que lo sustancial en la red neuronal es el acopio y posterior aplicación de información, considero que padecimientos como la migraña y la fibromialgia son entidades generadas no (como se propone) por un mal procesamiento de la información sino por un exhaustivo y excelente procesamiento de mala información. El problema no es de continente sino de contenido.
En la consulta me dedico a derribar falacias propagadas por los "expertos" oficiales y sustituirlas por información sustentada en la moderna Neurociencia. La tarea no es fácil. Homo sapiens (ma non troppo) está bien agarrado a su cultura materna y cuesta desarraigarlo. Afortunadamente muchos humanes comprenden y aceptan el valor de lo que se propone y sustituyen miedos injustificados y falsos remedios por conocimiento. Así quedan neuroinmunizados frente a diversos credos.
Hace unos días me comunicaron que una de mis pacientes estaba en Urgencias con una dramática e insufrible crisis de migraña. Le habían administrado los oportunos "calmantes" endovenosos y dormía plácidamente. No quise molestarle y estuve un rato comentando el caso con una enfermera.
En mi hospital saben que predico y aplico una teoría confrontada con los modos oficiales. Tengo la sensación de que no confían demasiado en lo que digo y hago. La enfermera se refería a "mi teoría" y la describió como "una nueva filosofía de la vida".
No es difícil imaginar lo que piensan los compañeros de urgencias ante una paciente en plena crisis que acude desesperada a que "le pinchen" la vena después de comprobar que no vale de nada tratar de frenar el dolor con palabras. "Filósofo", en este caso, es un eufemismo cortés de charlatán.
Traté de aclararle que la eficacia de sus pózimas en vena proviene del efecto placebo y que éste es tanto más eficaz cuanto más intenso y desesperante sea el dolor. Supongo que no conseguí modificar ni un ápice su convicción sobre el efecto "real" de los fármacos e indiqué que cuando se recuperara fuera la paciente a mi consulta.
Analicé con la paciente la situación, y, aun cuando estoy convencido de que entiende y acepta el planteamiento cognitivo-conductual, decidimos pedir pruebas para descartar sorpresas y prescribir fármacos (en mi opinión, placebos) para tratar de impedir una nueva crisis de esa magnitud...actuar de forma ortodoxa.
Es frustrante, en plena postdécada del cerebro, comprobar cómo la enorme inversión efectuada en investigación ha conseguido reforzar la fe en las moléculas milagrosas y el desprecio hacia lo que da sentido a la red neuronal: la información.
Físicos, ingenieros, matemáticos, lógicos, psicólogos, bioquímicos, biólogos, informáticos, economistas, sociólogos, empresarios... y algunos psiquiatras y neurólogos atípicos se esfuerzan en arrancar los secretos de la red neuronal para aplicarlos en sus campos respectivos. Lo que buscan es desvelar la forma en la que el cerebro adquiere, retiene, procesa, aplica y corrige información pero para un considerable número de neurólogos y psiquiatras la esperanza-deseo está centrada únicamente en que la Ciencia les facilite nuevas moléculas para, entre otras cosas, acallar las especulaciones filosóficas de los nostálgicos de la mente.
Al comienzo de la década del cerebro (1990) se anunció a bombo y platillo el fin de la migraña para el 2000. Dando por buena la teoría vascular (actualmente desacreditada, incluso oficialmente) se presentó en sociedad la nueva saga de antídotos frente al dolor migrañoso, el remedio específico, el que obliga a las arterias cerebrales a recuperar el calibre debido. Las cosas pintan tan negras como entonces y ya se están anunciando nuevas maravillas para los años venideros...
Puede que, sin quererlo, la enfermera me hiciera un halago: "una nueva filosofía de la vida" admite un sentido no peyorativo: empezar a considerar la importancia de la información, su profundo sentido biológico.
Sin saberlo, a través de sueros y calmantes, los ortodoxos aplican en vena... activadores de ¡INFORMACION! previamente construida, una información que exige impaciente (por obra y gracia del sistema de recompensa) el gesto solemne de la aplicación endovenosa.
Tal como sostiene el primer axioma de la Teoría de la comunicación de Watzlawick:
"No existe en ninguna acción la no comunicación"
jueves, 30 de julio de 2009
La fuerza (muscular) de la mente

Circula con éxito una absurda afirmación sobre poderes mentales. Sostiene que "sólo utilizamos el 10% de nuestro poder mental". No se sabe muy bien de dónde salió esta insostenible proclamación pero algo tendrá que la ha hecho tan popular.


miércoles, 29 de julio de 2009
Tipos de dolor

Es una clasificación confusa y manifiestamente mejorable. El único tipo que queda claro es el nociceptivo, el del chichón, la quemadura, una infección o un infarto.
Respecto al dolor neuropático hay bastantes protestas por parte de los investigadores. Preferirían que se reservara el término para aquellos dolores que surgen por una lesión, y sólo una lesión, del "sistema somatosensorial". Evitan la confusión de los términos "disfunción" y "sistema nervioso".
Bien, supongamos que se aceptan las objecciones, justificadas, de los investigadores... ¿Qué hacemos con el concepto de "disfunción del sistema nervioso". ¿Sirve para algo y lo eliminamos sin más o lo redefinimos?
Realmente la palabra "disfunción" es confusa y eso no es bueno para las definiciones. Podríamos acoplarle a disfunción un adjetivo y así ganaríamos en precisión.
Una red neuronal íntegra, sin lesiones, que genera dolor, lo puede hacer a través de una alteración en los neurotransmisores-neuromoduladores: la serotonina está baja, alta la sustancia P, el NGF, la CGRP, la colecistoquinina o cualquier otro. Los expertos en migraña, fibromialgia, síndrome de fatiga crónica, colon irritable... se darían por satisfechos: el dolor queda explicado por la existencia de alteraciones objetivas de la química neuronal. Son las moléculas las responsables. Habría, por tanto, dolores por "disfunción química neuronal". Sólo faltaría encontrar un término consensuado, un nombre a la nueva criatura.
Ya sólo nos queda el dolor somatoforme. Realmente es un nombre cacofónico, suena horrible, especialmente para los pacientes. No sería capaz de utilizarlo:
- Tiene usted un dolor somatoforme...
- ¿Es grave?
Aunque no se confiese abiertamente, el dolor somatoforme se corresponde con lo que los profesionales entienden, por los bajines, como "dolor psicológico", un dolor creado en cierto modo por peculiaridades o disfunciones psicológicas del individuo. Podríamos tener un gesto de sinceridad y llamarle pan al pan:
- El escaner es normal, sus serotoninas y demás están en su punto... Su dolor es psicológico. Le mando al psicólogo a que revise sus entretelas, pasadas, presentes y futuras.
martes, 28 de julio de 2009
Placebos y creencias

El efecto placebo y nocebo generan beneficio y perjuicio en función del significado que el organismo del paciente atribuye a su interacción con estados y agentes. Va más allá de la aplicación premeditada de acciones terapéuticas, con una dosis mayor o menor de engaño. La información sobre organismo condicionará a lo largo de la vida las decisiones de éste, sintiéndonos mejor o peor en función de lo que nuestro cerebro imagine. La imaginación cerebral, lógicamente, está condicionada por lo que realmente está pasando pero, en muchas ocasiones, no sucede nada relevante y lo que sentimos proviene exclusivamente del proceso imaginativo placebo-nocebo.
El efecto placebo-nocebo es un efecto de los significados, de las expectativas y creencias. El color, tamaño, precio, modernidad, vía de administración y agresividad de las terapias, el optimismo y atención del profesional, la severidad del síntoma, la angustia que produce, la ocultación o presentación del procedimiento, las experiencias previas (propias y ajenas)... Todo ello influye en el resultado.
En los padecimientos en los que no se encuentra enfermedad, en los "síntomas sin explicación médica" (se incluyen también aquellos que poseen etiqueta pero siguen siendo inexplicados como migraña, fibromialgia, colon irritable, vértigos, síncopes...), el efecto placebo varía en función de la "medicina" aplicada: tradicional o alternativa-complementaria.
Las estadísticas conceden a las prácticas alternativas más eficacia en este terreno que a la Medicina tradicional de los fármacos. El placebo de agujas, productos homeopáticos y otras alter-terapias es superior al que surge de la práctica oficial.
Podemos sacar, entre otras, algunas conclusiones-reflexiones:
1) La atención de los cuidadores alternativos es mejor que la de los médicos.
2) El organismo cree más en posibles efectos de inyecciones, productos homeopáticos, hierbas medicinales, neoterapias en general... que en los gastados fármacos.
3) La Medicina "de pago" (cuanto más, mejor) es más eficaz que la socializada (aunque sea de hecho más cara)
4) Lo novedoso alivia. El recambio de marcas de fármacos no implica excesiva novedad.
5) La fe-entusiasmo de la aplicación es mayor entre los cuidadores alternativos que en los doctores clásicos.
Cuando se reflexiona sobre el placebo se suele concluir peligrosamente, en mi opinión, que se debería optimizar el beneficio de su efecto, utilizando a favor del paciente todo aquello que pudiera resultarle ventajoso aunque no contenga más que falsedades, más o menos conocidas: "lo importante es que funcione"..., el argumento del acto piadoso. Lo eficaz por encima de lo veraz.
Vivimos un período inflacionario de placebos y nocebos. La oferta de teorías y terapias no deja de crecer y multiplicarse convirtiendo al organismo de Homo sapiens (ma non troppo) en un receptor primero angustiado y luego reconfortado en el ir y venir de sentirse enfermo y después curado, todo ello sin enfermedad (y, por tanto, sin curación).
Hay un aspecto importante que surge de los estudios sobre placebo: la obediencia (adherencia) a los tratamientos consigue más eficacia.
La fórmula de sentirse bien en nuestra civilización parece clara: aceptar el carácter vulnerable de nuestro organismo, el mal uso que hacemos de él, las condiciones adversas ambientales, su continuada degradación y entregarse al mercado de las ofertas externas, acertar en la elección de una de ellas y obedecer sus consignas. Es lo más parecido a la domesticación.
Homo sapiens (ma non troppo) es un animal doméstico. El amo es el superorganismo cultural. Los sapiens obedientes tendrán su recompensa... en esta y/o en otras vidas.
Dolor "muscular" / "Muscular" pain

El músculo se ha convertido en el punto de referencia de nuestro bienestar. Un exquisito cuidado muscular es imprescindible para afrontar las cargas de nuestra condición bípeda, una condición a la que parece no acabamos de adaptarnos a pesar de los 5 millones de años que llevamos erguidos.
Our muscles have bad press. Apparently, they are delicate: they are overloaded, distended, they contracture, atrophy, cool and tear easily. Before using them, we must warm up and stretch if we want to avoid bad surprises and a massage is necessary to activate the circulation and remove those toxins accumulated with the effort. It is not understood how we have been able to overcome the exigent evolving conditions before our actual civilization with such deplorable muscles.
The human muscle-skeletal system, if we listen to the gossip, might be the biggest botched job of Evolution. Our brains are big and we have great intelligence but that’s useless, because our plans are coming down because of some bones, joints and, especially, muscles that can’t carry the burden of our purposes.
Each cell system has a set of sensors of damage that draws limits on the conditions it can handle. Muscles require the following to do their job: plenty of oxygen, no sudden and surprising stretches and not exceeding a specific time of sustained contraction. If you violate these conditions, the necrotic damage sensors will activate and send distress signals to the brain causing it to activate the pain program, forcing the individual to suspend the action. If he or she obeys, pain goes away, if irreparable damage has not yet occurred. The pain of angina pectoris shows the patient the limit of his or her effort ("don’t go too far with this...") and pain of a heart attack points out cell death ("you’ve gone too far...").
Under conditions of proper oxygenation and manageable load, the necrotic muscular damage sensors remain silent and therefore there is no pain. However, many men and, indeed, women feel their muscles sore, unmotivated and tired without having made any effort previously.
Chronic fatigue syndrome, fibromyalgia, neck pain ... they generate a belief that muscles are not fine. However, there’s no evidence that the muscle is causing the problem.
Little is known about muscle pain. We still don’t understand the mechanism of stiff muscles, myofascial pain or contractures. We blame the muscles with no evidence and condemn them to hard work in the gym, swimming and boring relaxation sessions.
There is a small detail that, from my perspective as a neurologist, has always disconcerted me about this: the muscle is submitted since the first neurons of the embryo appear at the orders of the nervous system. Muscle fibers shrink only (usually) if the various neural centers that program actions demand it. The logical thing is to analyze these orders, not who does them by obedience.
If we assume that the muscles are not made to make lots of effort, it does not make sense that the brain wants them to work and, indeed, that's what happens: the brain activates the pain and exhaustion so the individual stops moving. The brain protects muscles from the individual’s desire of moving them.
Then... which one is right? The muscles are well and, therefore, they can and must work or are they defective and the brain has to protect them?
Everything suggests that the muscles can and should work, and that the one that is not working is the brain: it erroneously assumes that the muscles are defective and protects them unnecessarily.
In all this matter of widespread pain, the poor muscle takes the blame while the real culprit, the brain, just locks it in a dungeon for no reason.
Muscles are innocent. The boss, the brain, goes around doing whatever it wants and no one seems to want to incriminate him.
Incomprehensibly, citizens with imprisoned muscles do not want to hear about this innocence. They want their muscles to remain submitted to the brain, which apparently is not guilty...


domingo, 26 de julio de 2009
Pinzamientos



sábado, 25 de julio de 2009
Es como si...



viernes, 24 de julio de 2009
Me lo creo... a medias
Ayer vi en la consulta a una paciente con síntomas compatibles con fibromialgia. Le atiendo desde hace unos tres meses y no hemos logrado ninguna mejoría en su padecimiento. El objetivo es conseguir la convicción de que habita un organismo razonablemente sano pero gestionado (vigilado y protegido) por un cerebro equivocado, convencido de que existe una vulnerabilidad en aparato locomotor y que el movimiento debe ser desautorizado y penalizado.
Analizamos los motivos de la falta de respuesta:
- ¿Cree lo que le cuento sobre dolor y cerebro?
- No es fácil.
- ¿Qué porcentaje de convicción tiene sobre las ideas que trato de exponer?
- Lo creo a medias...un 50%
Las creencias al 50% son improductivas. Corresponden a estados de ambigüedad en los que el cerebro oscila alternando dos propuestas simétricas. Hay muchas imágenes ambiguas. Una de las más conocidas es la de señorita-anciana. Cuando se mira podríamos también comentar que creemos "a medias" que se trata de una señorita o una anciana. Si tuviéramos que tomar una decisión no sabríamos cómo actuar y probablemente nos quedaríamos estáticos, estacionarios, oscilando en torno al mismo punto.
Insistí para conseguir ese tanto por ciento adicional que necesitamos para romper la ambigüedad, para que sólo veamos señorita o anciana. Todo hacía pensar que los esfuerzos iban a ser inútiles...
- ¿Cree en el efecto placebo?
- A medias
- ¿Cree que un tratamiento engañoso, una cápsula vacía, un operación simulada...podrían quitar el dolor? Hay pacientes de fibromialgia que se operan (no se sabe bien de qué) y mejoran...
- Eso he oído. Si supiera que me iba a curar yo también me operaría.
- ¿Cree o no en el placebo? Sólo una respuesta, por favor...
- Pues... no, no creo.
Los pacientes con dolor crónico toman fármacos, reciben acupuntura, preparados homeopáticos, están dispuestos a que les operen... Creen en una posible eficacia de las terapias pero puede que se trate de una creencia a medias, en una creencia con reservas, repartida en diversos porcentajes en un amplio abanico de ofertas. Son pacientes que han probado de todo sin resultados convincentes. También prueban con este enfoque cognitivo de cambio de ideas, por si acaso.
- Si no cree en el efecto placebo es poco probable que yo pueda ayudarle.
- Algo sí que creo. Si no no estaría aquí...
El enfoque cognitivo exige el efecto ¡ahá! la convicción rotunda de que detrás del sufrimiento hay un cerebro equivocado. Una ex-paciente de fibromialgia comentaba sobre su mejoría que el discurso le "atrapó", le "fascinó". Vió claro que tenía un cerebro equivocado y se puso las pilas.
- Lo entiendo, le veo una lógica pero no acabo de creerlo...
La figura de la señorita-anciana debe perder ambigüedad y decantarse hacia una u otra. Los credos, como los fármacos, tienen incompatibilidades. En el tema del dolor no podemos poner una vela a Dios y otra al diablo... (para gustos lo que entendemos como Dios o como Diablo...)

