Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

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viernes, 18 de febrero de 2011

El primer cerebro del día



Ya he comentado que existen innumerables cerebros, adaptados a cada momento, lugar y circunstancia. Cada cerebro es un estado de conectividad que se despliega sincronizando los disparos de una población de puntos de unión neuronal (sinapsis).

Al cerebro de la noche, el de los sueños, le sigue el cerebro del arranque, el que evalúa la situación del organismo de cara a iniciar un nuevo día.

Después de estar horizontales y apagados en una superficie exigua de la que casi nunca nos caemos, el cerebro del despertar nos enciende las luces de la consciencia, abre el paso a las señales sensoriales y a los flujos cognitivos, a las memorias fundidas de pasado-presente-futuro y nos sirve el desayuno perceptivo:

Hambre y ganas de orinar...

Hay un cerebro diligente que quiere conectarnos con el mundo, con la posición bípeda, con el trabajo, el café con leche y las tostadas. Compite con el cerebro remolón que nos invita a seguir durmiendo, en la horizontal... El cerebro remolón proyecta sueño, cansancio, pesimismo. Por la inercia de la horizontalidad impone la interpretación de que el mundo se mueve cuando tratamos de incorporarnos y nos fuerza a quedarnos en cama, inmóviles, desconcertados por el vértigo.

El cerebro de la transición del claustro nocturno quieto y horizontal de la cama al vertical y movido del día, con articulaciones que rozan, vértebras que pinzan nervios, músculos que no han descansado a pesar de estar desconectados, todavía con la resaca del catastrofismo de lo soñado sirve al atribulado individuo recién encendido cansancio, dolor, rigidez, pesimismo rumiante...

- Me despierto terriblemente cansada, dolorida, rígida, sin fuerzas para afrontar el día. No descanso bien. Puede que el colchón no sea el adecuado. Uso una almohada especial para las cervicales pero a pesar de eso...

- El cerebro...

- YO no pienso estando dormida. No soy YO...

- El cerebro de la transición...

Los cambios, las transiciones, son momentos sensibles en los que los cerebros proyectan más recados perceptivos de alerta, catastrofistas. Da lo mismo que cambie el tiempo, las hormonas, el año, dias laborables a festivos, el puesto de trabajo, la horizontalidad a la verticalidad, la quietud al movimiento... 


El momento del encendido de los motores de la nave corporal son complicados, no porque no haya energía en los músculos, las articulaciones tengan óxido nocturno, se hayan apretado las vértebras y comprimido los nervios. Es, simplemente, el conflicto de intereses entre los cerebros que promueven la acción y los que la penalizan y desaconsejan, el que muestra el resultado del debate al individuo, bien en forma de animosidad asintomática en el paso de lo nocturno a lo diurno o con todo el desayuno del pesimismo servido... 

Hay que comenzar a trabajar los programas cerebrales desde el primer momento del día. Tan pronto como los cerebros nos encienden comienza nuestra tarea: proyectar racionalidad y empuje a la red que nos gestiona. El primer cerebro del día es fundamental. Si no sabemos que está ahí proyectando sus miedos nos dejaremos llevar por la apariencia de que esos miedos están fundados.

El cerebro que nos amanece prepara al cerebro que nos debiera apagar de noche. Teme ese lugar plano e inmóvil en el que sufren huesos, juntas y no descansan los músculos y sale uno molido.

- No consigo dormir... y necesito descansar...

Los cerebros diurnos y nocturnos, los de encendernos y apagarnos, construyen alianzas interpretativas circulares, pescadillas que se me comen la cola y engordan en vez de desaparecer...

El cerebro del arranque prefiere que sigamos en la cama y el que apaga nuestras luces quiere que sigamos con ellas encendidas y nos levantemos y movamos (síndrome de las piernas inquietas...) 

Los cerebros del desasosiego hacen turnos y amargan el día y la noche, la vigilia y el sueño, la horizontalidad y la verticalidad, la quietud y el movimiento. No dejan respiro, momentos, lugares ni circunstancias...

- Es una enfermedad misteriosa, sin solución... Dicen que son los nervios, los años, las penosidades pasadas...

El primer cerebro del día necesitaría un buen revolcón de realidad, de apremio...

¡El lobooooooooo!

4 comentarios:

Ani dijo...

Excelente entrada, Doctor.

Cada vez escribe mejor y mas claro, desmenuza el cerebro hasta lo mas nimio, le conoce todos los secretos y triquinuelas.

Increible y vergonzoso que la mayoria de sus colegas no se den cuenta de esto... o sera, que es mas comodo no andar dando tantas explicaciones del cerebro? y prescribir analgesicos, anti inflamatorios, ansioliticos,antidepresivos, anticonvulsivantes, etc etc, (que rentable!)...y tener al padeciente asistiendo a la consulta todos los meses.

Por mi parte, seguire leyendolo hasta que mi cerebro se adoctrine.

Gracias
Saludos.

LOURDES dijo...

Ani: al igual que tú me he hecho y he lanzado muchas veces esa pregunta. Pero en cuanto al sector de la medicina que se ocupa del dolor, he llegado a pensar que sus cerebros tienen miedo a tirar todo lo anterior a la basura; es como si se quitaran el blindaje que les protege y ha protegido desde que salieron de las Universidades (incluidas farmacéuticas).

Por lo demás, como siempre una gran y acertada entrada. En mi experiencia desde que nos levantamos tenemos que reprogramar nuestros cerebros; creo que forma parte del devenir biológico, que es necesario y recomendable para todas las actividades (no solo al educarnos sobre el dolor).

Un abrazo.

Ani dijo...

Lourdes, es verdad lo que dices con respecto a los medicos que se ocupan del dolor, debe ser complicado el ver que lo que aprendiste en la universidad con respecto a eso , deben cambiarlo, les debe dar miedo y ...flojera.

Si hasta a mi, me da un poco de temor explicarle a alguien , comun y corriente, lo aprendido con el dr., respecto a este tipo de dolores.

Por el lado de nosotros, los padecientes, como dices, a reprogramar el cerebro!! desde que nos levantamos.

Un abrazo

Arturo Goicoechea dijo...

Ani y Lourdes: los médicos siempre han mostrado inercia al cambio de doctrinas promovido por otros médicos dedicados a hacerse nuevas preguntas para renovar las posibles respuestas. El problema viene ya desde la escolarización a todos los niveles (primaria a Universidad) y se agrava por la existencia de factores de mercado que tratan de mantener la amortización de lo que ofrecen.

Nos queda un pequeño margen de esperanza en los nuevos fisioterapeutas. No veo otro colectivo comprometido en esta labor.

Saludos