El dolor es una percepción proyectada por el cerebro a la conciencia del individuo a consecuencia de una valoración de amenaza y cuyo propósito es influir en la conducta motora de éste dirigiéndola a una acción defensiva. Si la evaluación de peligro es interna el dolor contiene una incitación a la quietud, a la inacción. Si el riesgo es externo al dolor se acopla un programa motor de huida.
El cerebro debe valorar, atribuir valor, beneficio frente a perjuicio, a las intenciones del individuo desde la perspectiva de la defensa de la integridad de los tejidos. El individuo no programa el movimiento. Se limita a solicitar prestaciones: "quiero levantarme, coger ese libro, patinar, saltar, reposar..." y el cerebro selecciona el programa motor según la valoración que hace de sus consecuencias.
En principio el movimiento es analgésico. Necesitamos movernos para conseguir comida, librarnos de parásitos (rascarnos), buscar pareja, huir del predador, del fuego... Si la acción motora produce beneficio biológico el cerebro facilita la analgesia y anima a movernos.
La estimulación magnética de la corteza motora tiene efecto analgésico. El acicalamiento en ratones produce una robusta analgesia en contextos experimentales (con y sin lesión de nervio). Cada vez que se estimula, (fisiológica o experimentalmente) el cerebro que programa el movimiento, se genera un flujo de señales que descienden desde el cerebro estimulado hasta las áreas de la médula espinal (asta posterior) que van a recibir los estímulos nocivos generados en la acción.
Si con el cerebro motor estimulado (fisiológica o experimentalmente) se aplican estímulos nocivos (calor, pinchazos, laser...), esos estímulos generan menos señal en los nervios (fibras C) de la zona y en el área correspondiente del asta posterior se registra también menos actividad. En definitiva, menos probabilidad de dolor.
Las áreas sensoriomotrices del cerebro no están ociosas. Continuamente organizan programas motores que pueden o no aplicarse. Cada posible acción está valorada como ofensiva o inofensiva y en función de ello el cerebro facilita o inhibe la generación de señal en las neuronas que detectan los estímulos nocivos.
El individuo puede influir a través del conocimiento y la imaginación en el proceso evaluativo. Si proyecta miedo a la acción el cerebro desactivará el circuito de la analgesia y facilitará el estado sensible a cualquier estímulo. Si proyecta confianza argumentada en que el propósito motor no ocasiona ningún riesgo de daño el cerebro facilitará el programa de analgesia para permitir la acción solicitada.
La corteza motora no sólo envia órdenes a los músculos para que se contraigan. Siempre acopla órdenes a las neuronas nociceptivas (fibras C y asta posterior) para frenar la generación y tráfico de señal de daño para que la acción solicitada pueda ejecutarse sin problemas (sin dolor).
Sólo las incidencias de daño relevante justifican el acoplamiento de la percepción dolorosa a nuestras acciones. En ausencia de daño relevante el dolor sólo indica miedo a las consecuencias del movimiento.
Los ratones de laboratorio a los que se les ha ligado el nervio ciático y se les aplica estímulos nocivos (calor, pinchazos...) presentan una conducta aparentemente analgésica mientras se acicalan.
En el dolor crónico las acciones del individuo están consideradas como peligrosas y los programas motores seleccionados por el cerebro no contienen la orden de inhibir la generación y tráfico de señales de daño.
La vía piramidal, que es el conjunto de fibras que conducen las órdenes cerebrales a los músculos contiene también la correspondiente dosis de analgesia... siempre que la acción esté autorizada.
- Tiene que moverse.
- No puedo, me duele
- Su cerebro teme el movimiento. Tiene que eliminar ese miedo.
- YO no tengo miedo al movimiento. Me encanta moverme pero el dolor me impide hacerlo. Temo el dolor.
- ¿Por qué cree que le duele?
- Tengo mal la columna.
- Entonces cuando duele algo perjudica a la columna ¿no?
- Supongo. Tengo varias hernias, desgaste...
- ¿El movimiento podría empeorar las cosas?
- Supongo...
- Luego está de acuerdo con su cerebro. Comparte su miedo al daño...
Cuando el cerebro quiere que uno se rasque, por evaluación de peligro cutáneo, suelta un chorro de morfina para premiar la acción del rascado, para que sea indolora y gratificante, aun cuando el rascado lesione la piel...
El cerebro mueve el dolor al compás de sus intenciones y de su modo de ver las cosas. El individuo debe exigir sus derechos y conseguir que el cerebro no penalice las acciones pero para ello debe recuperar la confianza en su inocuidad. Debe cambiar su idea de columna vulnerable...
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