Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

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jueves, 23 de diciembre de 2010

El cerebro no duele...


                            Una vez más, Descartes...


A los neurólogos les gusta comentar que "el cerebro no duele". Con el individuo despierto, podemos importunarle con todo tipo de estímulos molestos:

- ¿Le duele?

- No

El cerebro no tiene "receptores de dolor". Eso explica por qué no duele. Cualquier dolor generado en la cabeza necesariamente tiene que provenir de las meninges y grandes vasos que sí tienen los exigibles receptores que detectan el dolor liberado por los tejidos cuando estos son convenientemente perturbados.

Generalizando esta conclusión a otras percepciones podríamos afirmar también que el cerebro no huele, no ve, no oye, no degusta,  palpa ni siente calor o frío. El cerebro sí podría estar triste o alegre, relajado o angustiado. Podemos estimular lugares específicos con electrodos...

- ¿Qué siente?

- Una profunda tristeza. 

Los tejidos expresan su adversidad segregando dolor pero las neuronas cerebrales, según anden las serotoninas, dopaminas, endorfinas, adrenalinas y otras moleculinas, lo hacen liberando estados de ánimo, emociones... que son detectadas por los receptores correspondientes transformándolas en señales que llegan a la consciencia, donde son sentidas por el individuo. 

¿Duele? Algo no va bien en los tejidos. 

¿Tristea? Algo falla en las neuronas de la tristeza del cerebro.

La afirmación de que el cerebro no duele le viene bien a todo el mundo. Todos prefieren que el cerebro se limite a recibir las señales cartesianas del dolor y amplificarlas o ignorarlas, según convenga. Podemos manipular esas señales propiciando el confort en los tejidos, con dietas, posturas, ejercicios y reposos adecuados a la vez que evitamos la amplificación anímica cerebral modificando modos de ser y afrontar inadecuados... 

Las señales de dolor podemos manipularlas con fármacos que las rebajan, bloquean...    

En las tristezas y otras disfunciones neuronales podemos ir más al fondo del asunto. Subimos serotoninas, opiáceos y cannabinoides, rebajamos el tono de la dopamina y adrenalina y el cerebro dejará de segregar desánimo, oir voces y angustiarse.

Me gusta hacer preguntas capciosas a los residentes..

- ¿Cuántos ojos hay?

- Dos

- Bueno, hay dos cámaras oculares que recorren el mundo para obtener datos, pero realmente sólo hay un ojo, el ojo de la mente. Está en el cerebro. Es el que realmente ve, o, más bien, construye lo que vemos También es el que ojea, dirige la mirada...

Los ojos no tienen receptores de visión sino de radiación electromagnética (luz). En la retina hay receptores de luz y no luz (oscuridad). Los dos son fundamentales para que el cerebro vea bordes, contrastes, formas elementales y complejas... Los ojos no ven caras ni árboles. Es el cerebro el que integra memoria visual (inteligencia) y datos de retina y nos proyecta el resultado a la consciencia convertido en visión, justo cuando traspasa ese ámbito misterioso de la percepción.

No son los nociceptores (receptores de nocividad) los que construyen dolor. Se limitan a tomar datos de amenaza consumada o inminente en los tejidos. Con esos datos y con los aportados por la memoria del dolor (inteligencia nociceptiva) el cerebro "duelea"... proyecta dolor en un momento y lugar por un por qué y un para qué... 

La función algógena, la que genera dolor, reside en el cerebro, al igual que la "visiógena", "olfatógena", y "sonógena".

- Se repite mucho doctor...

- Lo sé pero el error de Descartes está muy agarrado en las mentes de los dolientes y sus cuidadores a la vez que los aciertos del gran René, su racionalismo, el método experimental, la duda metódica, la desconfianza en lo que dicen las autoridades autoconsagradas y los sentidos... no acaban de formar parte de nuestras reflexiones y actitudes.

Puede que el cerebro no duela pero duelea y el que, con toda seguridad siente dolor es el individuo...

- No es su columna la que duele. Es el cerebro.

- O sea que soy YO...

- No exactamente. Es su cerebro...

- Ya, YO... ¡El cerebro soy YO!

- No. USTED es su cerebro y su USTED. Los dos son importantes.

- A eso le llaman dualismo...

- Naturalmente, pero hay muchas maneras de entenderlo... Una simple célula es dualista. Suceden cosas en su interior (lo intracelular) y el resultado de todo ello produce información que sale al exterior (lo extracelular) y así la célula conoce algo de sí misma. Existe el interior y el exterior pero están integrados, interelacionados. El cerebro sería el equivalente en organismo a lo que es el interior de la células. El individuo sería el exterior...

- Déjelo... Sólo sé que me duele

- Sólo sé que eso indica que su cerebro ha decidido duelear... ahí y ahora...

2 comentarios:

Carlos dijo...

Una entrada huérfana de comentarios... es lástima porque es un camino que se intuye que puede ir más lejos...
El cerebro no duele, pero duelea; no ve ni oye, pero permite ver y oir; no tiene hambre, pero hambrea a su usuario; no está triste pero entristece... Esto permite la posibilidad de engaño: puede duelear sin daño (nocebo), puede hacer ver y oir sin estímulo lumínico adecuado (alucinación), puede dar hambre sin necesidad de alimento (alguna forma de ansiedad), entristecer sin pérdida real (depresión) etc.... Esto permite la posibilidad de desengaño: el placebo puro o impuro, sea como desengaño o como engaño de signo contrario; permite, aunque no sé muy bien cómo seria el método equivalente, des-alucinar, saciar, alegrarse...
En definitiva, pasa una cosa curiosa: tu modelo se basa en las mismas reflexiones que Descartes al inicio de la filosofia moderna (Meditación 1ª): engaño de los sentidos (duelea sin dato real), es como un sueño (pesadilla cerebral)... Faltaria el Dios engañador o el genio maligno que puede poner falsas representaciones por pasiva o activa. Aquí encontramos el modelo no de Dios sino de una naturaleza caprichosa que hace eso mismo sin admitir corrección: la alergia.
En fin, sería una relación de amor y odio con Descartes.
Saludos

Arturo Goicoechea dijo...

Carlos: a veces la calidad de los comentarios suple su escasez numérica. Desde mi ignorancia en Filosofía siento una gran admiración por Descartes. Lamentablemente en este blog se habla de dolor y ahí René patinó aunque había abierto profundas brechas en el pensamiento humano que debieran haber hecho ya su trabajo. Si no es así es porque nos encontramos con las fuerzas oponentes de "Lo Oficial", haciendo que tiran del Gran Carro de La Ciencia cuando en realidad le ponen todo tipo de frenos y obstáculos.

Podías extender la línea del comentario y rehabilitar merecidamente a Don René...

Saludos