Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

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miércoles, 27 de octubre de 2010

La culpa



La paciente abandona la consulta con el miedo a las espaldas y la mochila de la culpabilidad cargada hasta los topes. (¡Doctor, tengo miedo!. Sol del Val)

Toda la teorización oficial sobre la migraña señala al padeciente como único culpable de su infierno. Sus genes llevan el estigma migrañoso y sus hábitos, su modo de ser, lo que come, lo que no come, lo que duerme o deja de dormir, desencadenan las crisis. 

El sonsonete de los genes y desencadenantes aparece, indesmayable, por todos los foros y publicaciones. El migrañoso reside en un organismo regido por un cerebro hiperexcitable al que se le disparan los programas defensivos (dolor, intolerancia digestiva y sensorial, reclusión en el refugio) con cualquier circunstancia por muy irrelevante que sea: cambio de tiempo, alimentos, estreses, hambre, frío, calor, luz, olores, fin de semana...

Con un cerebro así uno está obligado a coger los hábitos de la santidad cotidiana si quiere encontrar un mínimo sosiego... pero al cerebro migrañoso no le basta la ejemplaridad. La condición hiperexcitable puede con todo... incluso con los fármacos. 

Antidepresivos, anticomiciales, betabloqueantes, antagonistas del calcio... sólo ofrecen un modesto alivio añadido al que presta el placebo.

El fiasco terapéutico exige responsables. Los neurólogos se reúnen para dar con las claves del fracaso. Ellos hacen las cosas aceptablemente pero "los otros", los padecientes y los médicos de atención primaria, no están a la altura. No siguen los cánones, los protocolos, o andan a su bola con los calmantes, se automedican.

El panorama es desolador pero todo iría mejor, sostienen los neurólogos, si se les hiciera caso, si los de atención primaria siguieran sus recomendaciones, si "la población" tuviera más información... oficial.

Es de suponer que los neurólogos expertos en migraña son los mejor informados en teoría oficial y los que mejor manejan los protocolos. Eso no les libra de ser el sector de "la población" con el índice más alto de incidencia de migraña. Algo no hacen bien. Los expertos son también padecientes, luego culpables.

Ser migrañoso y a la vez culpable es una carga difícil de sobrellevar. No cabe cuestionar a la Ciencia. El mal está en uno. Si no son los hábitos son los genes o "el modo de ser", de afrontar la vida...

La Medicina no es Ciencia en estado puro. Contiene también cultura y mercado. La Ciencia ya se encarga de cuestionarse a sí misma pero dejamos a la cultura y al mercado que anden a sus anchas. Todo vale si puede "funcionar", aliviar, aunque sea por efecto placebo.

- La culpa no es suya. Es la cultura, la información, el mercado...

- No estoy de acuerdo. Algo tengo.

El padeciente que se resiste a librarse de la culpa empieza a ser realmente culpable...

- Está usted libre. Puede salir de la cárcel... Hemos revisado el caso y hemos visto que no había motivos para encarcelarlo...

- No estoy de acuerdo. Algo habré hecho para estar aquí... Ustedes, que son los carceleros, debieran saberlo... 

El pájaro se niega a salir de la jaula, le da miedo...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando has construido tu vida en torno al miedo, la culpa y el dolor, no es tan sencillo salir de la cárcel, hace falta mucha valentía y decisión para reinventar una nueva forma de ser, sentir y pensar. ¿Cómo sale un preso después de 30 años (o muchos más) de cautiverio y tortura? ¿Feliz, empaca sus pocas pertenencias, y sale a disfrutar de su libertad, a mirar el sol, a sentir el viento en la cara? ¿Gozoso, sale a beber, a comer, a trasnocharse, a festejar? ¿Cómo, después del aislamiento y la soledad endémica puede replantear sus relaciones con los demás y la imagen de si mismo proyectada hacia adentro y hacia afuera? Disculpe usted, nos hemos dado cuenta que no era culpable, se puede ir. Gracias! al fin libre!

arturo goicoechea dijo...

Anonimo: por extraño que parezca hay algunos padecientes migrañosos que rechazan la posibilidad de que lo que se les plantea es cierto, que la migraña es una entidad cultural, aprendida, que sus genes y neuronas son normales, que deben atreverse a salir por la puerta abierta. No se conceden la oportunidad y siguen aferrados a sus creencias y sus calmantes.

Los sistemas de memoria neuronales son abiertos y admiten el cambio, la actualización, a todas las edades. Hay muchos padecientes que entienden y creen lo que se les presenta, se liberan y comienzan una nueva vida con su nuevo cerebro... después de llevar muchos años padeciendo migrañas

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