Uno no puede hacer lo que quiere. El organismo pone límites. Nos concede una banda de permisividad en la que podemos desarrollar nuestros planes como individuos conscientes. Si nos movemos en esa banda el organismo nos hace sentirnos más o menos bien, animosos, indoloros y optimistas. Si estamos fuera de ella por cualquiera de los extremos el organismo proyecta su reprobación en forma de malestar, presionándonos hacia una determinada conducta cuyo objetivo es volver a las condiciones autorizadas, a la banda permitida.
Las bandas tienen unos límites definidos genéticamente. Son límites fijos, inamovibles. Marcan el universo de la supervivencia de los tejidos. Los sensores de daño necrótico (consumado e inminente) están ahí para detectar la desviación e informar a los centros que contienen los programas defensivos, las respuestas de evitación-reparación.
Dentro de la banda impuesta por la genética cada organismo establece por aprendizaje (experiencia propia y ajena, instrucción experta) otra que varía a lo largo del tiempo según lugares, momentos y circunstancias. Esta banda de permisividad aprendida, adquirida, tiene como objeto evitar la exposición a estados y agentes considerados como amenazantes. Los límites se marcan en función de creencias y expectativas... del organismo.
La banda congénita de permisividad, la que pone los límites al aquí y ahora de la nocividad real, puede estrecharse, no por lo que está sucediendo sino por lo que se valora como riesgo, como probabilidad. El organismo marca unos límites de intolerancia que pueden llegar a juntarse penalizando cualquier propósito del individuo.
Fuera de lo permitido sólo hay desánimo, dolorimiento, cansancio, pesimismo, rumiación, catastrofismo, vulnerabilidad, indefensión. El individuo queda atrapado en un recinto mínimo de subsistencia en el que no cabe ningún propósito. El organismo ha impuesto el estado de intolerancia total, el toque de queda.
Los programas defensivos se activan sin motivo, por puro temor a los sucesos. La irracionalidad, la fobia impone su ley. Todo es sospechoso y debe evitarse. El individuo es peligroso. Prohibido moverse. El pasado debió evitarse. Ya no tiene remedio. Ha dejado heridas, tendones montados, inflamaciones, nervios pinzados, contracturas, emociones... El futuro no tiene sentido en esas condiciones. No existe.
El individuo vuelve los ojos a los expertos. Se siente y sabe enfermo, indefenso y solicita el diagnóstico y el remedio prometidos.
- No tiene usted nada. Es todo normal... Le mando al Psiquiatra...
El organismo intolerante campa a sus anchas. Nadie parece querer imputarle nada. No existe aprendizaje, responsabilidad, errores no detectados ni corregidos. Sólo genes de vulnerabilidad o intolerancia (hiperexcitabilidad) y sucesos que debieron ser evitados.
- No tiene usted nada. Es todo normal pero su organismo actúa como si hubiera enfermedad...
- No estoy de acuerdo. Sé que estoy enfermo. Me siento enfermo. No puedo con mi cuerpo ni con mi alma... Póngame un diagnóstico y un tratamiento... Tengo mi derecho...
- Insisto. No hay enfermedad pero su cerebro le obliga a sentirse enfermo para que actúe como tal...
Los padecientes residentes en organismos intolerantes, de banda estrecha, acaban consiguiendo diagnóstico, colectivo solidario de afectados, promesas y respaldo de los expertos que respaldan la tesis de enfermedad.
La banda de permisividad se cierra definitivamente. No se tolera ninguna propuesta que no sea la de enfermedad.
El organismo intolerante ha conseguido su objetivo: la convicción y conducta de enfermedad.
6 comentarios:
Hola Arturo:
Me siento bastante identificado con esta entrada, con la busqueda, con la respuesta de mi cuerpo ante cualquier estimulo o situacion: Desánimo, dolorimiento, cansancio, pesimismo, rumiación, catastrofismo, vulnerabilidad, indefensión... Cada dia una cosa, cada dia una posible respuesta, pero nada concreto, ¿tendre algo?, dicen que no, las pruebas eran claras, para que repetirlas, va a salir lo mismo... "Eres muy nervioso, date un paseo y deja de pensar en las enfermedades...""Si tuvieras algo ya te hubieras muerto" Son respuestas de medicos y de medicos especialistas en neurologia...
- No tiene usted nada. Es todo normal pero su organismo actúa como si hubiera enfermedad...
- Me siento enfermo. No puedo con mi cuerpo ni con mi alma... ¿que hago? Usted es medico, digame a que se debe
- Insisto. No hay enfermedad pero su cerebro le obliga a sentirse enfermo para que actúe como tal... Tus sintomas pueden ser analogos a un estado de angustia, de estress, de alerta excesiva, pero nuestra obligacion era hacerte un TAC y una analitica de urgencia y esta todo bien.
A pesar de todo, el cerebro sigue cerrado a esa informacion,procesa el error, el estado de alarma innecesaria, como una posibilidad, no como una realidad, creando argumentos para la enfermedad: Sintomas, sintomas, sintomas... El cerebro solo permite el estado de miedo, de inactividad, ultimamente me tira a dormir, y despues me siento mejor, hasta que vuelve a funcionar la maquina de pensar... Antes los ojos, ahora las manos y dedos que duelen, microcalambres en los dedos al teclear en el ordenador, a veces hasta leves temblores (creo que mis sintomas son sintomas unicos, cuasi a la carta...), se duermen brazos y piernas, casi siempre en el temeroso lado derecho. Me dan respuestas, quiza la espalda, las cervicales, o las lumbares, el tunel carpiano, estas contracturado... Diazepam de 5... Creo que el origen de la contractura esta unos treinta centimetros mas arriba... eso me lo dijo un fisioterapeuta, si esa causa no deja de dar guerra, ni con masajes ni con pastillas ni con nada... Espero que cuando vea la prueba concluyente que me saque de dudas, mi cerebro analitico y cientifico, cambie de rumbo hacia realidades en lugar de especulaciones.
Salu2
Jaime
Jaime: no tienes más remedio que aceptar el veredicto de las pruebas. De otro modo entrarías definitivamente en el mundo de la irracionalidad sin retorno. El individuo consciente con su conocimiento es el que debe tomar las riendas e imponer la cordura, con más o menos tiempo por delante pero con toda la convicción del mundo.
Saludos
Hola Arturo:
Estoy de acuerdo, aunque hasta el final de la guerra esto es una guerra de guerrillas, ratos buenos, ratos malos, incertidumbre...
En mi mano esta utilizar mis armas (tecnologia, cordura, conocimientos, razón...) frente a las armas del enemigo (irracionalidad, pánico, alarmas...). En estos momentos parece que tienen ventaja los buenos... Veremos mañana, espero que no le toque el turno a la irracionalidad, a las alarmas y al desaliento...
Por cierto, ya veo mejor...
Salu2
Jaime
No se para que digo nada... Hoy otra vez guerra: vision borrosa, ayer tarde - noche flojera y dolor en la mano derecha (dicen que a lo mejor las cervicales), letras dobles al ver la tele... A lo mejor abro demasiado los ojos... En fin, hoy batalla de nuevo... Ya conozco las armas... Y un poco de confianza tampoco me vendra mal... Creer para ver.
Salu2
Jaime
Publicar un comentario