El cerebro existe porque nos ayudó a sobrevivir como individuos y como especie. El voluminoso cerebro de los sapiens (ma non troppo) está ahí porque demostró su valor como navegador por esos mundos inciertos de la evolución.
El cerebro sapiens (m.n.t.) nace con muchos circuitos pero con mucho por aprender. Los programas tienen pendiente su modulación: el qué, cuándo, cuánto, dónde, cómo, por qué y para qué de casi todo.
Antes de que hubiera neuronas las células del sistema inmune detectaban proteínas-señal de lo peligroso (gérmenes, células cancerosas, células inciertas, cadáveres celulares). Sólo respondían en presencia de esas señales. Muchas veces, demasiado tarde.
Las neuronas aportaron la posibilidad de establecer una correlación entre señales físicoquímicas de todo tipo y peligrosidad potencial antes de que la nocividad contactara con el organismo. Las neuronas tenían la capacidad de convertir las variables internas y externas en acciones reflejas apetitivas (alimentación, pareja) o aversivas (predadores, fuego, traumatismos). Humos lejanos que delatan incendios. El olfato, la vista, el oído, el tacto, el gusto, atribuían valor al entorno promoviendo conductas adaptadas de acercamiento o rechazo. Todo ello con tiempo y espacio por medio. Avisos, premoniciones...
La inmunovigilancia analiza la peligrosidad del agente palpando sus señas moleculares de identidad con los receptores de la membrana de las células vigilantes. La neurovigilancia palpa los agentes a través de las variables físicoquímicas que generan en el entorno: luz reflejada, vibraciones mecánicas, sustancias volátiles. Las neuronas ven, oyen y huelen el peligro, antes de tenerlo encima.
En muchas ocasiones el agente peligroso aparece acoplado a estados y agentes inofensivos. Las neuronas toman nota del escenario en el que puede aparecer algo relevante, positivo o negativo y registran todo tipo de señales que coinciden en tiempo y espacio con ello. Si inmediatamente después del sonido de la campana viene la comida bastará oír la campana para que se ordene a las glándulas salivales que procedan a salivar. Si al sonido de la campana asociamos una descarga eléctrica, bastará oír la campana para salir huyendo. Oir campanas sirve tanto para salivar como para activar la respuesta de lucha-huida.
La capacidad preventiva neuronal adquirida por experiencia propia se fue ampliando a través de la observación a distancia y a buen cubierto de la adversidad ajena. Las neuronas aprendieron a sensar la nocividad en sucesos ajenos. Es un sentir emocionado, empático. De otro modo no serviría para mucho.
Al cerebro sapiens (m.n.t.) no le bastó con todas estas prestaciones de los reflejos condicionados (campanas, saliva y descargas electricas) y la empatía con los sucesos emocionantes ajenos. Somos una especie frágil y vulnerable, sin corazas, garras, veneno ni velocidad-punta. Necesitamos más seguridad.
Los seres vivos cuando se sienten amenazados se asocian. Se convierten en organismos pluri-individuales, sociedades, obedeciendo señales informativas que expresan estrés, adversidad insuperable por los propios medios.
Sapiens se organizó en manadas que sumaban y/o restaban capacidades. Algo a compartir era, indudablemente, la información. El cerebro sapiens (m.n.t.) se volvió compulsivamente cotilla, chismoso, relatador, además de imitador y empático. Ya no sólo podía sensar los sucesos de otros viéndolos y oyéndolos a distancia. Apareció el relato dentro del grupo, en caliente, en el lugar de los sucesos y en frío, en la guarida. Gestos, gritos... y al final, lenguaje.
El cerebro sapiens (m.n.t.) necesitaba tiempo y reposo para procesar toda esa ingente cantidad de señales inciertas sobre peligrosidad. Sensaciones, observaciones y relatos... Demasiada incertidumbre... Promovió espacio-tiempos de reflexión rumiante de todo ese material, todos los que el individuo consciente y atento dejaba libres. El sueño, el sopor, el vagabundeo mental son universos en los que el cerebro busca orden, regularidad, analogías, asociaciones, causas, probabilidades.
La representación del mundo en un ámbito virtual, soñado, imaginado, generaba nuevas hipótesis que proponían una teoría de los sucesos, de sus causas y remedios. Algunos individuos nacían tocados por la capacidad de presentir, adivinar, interpretar, vaticinar, aconsejar.
Su imaginación creaba doctrina.
La información experta y/o iluminada aportó certezas e incertidumbre a la red.
El cerebro vigilante integra todos esos planos evolutivos de conocimiento (experiencia propia, observación de sucesos ajenos, relatos, doctrinas) y enciende percepciones, emociones y acciones según todo ese complejo mundo imaginativo valora en cada espacio-tiempo la probabilidad de un suceso.
La neurovigilancia necesita reposo para ordenar tanta información pero quizás necesite sobre todo criterio ara filtrar conocimiento increíble.
Newton puso orden mecánico. Einstein no sé bien lo que dijo. Para muchos abrió la puerta al libre albedrío. Todo es relativo, dicen que dijo. Algunos creen que ello autoriza cualquier propuesta de verdad. Todo es verdad y mentira. Escoja usted. Freud alertó sobre los sótanos cerebrales pero abrió la puerta a la somatización como explicación universal. Darwin nos recordó que somos historia compartida.
Puede que necesitemos ya algún golpe sustancial de conocimiento en materia tan importante como la neurovigilancia. Puede que necesitemos saber algo sobre cerebro socializado, instruído, culturizado.
De momento nos hablan de chapuzas evolutivas, de proteínas que recaptan la serotonina, la droga de la felicidad, impidiendo así que tengamos el ánimo biendispuesto. Menos mal que hemos dado con el antídoto necesario, el inhibidor de la recaptación de la serotonina. Así la serotonina está unos milisegundos más en las sinapsis insuflando cordura y alegría.
Alguien sugirió más Platón y menos Prozac. No estoy seguro. Me quedo con Newton y Darwin. A Einstein no le entiendo y no acaba de convencerme la somatización de Freud.
De momento me tranquiliza saber que tengo una proteína que recapta la serotonina.
¿Prozac? No, gracias.
7 comentarios:
Pues yo, que no entiendo prácticamente de nada, creo que tenemos un gran problema, entre otros muchos, que nos impide dar pasos cualitativos y avanzar de forma significativa : el hecho de que sigamos pensando que somos el centro del universo. Esto no nos lo hace más inteligible.
Respecto a Platón y el Prozac, me quedo con Platón aunque me gusta más Marco Aurelio.
Saludos
Lidya: pues sí la función del ego nos lleva con frecuencia a distorsionar la realidad. También prefiero a Marco Aurelio, por supuesto.
Saludos
Por desgracia actualmente nos hemos convertido en seres individualistas y egoistas.Antiguamente nuestros antepasados lo compartian todo ,los alimentos:caza,pesca,sus labores y buscaban soluciones en comun.Hoy en día si no es por una gran desgracia o catastrofe somos incapaces de unirnos por una buena causa;es hora de empatizar y mirar a nuestro alrededor.Hemos evolucionado intelectualmente,hasta que punto. -Cita o frase filósofica elegida del texto"Neurovigilancia":Todo es verdad o mentira-escoja usted
Respeto a los presócraticos:Platon y Socrates eran grandes filósofos ,Marco Aurelio es un gran desconocido para mi.
saludos
Increible lectura!!!. Realmente me ha enganchado de principio a fin.
Sobre lo que comenta Bergaresa, pienso que ese egoismo que presenta la sociedad se debe en gran medida al miedo. Tanto el miedo a lo desconocido, a que pasara, al que dirán los demás...Grandes miedos que arrastramos de la educación que recibimos, grandes miedos que nos afectan en el presente y nos generan grandes incertidumbres respecto al futuro.
Soy un gran coleccionista de citas y frases célebres de grandes pensadores y me gustaría comentar una cita de Marco Aurelio "La vida de un hombre es lo que sus pensamientos hacen de ella".
Saludos.
Bergaresa: no hay nada que se escape al mercadeo. Siempre ha sido así. Las primitivas manadas mercadeaban pero su pequeña dimensión (apenas llegaban a los cien individuos) generaba un autocontrol de reciprocidad. Era más complicado pasarse de listo, ser un parásito o un iluminado.
Existen empresas de generación de opinión, de creación y fomento de diagnósticos y terapias.
No creo que seamos peores que nuestros antepasados. Simplemente hemos cambiado el entorno y la dimensión de la manada. A pesar de todo el conocimiento sigue adelante.
Saludos
Osteopatía Linares: efectivamente, el miedo es el gran animador de los mercados. El miedo a la enfermedad, a la muerte, al sufrimiento o a la simple incomodidad nos ha vuelto hipersensibles, hipocondríacos... pero no pasa nada. En el hiper de los remedios uno puede encontrar todo lo que busca. Otra cosa es que cumpla con lo que promete.
Saludos
A mi me ha venido a la mente el Mito de la caverna de Platón. Al final, se hace necesario salir de la caverna, reconocer y CONFIAR en mis semejantes, y disfrutar del "baile junto al fuego". Luego esta la responsabilidad de volver a entrar a la caverna para tratar de convencer a los que quedan dentro de que las sombras (alucinaciones, percepciones, miedos...) que se proyectan en el interior no son "dañinas".Si recuerdo bien, Platón barruntaba que probablemente los cavernícolas matarian al que salió y vió la luz o lo tratarian de loco....
Veo bastantes analogías con el esfuerzo que haces Arturo por perseverar en la necesidad de salir de la caverna doctrinal que conforma el ego, y dejar de vivir hipervigilantes a un mundo imáginario de sombras amenazantes.
Contra la neurovigilancia, confianza.
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