Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

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miércoles, 23 de marzo de 2011

El cerebro migrañógeno



Sostienen los neurólogos políticamente correctos que un cerebro migrañógeno (generador de migrañas) es un cerebro hipervigilante, hiperexcitable, sensible.

Cierto. Todos los cerebros lo son. Ese es su trabajo. La neurona es una célula especializada en sensar y excitarse con lo sensado. Un cerebro (incluido el migrañógeno) es un órgano constituído por neuronas, miles de millones de neuronas, conectadas cada una de ellas con varios miles de puntos (sinapsis). La función de esa formidable red de conexiones es generar conocimiento para decidir cuándo y dónde excitarse y cuándo y dónde no hacerlo. El cerebro gestiona la relevancia del tiempo-espacio. 

El cerebro no es una persona interior que vela por nuestros intereses y atiende nuestras demandas. El cerebro no es un mayordomo. Hay innumerables cerebros. Uno para cada lugar, momento y circunstancia. 

El cerebro emula, representa la realidad, valora sus probabilidades, anticipa su posible impacto sobre el organismo.

El cerebro migrañógeno proyecta su hipersensibilidad hacia la consideración de la amenaza física. Construye una representación de la cabeza como un lugar vulnerable, sensible, sometido a todo tipo de estreses por la conducta del individuo. Alimentos, quebraderos de cabeza, cambios (hormonales, laborales, meteorológicos...), hambres y atracones, excesos y defectos de sueño, esfuerzos y reposos... cualquier estado o acción del individuo puede generar en el cerebro migrañógeno un estado de desasosiego probabilístico referido a la cabeza. El temor, con frecuencia, afecta sólo a media cabeza. 

El desasosiego migrañoso lo siente el individuo en forma de barrunto. Los neurólogos lo llaman "pródromo". El desasosiego permite deducir al padeciente que ese día o el siguiente toca migraña. En realidad la migraña ya está servida, ya ha comenzado. El cerebro ha seleccionado el estado de alerta para ese lugar, momento y circunstancia. Se ha activado la hipersensibilidad al posible daño físico. 

¿Por qué?

Vaya usted a saber. Son corazonadas del cerebro. Predicciones, miedos de los sistemas de memoria. Sólo conocemos sus consecuencias. Tampoco conocemos por qué los sistemas de memoria del sistema inmune activan la inflamación cuando el aire contiene polen. Le llamamos alergia y proponemos soluciones.

- Tengo alergia al polen...

- Tengo migraña a las zanahorias...

- Si hay polen de gramíneas estornudo

- Si como zanahorias me duele la cabeza...

El sistema inmune puede ser hiperexcitable, hipersensible al polen de las gramíneas cuando debiera resultarle indiferente.

El cerebro puede ser hiperexcitable, hipersensible a las zanahorias cuando debieran resultarle irrelevantes.

Un cerebro migrañógeno es un cerebro que gestiona erróneamente la peligrosidad de lo que el individuo hace o la seguridad interna. Un cerebro migrañógeno presagia inflamaciones, desgarros arteriales, aumentos de presión, muerte celular violenta...

Todos los cerebros son de natural alarmista, hipersensibles, hiperexcitables. Con el tiempo pueden volverse más sensatos y situar el peligro en la banda de la probabilidad razonable o construir una teoría de vulnerabilidad a cualquier minucia.

El cerebro migrañógeno nace. Los genes humanos construyen cerebros potencialmente migrañógenos, cerebros condenados a construir conocimiento sobre lo peligroso. El cerebro aprende a valorar peligrosidades varias. Lo hace a golpe de experiencia de daños físicos previos, observación de daños ajenos, relatos, instrucciones... El cerebro humano ha nacido migrañógeno potencial y esa potencialidad se esfuma o consolida en función del rumbo que tome el aprendizaje.

Una crisis de migraña es una decisión de extremar la alerta aun cuando nada haga prever que en la cabeza suceda algo terrible. El miedo cerebral al daño segrega dolor hacia el individuo y el dolor genera en el individuo miedo a que algo esté sucediendo para que esté doliendo, algo que genera una perturbación suficiente como para producir dolor en la zona doliente.

Sostienen los neurólogos que el cerebro migrañógeno viene ya determinado de fábrica y que nada puede hacer el afectado mas que hacerse a la idea que es así y procurarse una vida monacal, sin chocolates, quesos curados, estreses, canas ni cañas al aire, fines de semana ni cualquier condición que implique una variación.

Para los neurólogos no existe aprendizaje cerebral para estas cuestiones del dolor. Todo está en los genes y nada se aprende. Nacemos hambrientos, sedientos, dolientes, cansados, frioleros, calurosos, picajosos...

El padeciente del cerebro migrañógeno, dicen, debe asumir su condición y aprender a defenderse: En primer lugar debe dejarse contagiar por su cerebro hipersensible, hiperexcitable, miedica, hipocondríaco, fóbico, promotor de adicción a todo tipo de consumos que calman su desasosiego. Los neurólogos recomiendan informarse debidamente en la condición migrañosa, consolidar las convicciones erróneas, la creencia en la vulnerabilidad de la cabeza.

La potencialidad migrañosa del cerebro humano no está determinada en los genes sino en la interacción de estos (la genética de la función hipersensible neuronal) con un entorno rebosante de material escolar (experiencia propia y ajena, relatos, instrucción experta) facilitador de la condición migrañosa aprendida. 

Aprendemos a valorar sucesos y estados pasados, presentes y futuros. Es ley de vida neuronal. 

Un cerebro saludable es un cerebro razonable. No nacemos razonables sino, más bien, lo contrario. La racionalidad hay que conquistarla, merecerla. Un migrañoso no ha hecho nada para merecer sus crisis. No se ha autoinyectado gérmenes en las meninges, no se ha provocado un desgarro arterial interno ni se ha golpeado violentamente la cabeza contra una esquina. Se ha limitado a comer chocolate, queso curado... Acciones inocentes...

Los frailes nos advertían de los pecados de pensamiento además de los de obra. Nadie se comía un rosco y se nos iban los miedos a la condenación eterna por obra de lo pensado aun cuando no hubiéramos obrado.

El cerebro actúa respecto a lo que sucede y también lo que imagina.

El cerebro también genera dolor por obra de un estado nocivo o, simplemente, por temor a él... Peca de pensamiento aun cuando no se coma ningún rosco necrótico... 

1 comentario:

Unknown dijo...

Gracias, nunca se me había explicado asñi, por mucho que yo lo he solicitado.