Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

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domingo, 2 de enero de 2011

Imaginación y consciencia



El dolor es un contenido perceptivo, es decir, consciente. Existe en tanto en ese momento una determinada población de neuronas está descargando. ¿Qué hace que esa actividad electroquímica genere el sentimiento de dolor y no otro? Es un misterio. No tenemos la menor idea. Hay quien sostiene que a la actividad electroquímica neuronal se debe añadir una supuesta insustancia, espiritual, anímica, para que afloren los sentimientos. Las señales electroquímicas se limitarían a activar la parte correspondiente de la mente, alma, espíritu o como quiera llamarse a eso insustancial, inmaterial... que llamamos consciencia, sentimiento.

Podemos imaginar el dolor, rememorarlo, pero no llegaremos a sentirlo, realmente. De forma muy fugaz y leve percibiremos en la zona pensada un fantasma de la verdadera percepción dolorosa. Podríamos deducir que en este caso, al tratarse de un dolor mental, espiritual, del alma, psicológico...no real, no se produciría ninguna activación electroquímica de la población de neuronas que generan el verdadero dolor. Lo imaginado se produciría en un ámbito especial, exclusivo de lo inmaterial. Habría neuronas para lo psicológico (psiconeuronas) y neuronas para lo físico (físiconeuronas). Cada plano sería independiente del otro.

Las cosas no son así. Parece ser que el ámbito de lo imaginado (lo que sucedió o pudiera suceder) y lo real (lo que está sucediendo) comparten soporte neuronal, actividad electroquímica. La diferencia es más bien cuantitativa que cualitativa. Cuando imaginamos algo, por ejemplo, una cara determinada, se activan las mismas neuronas que lo hacen cuando tenemos delante esa cara o una foto de esa cara. Podemos representar en imagen las zonas cerebrales responsables de imaginar o percibir la cara. Son las mismas, sólo que cuando imaginamos la actividad es menor.

Los sentidos dan sentido a lo imaginado, ponen límites. Si abro los ojos y tengo ante mí una silla no puedo dejar de percibirla y, en su lugar, imaginar una persona. Percibiré una silla por más que me esfuerce imaginativamente en proyectar la persona.

El sentido del daño, la población de nociceptores (receptores de nocividad) esparcida por el espaciotiempo corporal, en superficie y profundidad, dan sentido a lo imaginado, ponen límites. Si no hay nada dañando a mi antebrazo derecho yo no puedo proyectar un dolor imaginado sobre ese antebrazo. Lo contrario también es cierto: si acabo de quemarme la piel del antebrazo, los nociceptores mantienen activa la población cerebral de neuronas que generan la percepción de dolor. YO no puedo imaginar que no duele y conseguir que el dolor desaparezca. La percepción de la silla la impone la realidad física de la silla y la de dolor en antebrazo la impone la realidad física de unos tejidos dañados.

El individuo consciente puede imaginar lo que quiera pero sólo conseguirá una versión muy difuminada y fugaz de la percepción. El cerebro no es un mayordomo al que podemos dar órdenes a través de lo que imaginamos.

¿Y el cerebro... puede imaginar sin límite y conseguir, a base de activar con más fuerza las neuronas imaginantes, que se encienda la percepción consciente de tal forma que el individuo perciba una realidad (imaginada) como si... realmente se estuviera produciendo en ese momento lo imaginado...?

Sí.

Ahora bien. El cerebro, además de la contención de los sentidos, tiene la contención del sentido común, la convicción de que, aun cuando todo es posible no siempre es probable... 

Cuando lo imaginado (temido) no sucede pues los sentidos no mandan información sobre daño relevante ni el cerebro pierde el sentido común (podría suceder pero la probabilidad es mínima y hace que lo posible sea prácticamente imposible...) no sentiremos dolor a no ser que:

1) suceda algo nocivo y los sentidos saquen al cerebro del estado "todo en orden"... 

2) los sistemas de memoria activen las alarmas pues atribuyen a un lugar, momento o circunstancia el sinsentido (muy común en los sapiens) de creer probables todo tipo de imposibles.

Lo imaginado tiene que emocionar para generar percepción. Algo emocionante es algo relevante. La relevancia debe contener no sólo el factor del efecto (si me toca la lotería...) sino también el de la probabilidad (pero seguro que no me toca...) La escasa probabilidad elimina la emoción a lo imaginado o debiera hacerlo...

La migraña, la fibromialgia, el colon irritable... los "síndromes en ausencia de enfermedad", son la expresión de un cerebro con disfunción imaginativa. Imagina sin el freno de la probabilidad y se deja llevar por la posibilidad de lo posible.

Es fundamental que el individuo ponga el freno de la racionalidad imponiendo su convicción de que nada nocivo está sucediendo ni va a suceder. Pudiera suceder, es posible, pero altamente improbable...

- No tiene usted nada... Es la imaginación cerebral...

- No estoy de acuerdo. Algo tiene que estar sucediendo. Reclamo el derecho a estar enferm@ por la sencilla razón de que lo estoy. No son imaginaciones mías

- De acuerdo. No son imaginaciones suy@s sino de su cerebro. Debe imaginar que no hay enfermedad pero para ello primero debe tener la convicción de que realmente es así...

- Estoy enferm@ y exijo que se me trate como tal...

- La disfunción imaginativa es una de las muchas formas de enfermar, de perder la oportunidad de sentirse bien y ser válid@... vivir...

- No me sirve.

- Le entiendo...

Hay veces que la imaginación nos acerca a una realidad que los sentidos (incluido el común) no captan y pensamos que es imposible algo que otro ha imaginado como real o probable. Otras sucede lo contrario: nos empeñamos en dar por cierto algo que sabemos "a ciencia cierta" que no está sucediendo. 

La imaginación nos acerca a la realidad y otras nos aleja de ella.

Hay que andar con cuidado con lo que se imagina...

3 comentarios:

LOURDES dijo...

Hola dr. Recuerdo que una vez me dijo que no me obsesionara con el cerebro, que lo dejara estar. A cada cual lo suyo, no? Pero a veces es dificil cuando ya sabemos de lo que es capaz, de lo que puede imaginar y hacer partípe al individuo. En las recaidas migrañosas es aún peor sobre todo cuando coge al individuo "fuera de juego".
Un abrazo y gracias por ese particular "Imagine".

Arturo Goicoechea dijo...

LOURDES: la recaída es un momento complicado pero hay que estar preparado para no dejarse amilanar. La imaginación es el teatro de operaciones, donde se libran los debates. El problema ya no es lo que es o no racional. Mandan las emociones, el miedo al dolor, la inseguridad... Espero que no haya habido, realmente, recaída en tu caso y, si es así, que hayas salido airosa y fortalecida.

Un abrazo

LOURDES dijo...

Hola Dr; cómo te las hueles...!!!!
Algo ha habido, que se me escapaba de las manos, pero airosa y esperemos que fortalecida.
Un abrazo y gracias por estar siempre ahí.