El hambre es una percepción de necesidad, de incitación a conseguir algo que el organismo solicita, con o sin justificación.
Asociamos el hambre con los alimentos pero también hay hambre de aire, hambre de sal, hambre de dulces. Realmente la sed es hambre de agua.
Con el hambre el cerebro presiona al individuo a una conducta de búsqueda y consecución de lo solicitado. Los objetos del hambre, en condiciones naturales, son escasos o están muy solicitados y disputados por otras especies o individuos. Existen circuitos neuronales que promueven las hambres, la exploración y aprovisionamiento.
La tendencia natural, biológica, evolutiva es la de activar el hambre cuando hay comida, agua, sal, dulces... a mano. El cerebro ha evolucionado en entornos de escasez o abundancia disputada y promueve los consumos cuando tiene los objetos a su alcance. Homo sapiens (ma non troppo) ha aborrecido las hambres y ha conseguido cultivar comida, canalizar el agua, recolectar la sal, dulcificar sin límite...
La abundancia sin rivales, sin riesgo, debiera producir el sosiego de los circuitos del hambre pero no es así. Las hambres están desatadas. La pulsión al corto plazo les puede. El presente es mucho presente.
Las hambres producen malestar, desasosiego, insatisfacción, necesidad, ganas. Si obedecemos el requerimiento cerebral del hambre de turno el sistema de recompensa nos premia con la retirada del apremio. Nos quita el hambre de comida, de agua, el hambre de sal, de aire o de dulce. Interpretamos el alivio como placentero pero en realidad el placer consiste en la supresión de la urgencia. Es como quitarse un zapato pequeño.
El hambre expresa el deseo cerebral. El individuo puede acceder y disfrutar librándose de los apretones (comiendo, bebiendo...) o rebelarse y negarse a los requerimientos por razones de falta de necesidad en el presente y confianza en el futuro.
El dolor contiene la esencia de las hambres. Es un hambre extrema, límite. El sistema de recompensa fuerza al individuo a conducirse defensivamente. El dolor expresa el hambre del miedo al daño, la necesidad de quedarse quieto o huir, mover las piernas cuando uno quiere tenerlas quietas ("síndrome de las piernas inquietas") o a dejarlas quietas cuando el individuo quiere moverlas. El cerebro exige calma nociceptiva. Para conseguirla activa el hambre de remedios, conjuros varios: "calmantes", masajes, punciones, productos homeopáticos...
El hambre de aire tiene sentido cuando necesitamos todo el oxígeno posible para huir del peligro o hacer deporte pero el cerebro puede ver peligro siempre y en todas partes y activar el hambre de aire a todas horas. El individuo siente el desasosiego del hambre y necesita respirar hondo. Si no obedece el hambre de aire va a más hasta que un suspiro mitiga momentáneamente la inquietud.
El mareo es hambre de quedarse quieto. La soledad, hambre de relación...
No es fácil gestionar las hambres, los apremios del sistema de recompensa. Sucumbimos fácilmente cuando nos aprietan las tuercas. Bocadillos, refrescos, dulces, sal, reposo, calmantes, tics, suspiros...
A las hambres hay que obedecer cuando están justificadas por estados de necesidad reales, actuales y hay que plantarles cara cuando se nos presentan sin motivo, por puro miedo a la incertidumbre.
Para calmar el hambre se exigen conductas motoras propias o ajenas: comer, beber, moverse, detenerse, agarrarse, suspirar...
También existe el hambre de tabaco y se exige un ritual motor complejo (sacar el cigarro, encenderlo, meterlo a la boca, aspirar y expeler el humo, desprender la ceniza, apagarlo...)
- Llevas tiempo sin fumar. ¿Por qué no enciendes otro cigarro?
- No gracias, no me pongas el hambre. No te voy a hacer caso. El tabaco es tóxico, adictivo, engañoso... y aumenta el hambre de fumar...
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- Llevas ya unas horas sin tomar calmantes...
El dolor, en el fondo, es eso: una más de las muchas hambres que nos pone el cerebro para calmar sus agobios probabilísticos, sus miedos, no siempre bien fundados...
- No insistas con el hambre... ¡Déjame en paz!
4 comentarios:
Genial!!!!!! El hambre; nunca me habia puesto a pensar lo que el hambre significa.. un deseo sexual..
Saludos
Me acaban de recomendar su blog y no he dejado que pase ní un minuto.
Veo que ha sido una buena recomendacón.
Encantada. un saludo.
Vaya!!! Genial tu entrada.
Yo he sentido hambre toda mi vida, pero ahora ya la voy controlando: hambre con la comida (anorexia y después bulimia); hambre con las pastillas (para la depresión), hambre de estar quieta (insomnio crónico) y hambre de cigarrillo.
He saldado o aún sigo saldando las tres primeras; estoy aprendiendo a conocer mi cuerpo, y aunque a veces se recae ya comprendo mejor como controlar el hambre. Lo último que me falta es el cigarrillo, miro mi bolso y tengo un paquete entero. Sí, si, calmaré las hambres poco a poco.
Un abrazo,
K-M-
Karen Morrison: sí, es fundamental controlar las hambres y situarlas en una banda de racionalidad. De otro modo nos convertimos en esclavillos de lo absurdo.
Saludos
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