Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

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martes, 11 de mayo de 2010

Las amígdalas del cerebro



A la entrada del mundo externo, en las fauces, existe a cada lado una formación en forma de almendra, la amigdala. Es asiento frecuente de infecciones en la infancia y, en nuestros viejos tiempos, si estas se repetían en exceso, Don Mariano, el médico de cabecera, procedía a extraerlas en la cocina. Muerto el perro, se acabó la rabia.

A la entrada de la información del mundo externo, en las fauces del cerebro existe también a cada lado una formación con aspecto de almendra, inevitablemente llamada amigdala. Su extirpación daría lugar a una anestesia emocional. 

Las amigdalas cerebrales analizan la relevancia biológica y social de los flujos de información de los sentidos. La información sensorial, después de dejar una copia en la amigdala, prosigue su curso hasta las áreas de procesamiento analítico y sesudo de la corteza. Si la amigdala detecta alguna señal sensorial etiquetada como relevante procede a activar la alerta y encender los motores del organismo para una respuesta eficaz.

La amigdala detecta información visual de caras emocionadas, olores y sonidos de lugares, rastros de una pareja potencial, cualquier señal que anuncie peligro, comida o ligue. Memoriza la relevancia de imágenes, olores y sonidos que acompañan a la realidad significativa y toma decisiones sin esperar a la opinión de las oficinas de lo intelectual, ganando un tiempo precioso para la supervivencia o el éxito.

La amigdala es sensible a las señales sensoriales que acompañan a lo relevante pero también lo es a las especulaciones teóricas de las areas frontales, al mundo de lo posible aunque resulte altamente improbable. 

Los sentidos y las hipótesis meten el miedo en el corazón de los núcleos de las amigdalas y disparan las alarmas.

Los Homo sapiens (ma non troppo) de los tiempos actuales son asustadizos, desconfiados y pesimistas. Se procuran entornos garantistas, con sustento y cobijo y sin micropredadores. Temen el fracaso social, la exclusión, el ridículo y la enfermedad. Los sentidos transportan flujos rebosantes de todo tipo de señales que son analizados a la luz de la cultura por las áreas teóricas, probabilísticas. Si lo cotidiano es evaluado como relevante se ordena a los nucleos amigdalares que se enciendan las alertas ante lo valorado como significativo.

Las amigdalas de lo estresados crónicos acaban engordando de tanto activarse, angostando el flujo informativo sensorial y derivándolo hacia el encendido preventivo de las alarmas. 

El cerebro imaginativo, especulativo, culturizado, sensibiliza sonidos, imágenes, olores y sabores pero también simples palabras, conceptos, expectativas, augurios y ofertas.

Todo se ha vuelto relevante. Las amigdalas no dan a basto. El miedo a lo teóricamente posible impregna lo cotidiano irrelevante. Todo está tocado por la emoción, por la incertidumbre, por el miedo. Vivir es demasiado emocionante.


- No me encuentro bien. Estoy deprimido


- Tiene grandes las amigdalas. Podemos extirparlas. Dejaría de sufrir...


La extirpación de las amigdalas produciría un estado de indiferencia, anestesia emocional.  


La inteligencia no tendría el impulso de lo emocional. El cerebro actuaría desde un racionalismo frío.


Necesitamos la emoción para decidir de forma inteligente pero también necesitamos la inteligencia, la racionalidad, la buena información, para contener las emociones somáticas. 


La peor combinación es la que, desgraciadamente, se está dando: un organismo crónicamente emocionado por el miedo y una cultura alarmista que retroalimenta ese miedo.


¿Inteligencia emocional? No estoy seguro. No estaría mal tampoco una emoción inteligente...





10 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy amable Dr Arturo por una entrada que llevaba tiempo deseando leer.
A propósito de la misma, le comento: un día, una colega mía, psicóloga clínica, hablando de dolor crónico y trauma emocional, me comentaba que al parecer hay estudios que sugieren que en el cerebro de las personas que han sufrido un trauma o una disociación, existía un cortocircuito real en la conexión que usted cita entre amígdala y córtex.

De alguna manera, en estas personas existe, por un lado, un sujeto evolutivo -que madura con los años de manera normal- y un sujeto emocional, que queda "anclado" en el espaciol y el tiempo de cuando aconteció dicha disociación o cortocircuito límbico-cortical para una determinada idea o vivencia.

En otras palabras: cuando acontece un trauma emocional, el cerebro no aprende más. Se dispara la amígada y al perder la conexión cortical, la red se queda anclada en ese- momento-para-esa-vivencia y es incapaz de procesar correctamente la información.

De esta manera, se pueden explican ciertas actitudes fóbicas irracionales, o la imposibilidad de racionalizar ciertas emociones, o como udted brillamente dice, tener emociones inteligentes.

Desgraciadamente no dispongo ahora de bibliogarafía que demuestre esto, es un comentario que escuché a una colega psicóloga con la que trabajamos para desensibilizar alarmas cerebrales de pacientes con dolor crónico.

Si, como quiera que sea que en muchos casos de dolor crónico músculoesquelético no-asociado-a-daño, la red neuronal de los sujetos aprendió un día que el mundo era un lugar hostil para el individuo -debido a creencias, vivencias o (des)informaciones- y lo programó en dolor-rigidez-fatiga para promocionar una conducta (no salir de la cama ->los "leones" están ahí fuera-> necrosis)... me gustaría saber su opinión sobre esta idea del cortocircuito córtico-amigdalítico y su relación con el trauma, la instauración de fobias de difícil racionalización y por ello, la programación de un estado de alerta constante que paraliza y fatiga a los sujetos (según esta teoría, la amígdala consideraría un estado constante de amenaza)

Muchas gracias, un fuerte abrazo.

Arturo Goicoechea dijo...

Oceano mar: el cerebro emocional es el que establece relevancia biológica a nuestros sucesos y conductas. Filogenéticamente ha evolucionado esta relevancia incorporando capas corticales de procesamiento dependientes de la cognición social (empatía, neuronas espejo, instrucción experta). Como sucede con la jerarquía en la red neuronal funciona de abajo arriba cuando mandan los hechos y de arriba-abajo cuando mandan las especulaciones evaluativas. Efectivamente los sucesos emocionales en períodos críticos o sensibles pueden dejar una huella de memoria emocional potente y crear un cortocircuito que reproduce las respuestas ante cualquier señal referida al escenario del pasado. La respuesta está adelantada a través de la activación amigdalar. No creo que exista una desconexión córtico amigdalar sino que la aportación cortical está sensibilizando, reforzando, el cortocircuito.

El papel del profesional sería reconstruir la narración, el significado de lo que sucedió y sigue sucediendo. Habría que rememorar los sucesos traumáticos conscientemente para racionalizarlos y devolverlos a la memoria con una narración de más sentido común.

En el tema del dolor crónico los profesionales, en mi opinión, pueden facilitar el círculo vicioso al interpretar la situación con conceptos discutibles como la somatización o las contraturas por estrés, por poner un ejemplo. Por ello me parece importante explicar a los pacientes una dinámica biológica desde la perspectiva de organismo. les ayuda a eliminar el oscurantismo y la vivencia de culpabilidad o indefensión.

Si encuentro algo sobre el particular ya se lo haré saber.

Gracias por los interesantes comentarios.

Saludos

Anónimo dijo...

Estimado Dr Arturo, muchísimas gracias por su comentario e impresiones sobre este asunto.

Estoy completamente de acuerdo con usted en que los profesionales, con nuestros discursos de somatizaciones, reforzamos la estructura fóbica de los cerebros de los sujetos con su propio cuerpo (y ambiente, como usted bien explica en su libro)

En el caso concreto de los fisioterapeutas, no se puede imaginar hasta qué punto enfermamos y reforzamos alarmas cerebrales, con teorías más o menos peregrinas de implicaciones fascio-psico-neuro-mio-atro-viscero-inmunológicos y otras hierbas semejantes, desgraciadamente tan populares en nuestro gremio.
Yo mismo llegué horrirazo a la conclusión de que llegué a ser un experto enfermador sin saberlo hasta no hace mucho... ahora intento hacerlo mucho menos! :)

quedo a la espera de sus reflexiones futuras sobre este punto, si las hubiera y yo intentaré buscar algo de bibliografía sobre lo hablado, por si interesa.

Un abrazo!

Arturo Goicoechea dijo...

Oceano mar: todos hemos tenido una vida anterior profesional que puede horrorizarnos.Ese es también mi caso. Achacaba todo a la depresión. Las pacientes me aseguraban que su estado de ánimo era normal pero yo sostenía que el que sabe cuándo hay depresión es el médico (YO) y que todos los síntomas no eran mas que la expresión de un estado de ánimo bajo que no querían reconocer o problemas que no querían reconocer o explicitar.

Afortunadamente, aunque tarde, he detectado el error y trato de compensarlo.

Saludos

antonio dijo...

hola dr goicoechea
mi nombres es antonio,y sufro de cefaleas cronicos a diario,sin motivo organico que lo produzca,mi psicologa dice que mi dolor es somatico, me gustaria saber como puedo comprar su libro la migraña es una pesadilla cerebrar,y poder entender como mi cerebro esta dando falsas alertas amis neuronas que hace que tenga dolor casi a diario,me gustaria poder enteder el metodo para saber cual es el mecanismo que activa la alerta.

un saludo

Arturo Goicoechea dijo...

Antonio: supongo que cualquier librería la puede solicitar a la editorial (Desclée de Brouwer). No creo que tengas problemas en encontrarlo.

Leslie dijo...

Hola Dr. Arturo, con respecto a este tema me gustaria saber acerca del comportamiento emocional y social de las personas, cuyas amigdalas han sido extirpadas a concecuencia de una amigdalitis.
Cambian de manera dramatica su comportamiento afectivo por la indiferencia?
Que hay de las emociones que guardaban antes de practicarse la corugia, (en caso de que esta persona se haya realizado la extirpacion en la edad adulta).

He buscado por la web estudios de comportamientos y repercusiones en el estilo de una vida sin amigdalas, pero no he tenido mucho exito, solo he encontrado estudios en animales y su comportamiento menos agresivo y confuso.
Es la primera vez que leo su blog y lo felicito por su libro.
Leslie

arturo goicoechea dijo...

Leilse: me temo que al utilizar el doble sentido del término amigdala, refiriéndolo a las amigdalas de la garganta y a las alojadas en el cerebro le he facilitado un malentendido por el que le pido disculpas.

En Anatomía el término "amigdala" se refiere a toda formación con forma de almendra (amigdala). Hay unas almendras (amigdalas) en la garganta que son las que se extirpaban antaño sin mucha justificación y otras en la profundidad de los hemisferios cerebrales que no se extirpan ya que dejarían al individuo sin capacidad de sentir emoción.

Saludos

Leslie dijo...

:D Gracias Dr. Arturo, me siento algo apenada por mi confusion, ya esta tarde me habia enterado de que habia malinterpretado por completo el termino y lo habia asociado erroneamente con la amigdalitis.
Le agradezco su atencion,
Saludos y Buen dia!

arturo goicoechea dijo...

Leilse: siento yo el haber facilitado su error. No tiene por qué disculparse.

Saludos