Habitualmente se sobrentiende que la psicopatología es patrimonio del individuo, el hombrecito etéreo que habita el robot.
El cuerpo tiene somatopatologías y el hombrecito psicopatologías.
El cuerpo es somatoanalizable, cuantificable, fotografiable, reparable, recambiable. Es sordo y mudo. No tiene emociones. Es un complejo pero frío mecanismo, un ejército de idiotas celulares, sin ideas. Sólo memoria, archivos.
El hombrecito es psicoanalizable. Habla y escucha (no siempre). Tiene sentimientos e ideas. Su inmaterialidad escamotea la posibilidad de ser cuantificado y desmenuzado.
El cuerpo contiene procesos físicoquímicos, reacciones, metabolismo. Detecta variaciones de energías medibles y les adosa respuestas reflejas.
El hombrecito tiene conductas que surgen de la reflexión. Decide. Está envuelto en energías aún no desveladas, esquivas a ser detectadas y medidas pero presentidas y ubicuas.
El cuerpo tiene enfermedades , lesiones y disfunciones por exceso y defecto. El cuerpo no se equivoca... falla. No tiene responsabilidad.
El hombrecito tiene desvaríos, miedos, angustias, desánimos, obsesiones, alucinaciones, compulsiones, adicciones, desatenciones, hipervigilancias, apatías, euforias, errores, falsas creencias...
El cuerpo no se aviene a pláticas ni recomendaciones. Pastillas, dietas y cirugía.
El hombrecito gusta de hablar, relatarse. Se deja aconsejar y reconducir con la palabra.
No se sabe bien si el cerebro es del cuerpo o del hombrecito. Para gustos e intereses...
En mi opinión el cuerpo tiene su corazoncito y su cerebrito. Es, en gran parte, inconmensurable. Tiene estados de ánimo, preocupaciones, angustias, ideas, obsesiones, desatenciones e hipervigilancias, compulsiones, apatías, euforias y creencias.
Pienso que el cuerpo y el hombrecito son la misma cosa.
Si no concedemos al cuerpo psicopatología necesitamos magnificar al hombrecito, segregarlo de vísceras y carnes.
El cerebro no deja de ser un derivado de la piel, un trocito de pellejo hipersensible a lo que sucede a su alrededor, una membrana sofisticada, capaz de extraer primera, segunda y tercera derivadas e integrarlas para memorizar y rumiar su resultado, que es volcado en la red.
Pienso que tenemos dejado de la mano de Dios al psiquismo corporal, a su psicopatología cotidiana, a su propio estrés. Dejamos que el cuerpo se gestione a sí mismo desde su psicopatología mientras registramos al hombrecito magnificado en busca de emociones mal administradas.
La migraña es la consecuencia de un cerebro fóbico adictivo que mortifica a un hombrecito habitualmente sin psicopatología. La doctrina oficial de los neurólogos, incomprensiblemente, alimenta esa psicopatología somática recomendando que se identifique desencadenantes que deben ser fóbicamente evitados mientras anima al consumo adictivo de analgésicos.
Pienso que no estaría mal una nueva especialidad: psicólogos somáticos... que, por supuesto, no es lo mismo que psicosomáticos...
7 comentarios:
Si usted puede hablar de emoción, de angustia, de fobia, en relación con el cuerpo, es precisamente porque habla, porque tiene palabras, lenguaje...
¿El lenguaje pertenece a la biología, al cuerpo, a la psique? ¿es lo mismo la biología que la psique? Desde el punto de vista de los hablantes, usted y yo por ejemplo, parece que sí.
Si el cuerpo y el hombrecito son la misma cosa no hace falta una nueva especialidad. Basta con cualquiera de las que hay... El neurólogo que promueve la fobia en el paciente migrañoso hará de él un hombrecito más fóbico o al contrario, la aliviará; el psicoanalista que cure las fobias disolverá todas ellas por igual, o al contrario, por qué no, las aumentará.
Se trata de discernir y hacer bien el trabajo. Saber a dónde se quiere llegar.
No sé si me equivoco doctor, desde su punto de vista.
Solo cuento con mi experiencia. Comencé a cumplir mi sueño desde mediados de Septiembre: ser capaz de escribir con regularidad. La emoción de ir consiguiendolo y poder interactuar desde el blog hizo que brotara un herpeszoster que cursó acompañado de catarro rinítico. No encuentro otra razón. Aproveché para anotarlo en el blog el 11 de Noviembre y apuntar su relación con la emoción, en este caso positiva, de polaridad opuesta a la anterior, somatización al fin y al cabo. ¿O no es así? Ya me encuentro bien. Saludos.
Querido Antonio,
te llevo leyendo hace tiempo. La claridad con la que expones es extraordinaria y me hace ver el funcionamiento del cerebro/cuerpo de otra manera. Me recuerda, inevitablemente, a Damasio y a sus marcadores somáticos. Intuyo que la respuesta a los "síndrome funcionales" va por ahí, por dónde tu nos llevas.
Tuve hasta hace poco un paciente con vómitos cíclicos (27 años, hombre) y creo que su cuerpo/apto. digestivo iba por un lado y su cerebro por otro. Su cuerpo, como si dijeramos, había adquirido vida psicopatológica propia.
La manera de ver que propones es
util heurísticamente e inevitablemente te tendré que seguir leyendo.
¿Para cuando un libro o un artículo largo con tus reflexiones?
Un saludo cariñoso.
Victoria: la función del lenguaje es la de interactuar con el otro (incluido uno mismo). Para mí venimos de un largo proceso evolutivo en el que no necesitamos inyectar, en un supuesto momento fundacional, una sustancia insustancial que nos confiere la cualidad pensante y hablante. El lenguaje es una emergencia corporal, un universo motor complejo.
Absolutamente de acuerdo en que no hay que inventarse ninguna nueva especialidad. Me refería a un cambio de óptica, a la necesidad de pensar desde el organismo cuando especulamos sobre cuestiones "psicológicas"
Saludos
mjt: "post hoc ergo propter hoc" Solemos caer en la tentación de las causalidades por proximidad espaciotemporal. Puede que algo hubiera de cierto en la influencia de su decisión emocionante de darle a la pluma y el brote viral. Para lo malo la red neuronal ayuda al sistema inmune, le calienta los cascos de las alarmas pero eso sólo querría indicar que se ha producido un error defensivo... Si se le quiere llamar somatización no pasa nada, pero prefiero reflexionar des la perspectiva de procesos somáticos con sus estados emocionales operando hacia sí mismos.
Saludos
CCA: me han llamado de todo. Alfredo es lo más común, después de Arturo, que es mi verdadero nombre. Es la primera vez que me llaman Antonio y me ha creado una extraña sensación.
Efectivamente Antonio Damasio y su marcador somático anda entre mis líneas. Para mí fue gratificante leer "La sensación de lo que ocurre". Me supuso ratificar y consolidar lo que me bullía de forma embrionaria por la cabeza.
Bueno, acabo de publicar un libro: "Migraña, una pesadilla cerebral". Tienes la referencia en el ángulo superior derecho de las entradas al blog. Allí resumo todo lo que tenía en mente en el 2008.
Damasio critica a los cognitivistas su falta de referencia a la evolución, al organismo y a la homeostasis. Comparto esa crítica e intento explorar una visión de la clínica desde los estados emocionales somáticos proyectados sobre el día a día del interior.
El individuo y sus emociones está sobredimensionado y desplaza al organismo como explicación posible de lo que sucede.
Gracias por las visitas y el comentario.
Saludos
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