Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

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lunes, 30 de marzo de 2009

Frenología


Franz Joseph Gall (1758-1828) fué un médico alemán interesado por el estudio de la mente. Desarrolló la teoría de que el cerebro estaba constituido por 27 órganos, cada uno de los cuales se encargaba de una función concreta. Cada individuo tenía, de forma innata, un dotación variable de capacidades y, por tanto, un desarrollo singular de cada uno de los supuestos órganos.

El volumen variable de cada zona se reflejaba, segúa Gall, en una conformación externa del cráneo y así la exploración de la forma externa craneal permitía describir las capacidades y temperamentos de cada uno e influir, por ejemplo en la selección de personal para puestos de trabajo o como pareja.

Si bien la propuesta de F.J. Gall era descabellada, fué una idea precursora de las teorías "localizacionistas" actuales que consideran que las funciones del cerebro se localizan en determinados zonas cerebrales (el modelo de los módulos o de la "navaja suiza"). Esta sugerencia es, en parte, correcta pero no es posible deducirla palpando y midiendo el cráneo (tal como sugería Gall).

La tendencia a localizar de forma simple el origen de los problemas, el reduccionismo, ha facilitado avances considerables en la Ciencia pero cuando no se complementa con la visión integrada de otros factores produce teorías excesivamente tocadas de la complacencia de tenerlo ya todo explicado con un gen, un neurotransmisor o una imagen. 

El gen de la migraña, la serotonina, las arterias, la CGRP (una molécula más), los canales iónicos, las mitocondrias...

Los neurólogos van variando la localización del problema migrañoso. 

Los avances en técnicas de imagen (Resonancia Magnética, PET, Magnetoencefalografía) están prestando valiosos servicios en el diagnóstico de enfermedades y la investigación de los procesos básicos de la actividad neuronal pero inducen a conclusiones precipitadas triunfalistas por parte de los clínicos. 

La Resonancia magnética funcional, por ejemplo, permite generar imágenes coloreadas acopladas a diversos estados psicológicos, ejecución de tareas, acciones... y, por supuesto, migrañas. 

Las imágenes se obtienen midiendo la actividad de las conexiones entre neuronas (sinapsis) a través de variaciones metabólicas (consumo de glucosa, oxígeno,) o introduciendo marcadores radioactivos. Todo muy espectacular pero realmente poco informativo (en este terreno). 

Imagine que quiere investigar lo que se cuece en las oficinas de la sede del gobierno y para ello utiliza los consumos de luz en los distintos despachos. Da lo mismo que las luces se hayan encendido para limpiar, celebrar un cumpleaños, debatir una cuestión para aprobar una ley o para derogarla. Cuanto más torpes sean los ponentes más consumo de luz, etc. 

Los artículos más "científicos" sobre una crisis política serían los listados de factura de la luz convenientemente convertidos en colorines, proyectados sobre una fotografía del edificio del gobierno. 

Algunos investigadores no ven ninguna diferencia entre los desvaríos de Gall y el entusiasmo de lo científicos de la imagen en colores y hablan de "la Frenología del siglo XXI". 

Tengo la sensación de que he perdido muchas horas de estudio intentando localizar lo que hace cada zona cerebral, cada neurotransmisor, cada gen y cada proteína. Es todo endiabladamente complejo y cambiante y, además, está al servicio de la ejecución de programas que previamente ha decidido activar la red neuronal. 

Hay mucha excitación por conocer el qué el cómo y el dónde de los procesos neuronales y ninguno por los por qué y para qué. Ahora, cuando leo un titular de un nuevo artículo de Neuroimagen sobre el dónde del dolor, pienso para mí: 

                                          ¿y...a mí qué?

 

    


2 comentarios:

pamela dijo...

Quisiera que me ayuden con mi madre, ya que sufre de dolores muy fuertes en la espalda, ella sufre de colon irritable, y a pesar de que se ha hecho muchos examenes, éstos salen todos bien, ya no sabemos que es lo que le provoca sus dolores y ya son tan fuertes que sufre mucho. Agradecería mucho que me pudieran ayudar, a que especialista llevarla o que hacer?.

Arturo Goicoechea dijo...

Pamela: plantea el drama habitual de los pacientes con dolor crónico. No existe una respuesta sencilla para su pregunta. El blog intenta crear un ámbito de reflexión sobre esa espinosa cuestión, mal resuelta por los profesionales.

Más que recomendarle una especialidad le deseo que encuentre una persona que se interese por analizar todo el proceso en profundidad: primero descartando una causa y, si no existe ninguna lesión o enfermedad demostrable, tratando de penetrar en el mundo del dolor desde todos sus múltiples facetas. Siento no darle una receta sencilla y clara pero es lo que hay.

Saludos