Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología. | We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology. |
jueves, 3 de septiembre de 2009
El derecho a ser creído
El conflicto entre lo que dice el paciente y comprueba el médico, entre el "me duele todo" y "es todo normal" es irresoluble. Es un conflicto entre credos. El paciente cree que su dolor existe y el médico no.
El médico se equivoca. Si el paciente dice que duele, duele. Si asegura que duele todo, incluidas las uñas y el pelo, es que, realmente es así.
"Me aburro", "tengo frío", "me canso", "tengo hambre", "me mareo", o "me duele" son expresiones que no necesitan, deben ni pueden ser comprobadas. Pertenecen al ámbito privado de la conciencia, a lo que cada uno de nosotros percibe para sí mismo.
La conciencia es como una pantalla de televisión privada, exclusiva de uno mismo. Los demás tienen cada uno su propio canal, incluido el médico. Cuando el paciente relata los síntomas está contando lo que ha visto en la pantalla. Si todos los días sale una escena en la que hay un pobre tipo al que le dan martillazos en la parte izquierda de la cabeza es que realmente era así. Nadie tiene argumentos ni derecho a dudar del relato salvo, claro, que piense que se lo inventa. Es decir, que el paciente miente para conseguir o resolver algo o que de puro imaginar el dolor consigue que aparezca.
Cuanto más dramática sea la situación, el dolor más intenso, extenso, continuado y antiguo, habrá una mayor probabilidad de que no sea creído. La normalidad de las pruebas apoyará la sospecha del médico de que no hay quien se crea tanto dolor.
Para el paciente es todo lo contrario: a mayor sufrimiento más convicción de enfermedad.
El canal YO es monotemático. Proyecta programas sobre organismo, el de uno mismo. Hay reportajes, películas, documentales y retransmisiones en directo.
La teleconciencia tiene dos características interesantes:
1) No aclara si lo proyectado corresponde a ficción, grabaciones de sucesos antiguos o retransmisiones en directo. Si sale una casa ardiendo no sabremos si hay un incendio, es la grabación de un fuego antiguo o una recreación, con truco, de un incendio inexistente. No podemos sacar conclusiones fiables. Lo único que podemos y debemos saber, pero nadie nos lo aclara, es que lo que vemos es una composición variable de hechos actuales, antiguos, o, simplemente, imaginados.
2) No hay mando a distancia
La labor del médico consiste en aclarar si se trata de un hecho actual, un documental o un programa imaginario. En ningún caso debe cuestionar el contenido de lo que usted ve pero sí debe precisar su significado.
Hay una tercera peculiaridad en la teleconciencia: es interactiva. El programa puede variar sus contenidos en función del impacto sobre el televidente pero esta es una cuestión que la dejamos para mañana...
miércoles, 2 de septiembre de 2009
Yo sólo sé que no tienes nada

martes, 1 de septiembre de 2009
Y sin embargo me duele

lunes, 31 de agosto de 2009
El derecho a la enfermedad
Un gran porcentaje de ciudadanos que acuden a la consulta, quejosos de diversas dolencias, están sanos. La certificación profesional de integridad produce con frecuencia el sorprendente efecto de la decepción.
El padeciente oficialmente sano y decepcionado por ello se convierte en un peregrino en busca de una oficina que le extienda una acreditación de enfermedad. Necesita el certificado para que su sufrimiento sea reconocido socialmente.
Los padecientes sanos no tienen papeles de enfermedad. Los inspectores de enfermedad los exigen para conceder bajas y subsidios ... derechos de enfermos.
El sujeto sufriente debe aportar la debida certificación de que es un objeto enfermo.
El padeciente sano se sabe enfermo porque se siente como tal y reclama su condición patológica. Envidia muchas veces a los padecientes con papeles, con análisis y radiografías que lo certifican, los que viven en organismos con infecciones, tumores y degeneraciones. Quiere ser enfermo como ellos. Necesita bajas, terapias y subsidios y, sobre todo, que sus allegados le traten como un enfermo y no como un parásito.
Los padecientes sanos viven en tierra de nadie. Son invisibles y se les pide que sean también mudos pues perturban sus relatos no autorizados de sufrimiento.
Los profesionales les conceden, a regañadientes, la condición de síndrome, una entidad confusa que no soluciona nada. Tener un síndrome no es lo mismo que tener una enfermedad pero al menos ya tienen un nombre, pueden salir al exterior con una etiqueta.
La pertenencia a un colectivo afectado por un síndrome es la antesala del reconocimiento posible de enfermedad. Algo así como la beatificación como antesala de la santidad.
Muchos padecientes sanos están en esa condición de tránsito, en el síndrome. Luchan por conseguir el acceso al reconocimiento de enfermedad, la condición que les legitima y absuelve socialmente.
De momento tienen, en el mejor de los casos, la opción de una posible enfermedad, misteriosa e incurable y unas vagas promesas de los avances científicos.
Y... si... realmente no existe la "deseada" enfermedad... si realmente su organismo está sano?
Dios ha muerto... Marx ha muerto... yo tampoco me encuentro nada bien... la enfermedad ha muerto... dicen que la tal enfermedad no existe...
viernes, 7 de agosto de 2009
Neurovacaciones

jueves, 6 de agosto de 2009
Sentido y propósito del síntoma

miércoles, 5 de agosto de 2009
Celedón. De grúas y ganchos celestes.

martes, 4 de agosto de 2009
Pedagogía y/o psicoterapia

lunes, 3 de agosto de 2009
Ronroneo mental y sentido común

domingo, 2 de agosto de 2009
Falsas alarmas y sesgos de confirmación

El marco doctrinal en el que se nutren y sustentan las teorías y recomendaciones prácticas de los expertos respecto a la aparición de síntomas en ausencia de enfermedad (falsas alarmas) no se corresponde con lo que actualmente sabemos sobre detección de señales y activación de respuestas en la red neuronal.


sábado, 1 de agosto de 2009
Traumas del pasado
