El movimiento voluntario no existe. A través de la voluntad sólo podemos formularnos propósitos de interacción con los objetos (incluido el propio cuerpo). El individuo plantea objetivos y el cerebro organiza programas motores adecuados. A poder ser, económicos, funcionales y sin riesgo de daño estructural. Con el aprendizaje se consigue. El primer día de conducción la solicitud de navegar el vehículo activa un programa con excesivos músculos. Es un programa caro, poco eficiente y que genera estrés a la estructura. Con la práctica el cerebro gana en coste-beneficio.
En nuestras acciones se cuelan en ocasiones contracciones musculares innecesarias, parásitas. Generan tensión muscular, esfuerzo baldío... dolor. Facilitan la aparición de puntos gatillo... El individuo no es consciente de ello pero con un mínimo gesto de concentración puede autoproyectarse el consejo: "relájate..." y eliminar esa carga mecánica improductiva.
La consistencia muscular puede estar influida por ese plus involuntario de contracción ordenada por estímulo neuronal, producto de una tensión psicológica excesiva sobre todo tipo de incertidumbres en la ejecución de la acción.
La incertidumbre generadora de tensión muscular innecesaria puede referirse, desde la perspectiva del individuo, al resultado de la ejecución (exámenes, informes, interpretación musical, deporte...) o, desde la perspectiva de organismo, a las consecuencias que la ejecución de la tarea pueda ocasionar a una estructura juzgada como vulnerable, desgastada, artrósica...
Toda acción requiere una técnica adecuada, un programa que economice recursos y optimice resultados. Ello implica motivación sin excesos ni defectos, un leve toque de ansiedad y concentración en el objetivo a cumplir, eliminando cualquier incertidumbre teórica poco fundamentada sobre fracaso o costo en integridad física.
Uno puede estar sentado delante del ordenador horas y horas sin que ello conlleve, necesariamente, dolor y estrés mecánico pero si a esta tarea se le acoplan condiciones psicológicas de incertidumbre ansiosa la tarea contará con la compañía improductiva de músculos innecesariamente contraídos... que acaban generando señal nociceptiva por superarse el límite de su resistencia metabólica o por activarse puntos miofasciales a consecuencia de ese estado mixto de contracción sostenida en alerta.
- Si trabajo con el ordenador acabo molido del cuello. Ya me han dicho que tengo la columna hecha un desastre, con varias hernias... contracturas, bultos... No debiera abusar pero mi trabajo me lo exige...
Los patrones de "necesito..." pero "no me conviene" son especialmente perjudiciales. En estos casos es fundamental evitar la contracción muscular innecesaria, disponer de economía y juicio en los circuitos motores.
La actividad rutinaria, cotidiana debe contar con programas automatizados que optimicen los factores viscoelásticos no contráctiles y los pequeños apoyos y correcciones de los pequeños y precisos músculos raquídeos. La higiene postural no consiste en almidonar un patrón referido como ideal y mantenerlo a toda costa. Ello sólo genera problemas. Es algo más complicado. Es una técnica con componentes mecánicos y psicológicos.
Ya me he referido en varias ocasiones a mi actividad como ejecutante musical y la función de mi profe.
- No sé si vas a tocar el violoncello o no. Lo que sí te garantizo es que no te va a doler. Siéntate bien, relaja... más... piensa... concéntrate...siente...
A lo largo de las clases se iba automatizando un programa cada vez más económico y eficaz (mejor sonido). Creo que esa actividad era buena para la estructura... siempre que la técnica fuera correcta.
- El cuello está muy contraido... tienes que aprender a mirar...
1 comentario:
Me quedo sobre todo con la última frase.
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