Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

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martes, 23 de noviembre de 2010

Habituación


Casi nada de lo que sucede es relevante. La red de sensores del organismo detecta todo tipo de estímulos pero sólo una pequeña proporción de ellos son considerados como significativos y acaban activando percepción consciente. 

Siempre es relevante la novedad... hasta que no se demuestre lo contrario. Los estímulos imprevistos justifican el enfoque atencional, la mirada, la escucha, la palpación por si contienen significado, aportan algo atractivo o peligroso.

También es relevante la variación en la intensidad de lo mismo.

La red neuronal está atenta a las variaciones, las considera, a la vez que se desentiende de todo lo monótono. Segrega la señal novedosa del fondo ruidoso de lo conocido y etiquetado de irrelevante, indiferente

Los sensores de las neuronas dejan de generar señal ante la persistencia de un estímulo aburrido, sin novedad, variación... ni relevancia (efecto detectable). Los sensores se habitúan, se aburren, se duermen.

La habituación es un mecanismo neuronal básico. Permite evitar despilfarro atencional y energético.

Hay habituación sensorial, periférica. Dejamos de oler, oir algo al permanecer estáticos en el mismo ambiente.

También hay habituación cognitiva. Desconectamos de ideas evaluadas como irrelevantes, conocidas, repetitivas. Oimos y vemos sin escuchar ni mirar.

Las ideas novedosas, disonantes, merecen la atención y la respuesta. Pueden abrirnos la escucha y la mirada o todo lo contrario, provocar el rechazo activo o habituarnos a ellas, convertirlas en ruido indiferente.

El problema surge cuando los estímulos relevantes coinciden en tiempo-espacio con otros irrelevantes. Las neuronas los asocian, ven complicidad, relación y clasifican lo previo y próximo irrelevante como relevante por el simple hecho de la coincidencia. El estímulo banal que, por azar o necesidad, actúa un poco antes que el relevante carga con el sanbenito de la responsabilidad. Eso explica por qué los perros de Paulov salivan cuando han oido una campana (estímulo irrelevante) que indica que se acerca la comida (estímulo relevante). De este modo, la irrelevancia adquiere notoriedad por el simple hecho de acoplarse a lo significativo.

Los sistemas de memoria guardan en sus catálogos mucha irrelevancia etiquetada de relevancia prestada. Todo es significativo hasta que no se muestre o demuestre lo contrario. Todos los estímulos, todas las ideas deben ser contempladas. Todo puede ser válido. ¡Quién sabe!

La relevancia la atribuye la realidad, el efecto detectable, positivo o negativo, o lo que se piensa de ella. Una creencia firme produce el mismo efecto que una realidad operativa. Las creencias convierten para bien y para mal los estímulos irrelevantes en relevantes. 

Es bueno para el perro saber que la campana anuncia comida. La campana goza de la acreditación robada de un buen estímulo salivatorio pero no es cierto. Si dejamos de traer comida las glándulas salivares dejan de salivar con su sonido. Las neuronas lo devuelven al fondo ruidoso de lo irrelevante. Se habitúan.

Las creencias mantienen inamovible la relevancia de lo irrelevante por un mecanismo conocido como esperanza. Hace que la campana siga provocando la salivación aun en ausencia continuada de comida. 

El cerebro de los sapiens puede estirar hasta el infinito el tiempo hábil para que aparezcan los efectos. Probablemente ello nos ha ayudado a sobrevivir a golpe de esperar tozudamente en que algo relevante, al fin, aparezca pero también puede condenarmos a la dependencia estéril y desesperante de lo irrelevante.

Parece que no sólo los sensores se habituan sino que también la monotonía tiene que ver con la neurogénesis, el nacimiento de nuevas neuronas, tanto en la médula espinal (asta posterior), como en el hipocampo. 

¿Dónde está la relevancia? ¿Quién la etiqueta?



 

1 comentario:

Sol del Val dijo...

En relación con lo que planteas he recordado las reacciones que tienen lugar en aquellos seres humanos que han vivido en primera persona o de forma indirecta una catástrofe. Recuerdo que después del 11-M la respuesta de pánico con toda su sintomatolgía se disparaba en la mayoría de las víctimas cuando olían a quemado o alguien tiraba un petardo en la calle. Algunos estímulos irrelevantes eran catalogados por el cerebro como altamente peligrosos y anunciadores de una nueva tragedia segura. En este caso el cerebro es el guardian del individuo por una experiencia real y extrema vivida y es necesario hacer un trabajo de desensibilización y habituación para que el mundo vuelva a parecer "un lugar seguro".
Los estímulos irrelevantes en cuanto a la migraña eran en mi caso un sinfín de situaciones, alimentos, vivencias, que en cuanto se producían generaban una respuesta de miedo que tenía como único pensamiento "estoy perdida, ya llega" que generaba una enorme sensación de vulnerabilidad.
En los primeros tiempos, cuando acabé de leer tu libro y encontré este blog, me forcé a mi misma a exponerme a todo lo prohibido y que creía que disparaba las migrañas. Volví a exponerme a situaciones que no hacía en mucho tiempo primero con recelo, luego con provocación: alimentos, luces brillantes, olores,enfados... y terminé por incorporar a la vida normal cosas que había olvidado a base de evitarlas.
No sólo es necesario entender lo que expones sino que resulta absolutamente imprescindible vaciar de significado muchas de las cosas que consideramos responsables de la aparición de la migraña y eso pasa sin lugar a dudas por la exposición, la no evitación la conversación de la relevancia en irrelevancia.
Un abrazo.