El enfoque pedagógico en la resolución del dolor, no asociado a daño tisular, tiene como objetivo modificar la falsa creencia (cerebral inconsciente) de que la zona que duele está amenazada. La intervención profesional no se ajusta al modelo esperado de paciente que relata sus síntomas y médico que pone un diagnóstico y un tratamiento. Mas bien reproduce un escenario escolar en el que el profe explica y el alumno escucha.
Se supone que el alumno ignora la materia explicada y tiene interés en aprenderla y que el profe conoce lo que explica y acierta a transmitir los conceptos.
El escenario no es exactamente así. Al alumno ya le han explicado la materia y viene sabido y leído pero este nuevo e inesperado profe le comunica que lo que ha aprendido es falso y que debe desaprenderlo para dejar sitio a las nuevas explicaciones.
El proceso de desaprender y reaprender tiene su miga. No siempre se consigue el objetivo marcado.
El alumno es fundamental. Debe despojarse de su condición de paciente que desea un tratamiento mágico y ponerse el hábito escolar. Una vez concienciado debe saber escuchar. No es fácil. Lo que le explica el novedoso profe es la primera vez que lo ha oído y en su cerebro todavía operan las antiguas creencias que se resisten a ser relevadas.
El desencanto se apodera a veces del alumno y la perorata del profe pronto se convierte en una fastidiosa verborrea que lo único que consigue es el refuerzo de las creencias que se pretendía derribar. El alumno ha entendido mal, justamente lo contrario de lo que se le quería hacer ver.
- No me ha convencido. Dice que me provoco yo el dolor... Tampoco me da ninguna solución. Pretende quitarme el dolor sólo hablando... sin pastillas...
Algunos alumnos están desesperados y vienen rebotados del indigno peregrinaje por las consultas en el que han captado el desinterés y, a veces, el desprecio hacia su relato de "me duele todo, a todas horas".
Los pacientes con dolor generalizado crónico tienen dificultad para quitarse la etiqueta de enfermo y ponerse la de alumno equivocado. Temen que por enésima vez el doctor no se ponga en su pellejo, no se haga una idea de lo que está pasando. Están concentrados en el relato de su calvario y continuamente interrumpen las explicaciones con comentarios referidos a su padecimiento y a su invalidez. Si se les pregunta por lo que se acaba de comentar son incapaces de recordarlo.
- Ando mal con la memoria. No consigo recordar nada. No me concentro...
A la memoria no le pasa nada. Está aplicada en recordar obsesivamente el pasado, analizar cada uno de sus rincones desde una óptica catastrofista. El monólogo interno impide la entrada de nuevo material. No tenemos alumno. El primer objetivo será el de conseguir una mínima actitud escolar, necesaria para empezar con las clases.
A veces nos encontramos con el alumno perezoso o con baja autoestima.
- Esto es muy complejo para mí. No conseguiré entenderlo nunca.
Las ideas básicas sobre el sentido de la función vigilante-protectora del cerebro son simples: el cerebro actúa como unos padres que especulan sobre los peligros que, según ellos, amenazan a sus hijos... Cuando evalúan peligro actúan buscando una conducta que les aleje de la amenaza... A veces los padres son excesivamente alarmistas e impiden una actividad normal del niño.
Hay alumnos brillantes. Subrayan los apuntes con lápices de colores, los leen y releen y se saben el texto de memoria. Sacarán excelentes calificaciones en el teórico pero no conseguirán aplicar lo aprendido para librarse del dolor.
- Me empieza el dolor. Le digo a mi cerebro: no pasa nada, no me fastidies con tus miedos absurdos... pero el dolor va a más y paso unos días horribles. He conseguido no tomar analgésicos, tal como usted me indicó, pero estoy fatal.
Tenemos el alumno del aprobado justo. No es capaz de repetir lo aprendido. Tiene una vaga idea de lo que se le ha dicho: cree que es razonable. No hace nada especial. Simplemente le afecta menos el dolor, no toma tanto calmante, procura concentrarse en lo que estaba haciendo y, aunque sigue con los dolores, no le hacen sufrir ni le condicionan su hoja de ruta.
- Voy mejor. He vuelto a ir al monte. He dejado los calmantes. Doler me duele, quizás algo menos pero puedo hacer una vida bastante normal.
Existe también el alumno ideal. El encantado con lo que ha escuchado. En un plazo variable ve cómo se van disolviendo todos los nubarrones de los síntomas y se despeja el cielo.
- No he vuelto a tener dolor. He dejado los calmantes. Hago vida normal. Me considero curada.
No es fácil ser un buen alumno pero es fundamental conseguir serlo. Por diversas circunstancias se produce el fracaso escolar.
No es fácil navegar contracorriente, en una escuela alternativa. No lo es ni para el alumno ni para el profe, pero merece la pena intentarlo.
1 comentario:
Como dice un amigo mío, en palabras de un profesor suyo (ya fallecido): NADAR CONTRA CORRIENTE HACE MÚSCULO.
Así que ánimo!
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