Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

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domingo, 14 de septiembre de 2008

Dolor y sistemas de defensa

     

El organismo está defendido por dos sistemas celulares, especializados en la detección y neutralización de agentes y estados nocivos: el Sistema Inmune y el Sistema nervioso. La membrana de sus células dispone de receptores o sensores que detectan dichos agentes y estados. Las células inmunes vigilantes detectan gérmenes, células defectuosas y/o cancerosas y las neuronas sensitivas registran estados físicos (mecánicos, térmicos) y químicos incompatibles con la vida.

Ambos sistemas trabajan de forma integrada cuando se ha producido una lesión. Los dos detectan señales de daño en los tejidos y se intercambian información para producir una respuesta defensiva inflamatoria eficaz pero comedida. 
      
Al nacer, tanto el sistema inmune como el nervioso disponen de capacidad para detectar diversos agentes y estados nocivos y activar, de forma refleja, la respuesta defensiva correspondiente. Una vez en contacto con el mundo, ambos sistemas celulares amplian el catálogo de nocividad a través de un ininterrumpido proceso de aprendizaje. 
      
El catálogo congénito no se modifica a lo largo de la vida ya que registra agentes absolutamente incompatibles con la supervivencia del individuo pero el componente adquirido por aprendizaje contiene en sus archivos agentes y estados de nocividad incierta o nula y actualiza sus evaluaciones a lo largo de la vida en función de la información que disponga. 
      
Las evaluaciones de peligrosidad realizadas por el aprendizaje del sistema inmune y nervioso contienen errores tanto por defecto como por exceso: no están todos los que son ni son todos los que están.
      
El exponente más común de los errores de registro del sistema inmune adquirido es la alergia y las enfermedades autoinmunes y el del sistema neuronal, un amplio conjunto de padecimientos definidos por la presencia de percepciones de alerta-defensa como dolor, picor o cansancio. 

La Medicina cataloga correctamente la alergia como un estado derivado de un error de catalogación del registro de moléculas peligrosas pero no contempla, en el momento actual, su contrapartida neuronal: dolor u otros síntomas, derivados de un error de catalogación del registro de estados potencialmente nocivos. 
      
Migraña, fibromialgia, colon irritable, síndrome de vejiga hiperactiva, dermatitis atópica... son etiquetas diagnósticas que corresponden a errores del componente neuronal adquirido del sistema de defensa. Estas entidades están consideradas frecuentemente como "enfermedades de origen misterioso". En algunos casos se reconoce la responsabilidad del sistema nervioso e incluso se sugiere que pueden corresponder a "errores en el procesamiento de información" pero se considera que el fallo reside en alguna deficiencia química, genética o de neurotransmisores. El cerebro haría mal su trabajo. Sería, por tanto un cerebro alterado.

En ningún momento se cuestiona la propia información pero puede que el cerebro sea normal y realice un excelente proceso... de ¡mala información!. 

La cultura es un caldo de cultivo excelente para generar y difundir mala información. Nuestra especie está profundamente culturizada y el cerebro nos defiende de aquello que la cultura señala como nocivo. No siempre lo señalado culturalmente como peligroso lo es. 


Desde este blog intentaré desarrollar la tesis de que muchos de los padecimientos que afligen a multitud de ciudadanos-as surgen de un cerebro normal, confiado y equivocado que activa sus programas defensivos guiado por la cultura, por la instrucción "experta".

 

 

2 comentarios:

Drojane dijo...

Hoy día sabemos que el cuerpo humano es capaz de soportar grandes cantidades de actividad física; sabemos que ante un daño físico inminente, el cerebro se encarga de 'desconectar' antes la actividad motora (el sujeto se desmaya). Sin embargo, es raro que se llegue a ese punto de agotamiento físico, antes la persona por miedo, detiene la actividad; dice: "me falta el aire", "mi corazón va a explotar". No detiene la actividad por tener la certeza de un daño físico, sino por una creencia: el miedo.

¿Podríamos decir que el cerebro se ha vuelto más cauteloso, y un tanto más 'cobarde' a los eventos exteriores, gracias a la cultura adquirida?

Saludos. Muy interesantes sus publicaciones.

Arturo Goicoechea dijo...

Plantea varias cuestiones que espero vayan siendo contestadas si buceas por las entradas del blog. En cuanto al desmayo, se produce por la activación de un programa defensivo (reacción de lucha y huida) en un contexto no amenazante desde el punto de vista físico en el que el sujeto va a quedarse quieto por exigencias del guión social. Puede encontrar más detalles en las entradas: "bajadas de tensión" y "escenarios del síncope". Los animales se desmayan cuando están acorralados y no encuentran salida. Puede que, desde el punto de vista evolutivo, el desmayarse ante la amenaza tenga alguna ventaja como forma de evitar el peligro.

Otro problema distinto es el de los miedos sostenidos por la incertidumbre, es decir, la angustia. La cultura ha eliminado los peligros físicos naturales y ello ha facilitado la eclosión de todo un universo de temores a sucesos internos. Hemos perdido la confianza en la salud y nos debatimos en un mar de dudas. Tal como dices, el cerebro se ha vuelto más cauteloso y "cobbarde" no sólo a los eventos externos, uno de los cuales es la exclusión social, sino internos. Estos son de difícil control pues no vemos nuestro interior y la incertidumbre construye más fácilmente.

Muchos de los síntomas corresponden a programas defensivos no justificados. Saludos y gracias por su comentariy su visita.