"Lo mio es muscular". Es una reflexión frecuente y correcta en los padecientes de dolor generalizado.
Perogrullo estaría de acuerdo. El término "mio" se refiere a "lo muscular". Un mio-relajante es un relajante muscular. La reflexión lingüistica es correcta.
Todo lo que tiene de corrección lingüistica se pierde cuando entramos en materia de responsabilidades sobre origen del dolor. Tal como sucede con "los huesos" que, en ausencia de fractura, casi nunca son causantes de dolor, los músculos, en ausencia de roturas, magulladuras, agujetas, falta de oxígeno o aporte energético suficiente, casi nunca son los responsables del dolorimiento-cansancio.
Hay músculos de varios tipos y cometidos. Pequeños, grandes, fatigables, infatigables, de contracción explosiva o más lenta. Hay músculos pringados (músculos Cenicienta) que cargan con todas las tareas de poca monta... Cenicienta, esto, Cenicienta, lo otro...
Las células que contienen las fibras musculares son excitables. Responden con viveza a los estímulos, haciendo lo que saben: contraerse... Sin embargo están sometidas a lo que las neuronas les indiquen. Forman parte de programas con objetivos determinados. Hay programas adecuados e inadecuados. Los programas se seleccionan, tienen intencion. Hay intenciones adecuadas e inadecuadas...
Hay programas para moverse, programas para quedar inmovilizado, programas defensivos... programas para desplazar extremidades, cabeza y tronco... o programas para hacer diminutos movimientos entre pequeños huesos (vértebras, dedos, ojos...). Hay músculos de fuerza y músculos de precisión...
El metabolismo muscular está adaptado para afrontar con garantías la tarea encomendada siempre que la indicación sea correcta.
Los músculos tienen mala prensa. Son injustamente acusados de incompetencia.
- Tienes contracturas, agotamiento muscular...
Parece como si todos los contratiempos tuvieran que expresarse necesariamente a través de una contracción sostenida regional o global, como una especie de castigo:
- De rodillas, con los brazos en cruz...
- Me duele...
Si a un músculo se le obliga a sostener un esfuerzo para el que no está preparado biológicamente, aparece el bendito dolor para indicar que estamos traspasando algún límite.
El problema no es del músculo sino del programa. La mayoría de las tareas cotidianas pueden programarse económicamente, con una integración de grandes y poderosos músculos que acercan los ojos y las manos al objetivo y pequeños músculos que realizan movimientos de precisión.
El mantenimiento de posiciones no se realiza contrayendo con fuerza los músculos sino haciendo continuos micromovimientos de ajuste. No hay que hacer esfuerzos para mover el volante una vez está circulando el coche. Sólo lo hacen los novatos...
Los músculos tienen un enemigo: el miedo cerebral al movimiento. Si el cerebro teme por la integridad física al planificar un movimiento, activará programas defensivos que incluyen, además de una contracción excesiva de grandes músculos, la proyección del dolor sobre la zona que se va a mover...
Los músculos no necesitan muscularse para hacer su trabajo. Hacen gimnasia en el día a día, con el trajín doméstico y laboral.
La columna no necesita de musculatura-faja ni tableta de chocolate. Los pianistas no necesitan muscular los músculos para bajar las teclas ni los mirones muscular los que mueven los ojos para ponerlos encima del objeto de deseo (libro, ordenador...).
A los músculos les vendría bien algo siempre interesante: que les dejen en paz, hacer su tarea sin agobios, sin temores, a su aire.
El dolor "musculoesquelético" casi nunca es muscular ni esquelético. Generalmente es neuronal, cerebral.
- Me duelen los brazos. ¿Puedo bajarlos ya?
La culpa no es de los músculos sino del castigante, del que ha dictado la orden de mantenerlos en cruz...
El cerebro, en los tiempos que corren, siempre se va de rositas... Las culpas recaen sobre huesos, musculos, articulaciones, tendones, fascias... No les va la carga de la gravedad. Echan en falta la ancestral vida acuática.
- Le conviene hacer natación...
- Me aburre...
- Usted verá...
La economía muscular es fundamental. Hay que gastar en contracción muscular lo mínimo. Generalmente el trabajo muscular económico está ligado al buen trabajo. Lo bueno es barato.
Existe la inteligencia muscular. No reside en las fibras musculares sino en los programas de cerebro.
El gimnasio debiera recuperar su sentido clásico: un lugar para la educación integral, algo que va más allá de la simple musculación...
- Lo suyo no es de lo "mio"... en todo caso sería neuromio...