Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

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viernes, 31 de diciembre de 2010

Imagina...



Imagina un cuerpo sin dolor, ligero, articulado, flexible, confiado. 

No es difícil. Basta con saber que, probablemente, no hay ningún motivo que justifique el encendido de las alarmas, la penalización, los corsés musculares.

Imagina un cerebro gelatinoso en el que millones de neuronas se conectan a través de hilos de consistencia casi líquida por los que fluyen diminutas señales eléctricas. Sólo hay mensajes, información, memoria, incertidumbre, sueños. No hay moléculas buenas y malas, déficits y excesos. Sólo temores, deseos, aprendizaje, programas, cultura, circuitos, historia del futuro, presente recordado (Edelman).

Imagina ese cerebro en una fortaleza robusta, innacesible, protegida, con todo tipo de barreras para que nada perturbe el trajín neuronal de soñar la realidad presente y futura.

Imagina el interior plácido, sin presión, sin latidos violentos. Agua, casi... sólo agua. El cerebro habita una cápsula con delicadas membranas que tapizan el interior acuático. Es como un feto en el vientre materno, aislado de las  perturbaciones del exterior, conectado por los cordones umbilicales de los sentidos.

Imagina que el cuerpo se imagina a sí mismo. Imagina que el cuerpo que te mortifica y llegas a odiar no es como el cerebro y tú creéis. Es ese un cuerpo irreal, virtual, razonablemente sano e inocente, pero está requisado, retenido, condenado sin motivo. 

Imagina el cuerpo real, celular, biológico, seleccionado para explorar el mundo y dar con el sustento y cobijo suficiente de cada día.

Imagina un cuerpo animoso, confiado, ávido de movimiento diurno y reposo nocturno, sociable, generoso consigo mismo.

Imagina que no es cierto lo que la incertidumbre enfermiza te ronronea, alentada por los agoreros que hacen mercado de esa incertidumbre.

Imagina que estimas tu interior, tus órganos y tejidos. 

Imagina que lo percibido es lo que el cerebro está condenado a soñar. 

Imagina que no es posible no imaginar. 

Imagina que te cuidas de lo que imaginas. No es difícil si sientes que lo sentido no viene de los sentidos sino de las memorias.

Imagina que pasas página al 2010 y comienza otra historia, otra versión de tu cuerpo y de quien lo sueña...

Feliz y razonablemente imaginado 2011... 


Imagine... (John Lennon)


   http://www.youtube.com/watch?v=I7VTjE81N5Y

jueves, 30 de diciembre de 2010

MUSICOMIO

En 1985 este bloguero, otros doctores y algún padeciente formamos un grupo "músicovocal" con el noble objetivo de pasar buenos ratos. Llegamos a actuar en TVE y ETB... quizás porque llamaba la atención ver y oír a un grupo de galenos en labores faranduleras, de cómicos. Actuábamos en Congresos médicos, esponsorizados por Farmaindustria. Ese fue el único modo de que yo acudiera a los mismos, como musicómico...

Musicomio significa lugar, encuentro, de músicos. Siempre me han gustado los términos algo ambiguos, que dejan algún margen a la interpretación libre de quien los recibe.

La actuación fue en directo, en el programa de Maria Angeles Caso, La tarde. En ese programa entrevistaron a Fernando Sabater, que, por aquél entonces,  defendía la libertad para el consumo de sustancias prohibidas.

¡A continuación, para todos ustedes, el grupo MUSICOMIO interpreta!:

¡ALMA ESCLAVA! (Letra Dr. Anda. Música Dr. Goicoechea). 

FANTASMA Y CAPRICHOSO (Música: Dr. Goicoechea)

¡¡¡¡¡¡Feliz año!!!!






¡Qué tiempos...!  El que canta (ma non troppo) es un servidor...

Descartes no era periferalista



Carlos Sarrate es un lector (migrañoso confeso) del blog, profesor de Filosofía en un Instituto. Conoce todos los contenidos del blog y de mi libro "Migraña, una pesadilla cerebral" al dedillo. De todos ellos ha hecho una lectura crítica detallada, tal como debe suceder con un filósofo. Para mí ha sido una suerte contar con una retroalimentación crítica, preguntona, reticente... filosófica. En este caso se trata de alguien que también está interesado en la Biología, la Ciencia y trata de buscar la integración de lo conocido empíricamente y de lo meditado hipotéticamente. Filósofos y neurocientíficos comparten el interés por el problema de la conciencia: ¿Cómo surgen de la materia los sentimientos, lo que percibimos? El contenido perceptivo de la conciencia que nos ocupa es el del dolor. ¿Cómo y de dónde surge? 

En reiteradas ocasiones he colgado al pobre René Descartes el San Benito de dar pie al error periferalista de situar el origen del dolor en los tejidos. Carlos me ha hecho ver que, realmente, es un error. Descartes era profundamente centralista. Dejo que sea él quien lo explique. Bienvenida sea su rectificación.

Gracias Carlos.


                 DESCARTES NO ERA PERIFERALISTA




Carlos Sarrate
Profesor de filosofía de secundaria.

Descartes no era periferalista
Lo que sigue es una cuestión técnica que no afecta al núcleo de la propuesta del dr. Goicoechea, pero puede interesar a los lectores más celosos con los conceptos teóricos.

Los profesores de filosofía de instituto solemos trabajar cada año con Descartes, en especial  en el 2º de bachillerato donde es habitual manejar las Meditaciones metafísicas (MM); a veces incluso, es obligado hacerlo puesto que son textos incluidos en la propuesta de autores para selectividad (como este curso en Cataluña).

Desde las MM, las cosas que decía el dr. Goicoechea sobre el presunto periferalismo de Descartes (el dolor se origina en la zona dolorida, se transmite, etc.) no encajaban bien. Así, de entrada, el dolor en Descartes debía ser un tipo de sensación o sentimiento que sólo puede sentir el alma, o sustancia pensante, y de ningún modo podía ser una sensación generada en el cuerpo ni tampoco en el cerebro. No me preocupé de buscar el tema pero me venían a la mente textos de las MM por los que he pasado muchas veces.

La MM 6ª razona entre otras cosas sobre ciertos orígenes de los errores. Anoto algunas cosas relevantes para la discusión:

-Primero, ¿porqué Dios tolera el engaño de las cualidades secundarias?: los colores, sonidos, olores etc. no son cosas físicas reales, aunque se basan en cualidades reales mensurables. La explicación es que las captamos porque sirven al compuesto alma/cuerpo, para "evitar lo que causa dolor y procurar lo que me comunica alguna sensación de placer". Así, no sirven a la pura res cogitans la cual ya entiende que no son cosas claras y distintas: el calor quizás no exista como tal pero se basa en alguna cualidad real del mundo (hoy se dice que es energía cinética de los átomos) pero gracias a "engañarnos" y tomarlo como real sacamos la mano del fuego y protegemos esa parte del cuerpo (res extensa) etc. ¿No estaría mal, verdad, para dos siglos antes que Darwin?

-Más tarde, el problema se agrava con el famoso ejemplo del hidrópico (tiene sed pero beber le perjudica): ahí ni tan solo se trata de un engaño útil al compuesto; la explicación habla de errores en la transmisión de los reflejos corporales: como si a mitad de la línea del telégrafo se insertan los bandidos y hacen creer que la señal viene, por ejemplo, del pie. Extrapolando al dolor, se ve que Descartes admitiría a veces una causa de dolor que no se origina donde parece doler. Y de hecho aun no hablaríamos de dolor (que será una sensación del alma), sino de una causa originada en otra parte que donde parece estar; en palabras del blog, se trataría de un daño ficticio.

-Finalmente, también tiene su interés la conclusión de Descartes de la MM 6ª: es mejor un engaño esporádico que un engaño siempre. Ese engaño aparentemente inevitable se combate combinando la información de diversos sentidos, la memoria y el entendimiento; en suma, siendo más metódico. (¿No suena a los lectores del blog esto de racionalizar la evaluación engañosa?)

Finalmente me decidí buscar el texto correspondiente a la imagen que el dr. Goicoechea siempre reproduce, la del señor con el fuego en el pie.
Corresponde a Le traité de l'homme, editada por primera vez en 1664 (pero escrita antes de 1637)

(Oeuvres Philosophiques. Tome I (1618-1637), éd. de F. Alquié, Garnier, Paris, 1963; reed. 1976, p. 405; pàg. orig. p. 142; he añadido un pequeño archivo .pdf donde se ha escaneado:
-la pág. inicial del volumen I
-la pág. inicial de l'Homme,
-la pág. donde aparece "les esprits animaux" (lo que circula por los nervios) con el comentario del editor a pie de pág.,
-y las págs. del fragmento correspondiente a la ilustración).

L'homme  es una obra anterior al Discurso del método y a MM que son obras donde encontrará el fundamento de la ciencia en el cogito -el famoso cogito ergo sum-. En L'homme ya parte de la distinción entre alma y cuerpo pero se limitará a hablar sólo del cuerpo. Lo hace diseñando un modelo de máquina a priori que permite analogías con el cuerpo real del hombre. (ver pág. inicial del texto) Así, la explicación completa no se puede tener hasta considerar la unión con el alma (y eso simplemente no lo podrá explicar nunca: explicar cómo se unen las dos sustancias es el fracaso del dualismo, y ya será la cruz de los racionalistas en su propio tiempo).



Vamos al dibujo. Parafraseo el texto (orig.142): las partículas del fuego A mueven el trozo de piel del pie B; por ese medio tiran del nervio (o hilo: filet) C que abrirán la entrada del poro d,e donde termina el nervio, así que se parece a cuando por un extremo de un cordel haces sonar la campana. Una vez abierto el conducto d,e los espíritus animales de la concavidad F entran dentro y parte van a los músculos para retirar el pie del fuego, parte a los ojos para mirar etc. aunque pueden haber muchos efectos implicados pues hay muchos nervios (...) (orig.143:) Los espíritus van por esos tubos, inflándolos un poco sin ser exprimidos, hasta los músculos, empujan éstos y tiran del cerebro de donde provienen. [aquí "espíritus animales" se ha de entender como las partes más vivas de la sangre, materiales, como humores, partículas, cosas semovientes pero no espirituales; ver p. 388, orig. 129]

Traduzco literalmente lo que sigue:
Cuando Dios unirá un alma razonadora a esta máquina, tal como pretendo explicar después, le dará su asiento principal en el cerebro, y la hará de tal naturaleza, que, según, las diversas maneras que las entradas de los poros que están en la superficie interior de ese cerebro sean abiertas por mediación de los nervios (nerfs), esa alma tendrá diversos sentimientos.
Como pasa, en primer lugar, si los pequeños hilos (filets), que componen la médula de los nervios, son tirados con una fuerza tal que se rompen y se separan de la parte en la cual están unidos, de suerte que la estructura de toda la máquina sea de alguna manera menos acabada (accomplie): el movimiento que causarán en el cerebro dará ocasión en el alma, a quien importa que el lugar de su residencia se conserve (à qui il importe que le lieu de sa demeure se conserve), de tener el sentimiento del dolor (d'avoir le sentiment de la doleur).

La cosa es clara. El dolor se siente sólo en el alma (res cogitans). El cuerpo transmite sólo movimientos de cosas físicas (partículas, "espíritus").

Alquié, el editor, señala aquí diversos problemas (p.407). El dolor es cosa del alma aunque la relación con el cuerpo es un problema que aun no se ha planteado. Además, dice, la explicación es ambigua: mecanicista por un lado (el dolor se explica por la ruptura del hilo) y finalista (el dolor se debe a que la máquina queda "moins accomplie" y el alma, siente, por ese dolor, un paso a menor perfección). Pero yo creo que el texto no admite una lectura mecanicista: en la máquina hay un crac (el daño, la lesión), y el dolor proviene de la "evaluación" del alma (es claro que hablamos de dolor con daño). Otra dificultad que señala Alquié es que una ruptura del hilo debería entrañar insensibilidad más allá de la lesión, y explicar cómo se reparan tales lesiones, a no ser que "la separación de la parte donde se unían" se entienda solamente como una especie de distensión del nervio...

En fin, repito que Descartes no podía ser periferalista en el sentido que decía Goicoechea porque quien siente no puede ser el cuerpo ni el cerebro, sino el alma. Esto no agota los textos (no pondría "el pie en el fuego", como el del dibujo, en que no haya más matices) y habría que revisar de dónde viene esa opinión que vincula periferalismo con este autor. Tampoco afecta el núcleo del argumento que va dirigido contra los periferalistas. Descartes ya lleva sus propias cruces, pero no ésta.

Otra cosa, que ahora me resulta obvia pero sobre la que sólo he ido cayendo últimamente a partir de la reflexión persistente que incita el dr.: este modelo del dolor involucra lo más difícil y peliagudo de la neurología, la teoría de la consciencia. En el último libro de Damasio (Y el cerebro creó el hombre) se alude al dolor como ya constituyente de la forma más primitiva de consciencia, el protoyó. Temo que el modelo del dolor de Goicoechea, por más biológico que se quiera, choca al final con las dificultades propias de una teoría de la consciencia biológica o no-filosófica, una teoría que no sea, en última instancia, algo cartesiana. La consciencia es hoy por hoy el misterio, the last frontier. El médico que hable de dolor con daño puede agarrarse al daño (y seguir siendo médico-como-Dios-manda), pero el que brega con el dolor sin daño al final tiene que acabar en la pura consciencia de dolor, y de ahí la vinculación con la filosofía de la representación que inaugura Descartes y todo el siglo XVII. Hay cierto paralelismo con la 1ª MM: el dolor (sin daño) sería una representación que engaña los sentidos; el dolor sin daño es como una representación de sueño ("una pesadilla cerebral"); el dolor sin daño parece un engaño de una naturaleza algo caprichosa (como el genio maligno cartesiano) y que se acepta que es así en el caso de la alergia...

Los esfuerzos por biologizar la consciencia, ponerla en perspectiva evolutiva, como hace Damasio, sólo pueden ser bien recibidos. Además, Damasio no simplifica el problema. En este autor no hay sólo el clásico vincular la mente al cerebro frente al dualismo, sino vincular el cerebro al cuerpo como un todo biológico (frente un dualismo más camuflado). Pero uno es de filosofía y me temo que esto de la consciencia va a ser mucho tiempo competencia de la fenomenología (Husserl y siguientes)... Y a pesar de eso, ¡hasta los filósofos van al médico si pierden la consciencia! Lo que no hay que abandonar es la curiosidad por saber más o ver más "claro y distinto".  

viernes, 24 de diciembre de 2010

¿Por qué duelen las meninges a los neurólogos?



Sostienen los neurólogos que el cerebro no duele. Vale, pero, aunque no duela, "duelea", genera dolor. Todos los dolores los segrega el cerebro. Todas las orinas provienen del riñön, incluso las que brotan de la vejiga...

Es sabido (pero no divulgado por ser algo sonrojante) que los cerebros de los neurólogos duelen la cabeza más que el resto de los mortales no neurólogos. La palma del doler se la llevan los neurólogos que se dedican especialmente a atender cerebros dolientes (propios y ajenos).


Sostienen los neurólogos que si duele sobre la cabeza por fuerza debe haber algo inconveniente en las meninges y sus vasos ya que sólo allí encontramos neuronas dolientes, con receptores de dolor. 

Sostienen y proclaman los neurólogos que ese algo perturbador, enfermo, meníngeo, no es sino la consecuencia de unos "genes de la migraña", no identificados pero ya alborozadamente proclamados, quizás con algo de precipitación. Serían unos genes que inducirían a fabricar unas proteínas-receptores de dolor meníngeo hipersensibleras, autoexcitables. Bastaría que hiciera viento Sur o entrara chocolate o comida china para que algo de esos sucesos burlara todas las barreras entre el variable mundo externo y el constante interno.  

Meninges haberlas hailas a lo largo de todo el interior del raquis, con sus receptores de dolor dispuestos a detectar cualquier dolor generado por cualquier estres mecánico. A los dolores de columna se les supone que vienen de huesos, articulaciones y músculos. Allí las meninges y sus receptores de dolor no parece que puedan tener esa condición hiperexcitable (genética por supuesto) de las meninges de la mollera. No se ha descrito en la columna el equivalente raquídeo de la migraña por comer chocolate (aunque sí por los cambios de tiempo). 

La propuesta de los neurólogos de unos receptores de dolor meníngeos exclusivos de la cabeza, genéticamente destinados a un sinvivir por sobrexcitarse con cualquier fruslería del usuario, debiera contar, para ser bendecida por la Ciencia, con la descripción (no descrita) de alguna particularidad que fuera exclusiva de las neuronas vigilantes de dolor del nervio trigémino. Esta particularidad debiera ser, además de específicamente cefálica, específicamente humana e incitadora de vocaciones a estudiarse con ahinco a sí misma llevando al usuario a estudiar Medicina, luego Neurología y, finalmente, Migrañología.

A no ser que...

El estilo de vida del neurólogo, especialmente el de quien se dedica a combatir migrañas, fuera especialmente proclive a las conductas que promueven la excitación alarmada de los receptores de dolor meníngeos (sólo de la cabeza).

No se ha descrito, aunque se da por cosa cierta, un estilo de vida específico del migrañólogo que explique el sonrojo meníngeo (meningitis aséptica) tan ubicuo y mortificador.

Sostienen los neurólogos que la triptanita es un antídoto específico de los dolores migrañosos sobre la cabeza aun cuando no haya ningún hecho diferencial, científico, que lo justifique. CGRP y sustancia P tienen todos los nociceptores de todos los bichos vivientes y andan por todos los recovecos meníngeos de cráneos y columnas.

A la migraña se le busca un linaje genético exclusivo, con receptores de dolor trigeminales exclusivos, con desencadenantes exclusivos y con remedios exclusivos. La migraña es de vocación independentista, con orgullo identitario, reclamador de señas exclusivas, que marquen distancia con la común cefalea tensional.

Una cefalea tensional la tiene cualquiera. No hacen falta sangres ni meninges linajudas. Basta con andar con "nervios". La migraña está al otro lado de la frontera. No confundir nobles y plebeyos... cabezas y columnas...

Lo de las meninges y sus vasos anda en horas bajas. Todo hace pensar que algo neuronal cerebral ande también por medio. Aunque no duela el cerebro puede crear problemas con alguna de sus ondas, con sus electricidades y magnetismos. Puede que a los genes migrañosos, hiperexcitables, se les vaya la onda en lo de las ondas y hagan emitir a unos supuestos generadores migrañosos, ondas anómalas (onda de depresión cortical propagada) que al autoexcitarse (por supuesto por el chocolate y demás...) dejan las baterías de las terminales de las neuronas de la corteza visual sin carga y estas, al apagarse, sorprendentemente encienden los receptores meníngeos trigeminales, ya no se sabe si hiperexcitables o normales. Una piedra arrojada al agua produciría una onda de alisamiento de su superficie que generaría olas en la orilla...

Un lío...

- ¿Qué piensa de sus migrañas? ¿Por qué tienen ustedes más migrañas...?

- No pensamos. Las tenemos. Es fascinante pero misterioso como todo en la migraña.

- ¿Genes, estilo de vida..? ¿Trigémino, meninges, vasos, cerebro? ¿En qué cree usted? ¿Cree en las creencias? ¿Existen las creencias migrañosas?

- No entiendo su pregunta. Hábleme de Ciencia: genes, moléculas...

jueves, 23 de diciembre de 2010

El cerebro no duele...


                            Una vez más, Descartes...


A los neurólogos les gusta comentar que "el cerebro no duele". Con el individuo despierto, podemos importunarle con todo tipo de estímulos molestos:

- ¿Le duele?

- No

El cerebro no tiene "receptores de dolor". Eso explica por qué no duele. Cualquier dolor generado en la cabeza necesariamente tiene que provenir de las meninges y grandes vasos que sí tienen los exigibles receptores que detectan el dolor liberado por los tejidos cuando estos son convenientemente perturbados.

Generalizando esta conclusión a otras percepciones podríamos afirmar también que el cerebro no huele, no ve, no oye, no degusta,  palpa ni siente calor o frío. El cerebro sí podría estar triste o alegre, relajado o angustiado. Podemos estimular lugares específicos con electrodos...

- ¿Qué siente?

- Una profunda tristeza. 

Los tejidos expresan su adversidad segregando dolor pero las neuronas cerebrales, según anden las serotoninas, dopaminas, endorfinas, adrenalinas y otras moleculinas, lo hacen liberando estados de ánimo, emociones... que son detectadas por los receptores correspondientes transformándolas en señales que llegan a la consciencia, donde son sentidas por el individuo. 

¿Duele? Algo no va bien en los tejidos. 

¿Tristea? Algo falla en las neuronas de la tristeza del cerebro.

La afirmación de que el cerebro no duele le viene bien a todo el mundo. Todos prefieren que el cerebro se limite a recibir las señales cartesianas del dolor y amplificarlas o ignorarlas, según convenga. Podemos manipular esas señales propiciando el confort en los tejidos, con dietas, posturas, ejercicios y reposos adecuados a la vez que evitamos la amplificación anímica cerebral modificando modos de ser y afrontar inadecuados... 

Las señales de dolor podemos manipularlas con fármacos que las rebajan, bloquean...    

En las tristezas y otras disfunciones neuronales podemos ir más al fondo del asunto. Subimos serotoninas, opiáceos y cannabinoides, rebajamos el tono de la dopamina y adrenalina y el cerebro dejará de segregar desánimo, oir voces y angustiarse.

Me gusta hacer preguntas capciosas a los residentes..

- ¿Cuántos ojos hay?

- Dos

- Bueno, hay dos cámaras oculares que recorren el mundo para obtener datos, pero realmente sólo hay un ojo, el ojo de la mente. Está en el cerebro. Es el que realmente ve, o, más bien, construye lo que vemos También es el que ojea, dirige la mirada...

Los ojos no tienen receptores de visión sino de radiación electromagnética (luz). En la retina hay receptores de luz y no luz (oscuridad). Los dos son fundamentales para que el cerebro vea bordes, contrastes, formas elementales y complejas... Los ojos no ven caras ni árboles. Es el cerebro el que integra memoria visual (inteligencia) y datos de retina y nos proyecta el resultado a la consciencia convertido en visión, justo cuando traspasa ese ámbito misterioso de la percepción.

No son los nociceptores (receptores de nocividad) los que construyen dolor. Se limitan a tomar datos de amenaza consumada o inminente en los tejidos. Con esos datos y con los aportados por la memoria del dolor (inteligencia nociceptiva) el cerebro "duelea"... proyecta dolor en un momento y lugar por un por qué y un para qué... 

La función algógena, la que genera dolor, reside en el cerebro, al igual que la "visiógena", "olfatógena", y "sonógena".

- Se repite mucho doctor...

- Lo sé pero el error de Descartes está muy agarrado en las mentes de los dolientes y sus cuidadores a la vez que los aciertos del gran René, su racionalismo, el método experimental, la duda metódica, la desconfianza en lo que dicen las autoridades autoconsagradas y los sentidos... no acaban de formar parte de nuestras reflexiones y actitudes.

Puede que el cerebro no duela pero duelea y el que, con toda seguridad siente dolor es el individuo...

- No es su columna la que duele. Es el cerebro.

- O sea que soy YO...

- No exactamente. Es su cerebro...

- Ya, YO... ¡El cerebro soy YO!

- No. USTED es su cerebro y su USTED. Los dos son importantes.

- A eso le llaman dualismo...

- Naturalmente, pero hay muchas maneras de entenderlo... Una simple célula es dualista. Suceden cosas en su interior (lo intracelular) y el resultado de todo ello produce información que sale al exterior (lo extracelular) y así la célula conoce algo de sí misma. Existe el interior y el exterior pero están integrados, interelacionados. El cerebro sería el equivalente en organismo a lo que es el interior de la células. El individuo sería el exterior...

- Déjelo... Sólo sé que me duele

- Sólo sé que eso indica que su cerebro ha decidido duelear... ahí y ahora...

miércoles, 22 de diciembre de 2010

La suerte


Tenemos suerte cuando nos sucede algo teóricamente posible pero altamente improbable. 

Hay buena y mala suerte.

Siempre hay alguien tocado por la suerte y tenemos noticia de ello. Hoy sortean la lotería de Navidad. Ni a usted ni a mí nos va a tocar el Gordo pero nos bombardearán con reportajes de los afortunados abriendo botellas de champán. No es mi caso, pero muchos de ustedes habrán comprado algún décimo. Puede que incluso hayan hecho cola en algún acreditado establecimiento, convencidos de que en él la probabilidad es mayor que en un desierto bar contiguo en el que también tienen lotería.

La posibilidad teórica, aun cuando lleve aparejada una baja, muy baja probabilidad, mueve conductas... irracionales.

Con toda seguridad alguien tendrá hoy meningitis o una hemorragia meníngea. Resultará desgraciado en el sorteo pero previsiblemente no seremos ni usted ni yo aun cuando no sería extraño que alguno de ustedes tuviera una crisis migrañosa., una alerta ante la posibilidad de que, realmente, sucediera lo temido.

El cerebro no puede sustraerse al mandato de la posibilidad improbable y presiona al individuo a comprar décimos o meterse al cuarto oscuro, vomitar y tomarse un "calmante". Le puede la ilusión del premio y el miedo al castigo letal (muerte violenta celular, necrosis). 

- ¿Y si toca, qué? Deme también un décimo a mí...

Con toda seguridad hoy habrá víctimas mortales en la carretera pero probablemente no seremos ni usted ni yo una de ellas. 

Imagine un coche emocional, capaz de atribuir relevancias posibles (probables o improbables) a cada desplazamiento. El miedo al accidente podría activar un dispositivo disuasorio que forzaría al usuario (no me atrevo a llamarle conductor) a suspender el viaje... Digamos que el usuario sufriría una migraña "vehicular", desencadenada por su intención de ir a trabajar o de vacaciones. Sería un coche genéticamente "hiperexcitable", incapaz de contener sus miedos letales...

El coche emocional dispondría de sistemas de memoria que graban accidentes propios y ajenos y procesaría información de expertos en accidentes que atribuyen probabilidades de colisión a mil y un desencadenantes (cambios de tiempo, estados hormonales, estrés del usuario (no me atrevo a llamarle conductor), deseo de viajar, alimentación...

Realmente al coche emocional lo que le preocupa es su propia integridad, no los planes del usuario... por muy importantes que puedan ser...

El cerebro es una estructura emocional. Atribuye relevancias a estados y agentes, lugares, momentos y circunstancias. Genera ilusiones y temores. Imagina y a veces su imaginación proyecta percepciones que contienen sueños, pesadillas, manteniendo despierto al individuo o mientras duerme...

La ilusión del Gordo se resuelve dejando de comprar décimos...

Las ganas de fumar se eliminan radicalmente dejando de encender cigarros...

Las crisis de migraña se resuelven eliminando todos los rituales de evitación del dolor, incluidos los fármacos.

- Siempre compro algún décimo. Lo normal...

- Después de comer me gusta encender un cigarrillo...

- Algún día me duele la cabeza... lo normal... me tomo un calmante y se me pasa...

Que tengamos la Navidad que nos merecemos. Probablemente no hemos hecho lo suficiente para que nos toque el Gordo ni para que el cerebro active las alarmas meníngeas... 

Conformémonos con lo normal, lo razonable, lo previsible.

¡Déjese de décimos, cigarros y calmantes! 

¡Razonable Navidad! 

martes, 21 de diciembre de 2010

Cambiar de hábitos (Libera me, doctor)



Hay mucho dolor. Demasiado. Homo sapiens (ma non troppo) es una especie doliente. Sus carnes y osamenta no soportan el trote físico moderno y la cabeza sufre la sobrepresión del vapor del desasosiego continuo. 

El dolor es la consecuencia de un soporte físico frágil, vulnerable, delicado, seleccionado para la vida muelle, paradisíaca y no para los tiempos convulsos a los que nos ha llevado nuestro insaciable cerebro.

Desde que fuimos arrojados del Paraíso por la trivialidad de la manzana quedamos marcados por la fatalidad de ganarnos el pan con el sudor y dolor de la frente. De aquellos polvos vinieron estos lodos. No hay esperanza. Tendrá que ser en otra vida. En esta, la condición humana manda. Habitamos el Valle de los Dolores. 

Los sapiens (m.n.t.) no se resignan. Somos de natural rebelde (m.n.t.). Nos hemos negado siempre a aceptar la condición doliente impuesta por la genética blandengue y el desliz del árbol tentador y exploramos todo tipo de argucias para burlar el destino. Enemas, sangrías, sortilegios, musculación, dietas, relajación, meditación, pócimas, hierbas, punciones húmedas y secas, masajes, polienergías, fármacos, ex-moléculas, campos eléctricos y magnéticos, electrodos, prótesis, ortesis, bisturí, omniterapias, holismo, abrazos, risas, llantos...

Todo inútil. Más dolor, si cabe... No le cogemos el pulso al fitness. 

Los sanadores andan reunidos. Lo ven peliagudo. El ser humano no da para mucho. Demasiado frágil y demasiado pellejo.

Sapiens (demasiado doliente) ya no confía en sus cuidadores. Les ha perdido la fe. Ya no pide curación. Al menos, alivio... un poco de alivio, por caridad...

- Lo siento. Para esto no tenemos curación. Es usted un enfermo. Es el ser lo que no va bien. No es el adecuado para la vida moderna. Tiene que aceptarlo. Procure bajar el ritmo. Eso producirá alivio. Utilice nuestros fármacos, siga nuestros consejos, visítenos... Podemos hacer mucho por usted pero es usted el primero que tiene que esforzarse...

- Ya me he esforzado. Soy buen padeciente. He llevado una vida monacal. He seguido sus consejos, he tomado sus fármacos, les he visitado regularmente... Todo ha sido inútil...Cada vez duele más veces, con más intensidad y persistencia. Sus fármacos me han abandonado...

- Hacemos lo que podemos y hacemos mucho... Le repito: es usted un migrañoso. Sus hijos también lo son. No podemos cambiar sus genes. Tiene que cambiar sus hábitos...

- Ya no tengo hábitos. Me los han quitado ustedes...

Es inútil pretender curar la migraña o la fibromialgia. No tienen curación. Los médicos curamos algunas enfermedades pero no estamos ante enfermedades, en sentido clásico, sino ante algo peor: una constitución inadecuada para sobrellevar una vida inadecuada en un entorno inadecuado. 

Eso dicen... Puede que así sea... si así parece... Soñamos la realidad. Construimos el mundo a medida...

- ¿A medida de qué? ¿De nuestros genes y obligaciones?

- No del todo. También importan las creencias, las expectativas... lo que imaginamos Nuestra genética nos condena a imaginar lo que no vemos. El interior no lo vemos luego estamos condenados a imaginarlo... Los expertos nos ayudan a representar un interior teórico, posible, a veces tremendo...

- ¿Para qué me sirve todo esto?

- Pienso que usted habita un cuerpo razonablemente normal, con un interior razonablemente equilibrado y tranquilo, garantizado. Puede que el problema resida en el cuerpo virtual, no en el real... Los dos pueden hacernos sufrir...

- Bueno, supongamos que el problema radique en el cuerpo virtual. ¿Qué solución tengo? ¿Se cura?

- No... pero puede cambiar la representación virtual de su cuerpo, acercarlo al cuerpo real... liberarlo...

- ¿Me va a dar algo para ser más libre? 

- Bueno, la libertad no se concede, se conquista. Exige trabajo, esfuerzo bien dirigido.

- No sé. Hay algo que no me acaba de encajar...

- Quizás sea el miedo a la libertad... todo un clásico de nuestra especie. Tiene que cambiar de hábito. Usted no es un prisionero. En este caso el hábito sí hace al monje...

lunes, 20 de diciembre de 2010

En las antípodas



De cuando en cuando visito páginas oficiales de migraña. Reuniones solemnes en hoteles poliestrellados, con representante del gobierno, presidenta de asociación de padecientes y varios ponentes imponentes, líderes de opinión. 

En la antesala, la Industria Farmacéutica.

Se intercambian agradecimientos, se reconocen méritos. Autofelicitaciones por lo mucho conseguido y autoexigencias para conseguir nuevas metas. Hay presente y pronto, muy pronto... futuro, nuevos fármacos.

Descartes no tarda en aparecer. "Receptores del dolor"... ¡Jo!

"...El cerebro no duele..." Lo que duele son las terminaciones del trigémino en las meninges y grandes vasos...

Hay resistencia a abandonar la desacreditada teoría vasculoinflamatoria...

Se liberan mediadores inflamatorios en las meninges... meningitis aséptica... Los "receptores del dolor" se sensibilizan, generan dolor... El dolor llega al cerebro donde se hace consciente... ¡Dios!

"... Bueno, la migraña se genera en el cerebro..."

Hay bastante barullo para entender de dónde surge la tormenta migrañosa. Por supuesto son los genes pero no queda claro si su impacto es sobre el cerebro (no duele...) o sobre las terminaciones del trigémino, que sí duelen...

Quizás todo empiece por la Onda de depresión cortical propagada...  Los genes migrañosos generan hiperexcitabilidad en la corteza visual. Surge la Onda, con o sin aura, y la onda llega a sensibilizar las terminales del trigémino. ¿Cómo, por dónde...? Lo hace. Punto.

Los desencadenantes, fundamentales. Estrés, alimentos, hormonas, sueño, insommio...

¿Problemas? Varios:

1) No se hacen bien las cosas en atención primaria...

2) Faltan Unidades especializadas. Pocos fondos sin fondo...

3) Automedicación

4) Poca información. Más campañas antimigraña... Más sensibilización...

El futuro... Identificadas nuevas moléculas malas. Pronto saldrán nuevos fármacos... Estimuladores, neuromoduladores, cirugía, bótox, estimulación magnética...

Acaba la reunión. Más autoparabienes y autoexigencias. Es previsible alguna migraña entre los asistentes tras la relajación por el estrés...

Salgo de la página oficialista y vuelvo a la aldea de mi blog. Es fin de semana. Pocos visitantes... Estamos en Navidad... 

Los líderes de opinión pisan firmes. Se les ve convencidos de que hacen camino al andar, el único camino fiable, con esperanza, dedicación, interés... desinteresado (por supuesto)... científico...

Lo que dicen, hacen, proponen, sostienen y prometen no tiene nada que ver con lo que aquí defendemos. Estamos en las antípodas los unos de los otros. Vamos en dirección contraria. Conmigo o contra mí...

¿Dónde está la razón? 

El pobre Descartes erró en su teoría del dolor, señalando su origen en los tejidos, pero marcó los fundamentos de la racionalidad moderna. Ya advirtió sobre los peligros de hacer caso de los sentidos y no tener in mente a la mente y nos aconsejó dudar de la autoridad y de nosotros mismos, del demonio de las falacias con apariencia racional...

O este blog es un absoluto despropósito o algo no anda bien encaminado en los salones de la oficialidad migrañosa. O lo uno o lo otro.

YO tengo mi opinión al respecto... Supongo que ustedes también.. Lo que no valen son medias tintas...

La virtud está en el término medio... si los dos extremos están viciados. Si uno sólo está errado cuanto más nos alejemos... mejor.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Modulación del dolor



Junto a los términos de sabor cartesiano: "receptores de dolor" y "vias del dolor", los textos incluyen habitualmente el término "modulación del dolor", moderno, chic... y cartesiano.

El dolor, Descartes dixit, 1) se produce en tejidos mortificados por algún agente o estado nocivo, 2) se detecta por receptores de dolor y 3) se transmite por las vias del dolor. (Se dice, actualmente, que lo hace por dos vías distintas, una rápida si el dolor es agudo y una lenta si es crónico...). 4) Las señales de dolor llegan hasta el cerebro donde se facilita el paso a la consciencia, función exclusiva de la especie humana. (Los animales responden al dolor, gritan, huyen, se defienden... pero no sienten dolor. Sus conductas son reflejas, con apariencia de sentimiento, sólo apariencia...)

Las señales de dolor sufren en su viaje hasta el alma una serie de influencias, mediadas por moléculas mensajeras que se liberan en los puntos de relevo de señal (sinapsis). Hay moléculas que amplifican la señal dolorosa y otras la reducen. Esta facultad de amplificar o inhibir las señales de dolor se denomina habitualmente modulación....

5) Las señales de dolor son moduladas a diversos niveles.

Hay moléculas malas, amplificadoras del dolor. A medida que las vamos conociendo podemos ir ampliando la oferta de analgésicos, moléculas buenas que actúan sobre las señales de dolor y las modulan a la baja.

Son malas las moléculas que detectan el dolor en los tejidos. Ya hemos fichado algunas y podemos aplicarles un modulador. Son también malas las que facilitan la transmisión de las señales dolorosas en la médula espinal. Conocemos algunas y también tenemos para ellas medicina moduladora. 

En la aduana del alma las señales de dolor se encuentran con estados psicológicos que son también moduladores. El paso a la consciencia de las señales del dolor puede implicar amplificación o filtrado, inhibición. La atención, la angustia, el desánimo... modulan el dolor. Al final todo es química y podemos antimodular la modulación mala con moléculas moduladoras buenas. Si no basta podemos pedir ayuda a un psicólogo para que module al individuo, sus miedos, su atención, su evaluación catastrofista...

Actualmente podemos también neuromodular con estimuladores eléctricos, campos magnéticos, hipnosis, meditación, cirugía, bótox, punciones, manipulaciones, masajes, homeopatía, remedios naturales, agua cristalina (ocho vasos al día...).

Realmente el término "modular" no tiene nada que ver con lo que se dice que hacen todos los supuestos moduladores del dolor. En telecomunicaciones la modulación permite la protección de la información contenida en la señal al acoplarla a una onda cuyos parámetros (frecuencia, intensidad...) recogen la información y pueden transmitirla con garantía. Hay modulación en frecuencia, en intensidad y otras más complicadas (para mí).

Los nociceptores, es decir, los receptores de nocividad (estímulos mecánicos, térmicos, químicos capaces de destruir tejidos), equivalentes no cartesianos de los inexistentes "receptores de dolor" modulan sus señales en frecuencia (frecuencia modulada).

Edgar Douglas Adrian descubrió la modulación en frecuencia de las señales nociceptivas: la información sobre intensidad del daño a los tejidos es transmitida por los nociceptores en un código de frecuencia de una señal (potencial de acción) que no varía en intensidad. Sólo frecuencia. A mayor intensidad más frecuencia. Los nociceptores modulan en frecuencia. Recibió por ello el Premio Nobel junto a Sir Charles Sherrington, otro ilustre neurofisiólogo (creador del término nociceptor).

Podemos intervenir sobre las señales nociceptivas, aquellas que contienen información sobre lo que está sucediendo. Podemos sabotear la información haciendo llegar al cerebro una información errónea:

- No te preocupes cerebro, no pasa nada. No es para tanto.

El cerebro adaptará la percepción de dolor a la información que le llega. Podemos cortar los cables de la línea telefónica y hacer pensar que no sucede nada. Desconectar la alarma de un sistema de seguridad. Así, si no suena, estamos seguros. No hay ladrones....

- Es el último grito en sistemas de alarma. Cuando necesite estar tranquilo porque tiene una cena, el sistema se desconecta automáticamente... Aunque le entren a robar, usted ni se entera. Tiene un modulador...

La red neuronal integra la evaluación de peligro y decide cuándo, dónde, por qué puede haber amenaza. Recibe información en tiempo real sobre estado de los tejidos. Las señales nociceptivas están moduladas en frecuencia. Según valore la amenaza la red abre y cierra filtros a la información para que circule por uno, varios o todos los caminos. Puede dejar abierto el paso a la corteza somatosensorial y cerrarlo al cerebro límbico. Puede cerrar la comunicación con las áreas del sufrimiento y mantenerla con las que procesan sin emoción las características del daño.

El cerebro cierra y abre canales de transmisión de señal según considere. A veces abre todos los canales de la alarma: los que permiten la transmisión de señal nociceptiva y, también, el canal con el individuo consciente. Por orden libera sustancias sensibilizadoras en los tejidos amenazados. Los estímulos irrelevantes generan así señal de daño que encuentra el camino libre hasta la consciencia, abierta de par en par. Todo el sistema nociceptivo resuena y se retroalimenta positivamente. El dolor puede alcanzar el límite de la saturación.

- ¿Qué hace que el cerebro active el botón rojo?

- Lo que está "escrito" en los sistemas de memoria de futuro...

El cerebro predice. Puede equivocarse pero si no sabe que está equivocado aplica el error hasta el límite.

- ¿No hay nada para "modular" los errores?

- Pedagogía somática, Biología, Neurociencia... No se me ocurre otra cosa...