Se puede tener un cáncer y encontrarse bien o estar sometido a un sufrimiento e invalidez considerables sin que los médicos encuentren pruebas de enfermedad. La Medicina no ofrece respuestas aceptables para esta última situación y recurre arbitrariamente a negar la realidad del sufrimiento, haciendo aún más insufrible el calvario de los pacientes. Este blog intenta aportar desde el conocimiento de la red neuronal un poco de luz a este confuso apartado de la patología.

We may have cancer and feel good, or be submitted to substantial disability and suffering without doctors finding any evidence of disease. Medicine gives no acceptable answers to the last situation and arbitrarily appeals to denying the reality of suffering, making the calvary of patients even more unbearable. This blog tries to contribute with the knowledge of the neuronal network, giving a little light to this confusing section of pathology.

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jueves, 30 de septiembre de 2010

Condenados a creer





Conocemos poco. No importa. Creemos.

Suplimos las carencias con creencias. Nuestros genes contienen la pulsión biológica a crearlas y creerlas

Nuestras percepciones, emociones y acciones están sustentadas en una mezcla de hechos e hipótesis. El cerebro integra datos sensoriales y credos en la batidora córticotalámica, el circuito en el que se funden experiencias pasadas, presentes y futuras, propias y ajenas, reales y soñadas...

El cerebro del bebé sapiens (ma non troppo) transforma lo que ve, oye, palpa, huele y degusta en imágenes, representaciones neuronales de una teoría de la realidad, una historia autoverosímil, creída por ser única y exclusiva, aun cuando esté tejida con grandes dosis de fantasía, de relleno.

El relato somático necesariamente incluye secuencias de copiar-pegar lo ajeno, lo que sucede a otros, generalmente cercanos. 

El niño sapiens copia y pega todo, tanto el trigo como la paja, las señales y el ruido. Las criaturas de otras especies sólo copian-pegan lo útil, lo que da beneficio o perjuicio inmediato, aquí, ahora y en esta circunstancia-entorno. 

El `procesamiento de las señales con tanto ruido no sería posible sin la ayuda del tutor, el que va diciendo qué es señal y qué ruido, qué debe ser imitado o rechazado... a la vez que va haciendo aquello que le viene en gana aun cuando sea contrario a lo que dice que debe ser hecho o rechazado.

La caja negra somática va siendo imaginada con dichos y hechos, con conocimiento, emoción, y creencia (temor-esperanza).

La Ciencia, la Cultura y el Mercado van colonizando los circuitos narrativos encargados de procesar todo el material con actualizaciones continuas, aprovechando que el individuo está desatento, pensando en Babia (default mode) o actuando con el automático. 

Al final del día el circuito córticotalámico corta selectivamente la conexión con el mundo real y actualiza sin el incordio del YO la narración somática (pasada, presente y futura, propia y ajena...) los dichos y los hechos.

El cuerpo queda así convertido en personaje central de nuestra historia interminable, en sujeto-objeto, narrador-oyente.

- Erase una vez... soy esta vez... seré algún día... Me dijeron... me han dicho... me dirán... Creía... creo... creeré...

El circuito córticotalámico selecciona de lo imaginado-sentido lo relevante en cada momento-lugar y circunstancia y lo pega en una película creible que es proyectada en la pantalla perceptiva.

- YO lo que único que sé...

El individuo se deja llevar de la certeza de lo que percibe atribuyéndole la certeza de lo que sucede. 

- YO sólo sé que me duele aquí y ahora porque... YO sólo sé que hago esto o lo otro y duele menos o más...

YO está condenado a creerse su propia historia

El profesional pide al padeciente que le cuente su historia...

- Me duele todo, mucho y siempre...

- No puede ser. Es una historia increíble. No me la creo...

La historia real del dolor omnipresente no tiene por qué tener acoplada necesariamente una historia real de daño relevante. Es una historia real, está escrita en los circuitos, en clave de conexiones neuronales reverberantes, incansables, parlanchinas pero es la historia real de un cuerpo virtual, imaginado.

- Creo que usted se inventa el dolor...

El profesional confunde el relato de la historia con la realidad y no se cree lo imaginado...

- He soñado que se quemaba la casa...

- No puede haber soñado eso. Su casa no se ha quemado...

Se ha dicho que la vida es sueño. Lo dijo Calderón de la Barca y lo dice Rodolfo Llinás, eminente Neurofisiólogo...

- Mi cerebro sueña que tengo los huesos... Me duele todo...

- Le creo. Vamos a ver cómo están sus huesos... A ver si hay algo de real en el sueño...

...........

- Sus huesos están bien. Hay artrosis, osteoporosis, escoliosis... pero eso no justifica la alarma. El dolor se irá si su cerebro acepta, deja de creer-temer...

O bien...

- Tenía usted razón. Tiene los huesos de pena. Artrosis, osteoporosis, escoliosis... No me extraña que le duela todo, siempre, mucho...

El tutor es quien, una vez más, dice lo que es cierto o no lo es.

Estamos condenados a creer, a veces sólo a nosotros mismos y otras al tutor.


No está claro quién es el juez. A veces el tutor y otras nosotros mismos. 


Sorprendentemente, podemos autocondenarnos aun cuando seamos inocentes...


- No tiene usted nada. Inocente...


- No estoy de acuerdo. YO algo tengo que tener...


Claro que, también puede suceder:


- No tiene usted nada y...

miércoles, 29 de septiembre de 2010

El diario cerebral



A Homo sapiens (ma non troppo) no le gustan los huecos. Siente horror al vacío. No admite preguntas sin respuesta aunque sí respuestas sin pregunta.

El cerebro rellena con cualquier chapuza de explicación aquello que desconoce. Fabula, sueña, especula... Todo menos quedarse atascado en la nada.

Asistimos a los sucesos y les buscamos siempre orígenes, causas. 

Los sensores de materia-energía recogen datos sutiles de todas sus variaciones para tejer una teoría de lo que está sucediendo ahí fuera como significado, relevancia, afección.

Muchos sucesos se quedan huérfanos de explicación. Se producen sin dar señales detectables. El individuo siente y padece pero desconoce la causa, lo culpable.

No pasa nada. Los sapiens (m.n.t.) somos equipo, sociedad y tenemos gente para todo. Tenemos individuos investidos del poder de conocer y explicarlo todo. Son los sabios, los expertos, los letrados de lo indetectable.

El individuo sapiens (m.n.t.), mal que bien, acaba entendiendo el mundo sensible, sensorizado, el exterior. Otra cosa son las entrañas, el interior... De él sólo tiene noticias a través de la pantalla de la percepción, un lugar en el que el cerebro expresa sus evaluaciones. No hay mejor noticia que ninguna. "Sin novedad".

A veces la cosa se tuerce: 

- Me he levantado con dolor de cabeza...

El exterior de la cabeza no muestra ninguna señal que explique la molestia y, rápidamente, aparecen las propuestas sobre la causa... 

- Habré dormido mal. Fumé demasiado. Ando estresado con los exámenes, va a cambiar el tiempo...

Todo vale para tapar el hueco de la pregunta. Los expertos se han ocupado de facilitar un muestrario de rellenos. Todos ellos señalan al individuo como responsable. Bien sea por su constitución, su temperamento, sus humores, su fecha de nacimiento, sus hábitos, el entorno en el que reside... el individuo es quien crea las condiciones que contrarían y perturban la paz somática, el paraíso interno, las constantes vitales...

Los expertos consultados dictaminan con rara facilidad el origen del sufrimiento.

- Es el estrés. Las cervicales. Las zanahorias. Malas energías. Algún virus. Las defensas... 

El padeciente asiente y se reconforta al recibir explicaciones que le ayudan a controlar el dolor a golpe de buena conducta y unos calmantes...

El vacío queda rellenado. El cerebro procesará el material explicativo rellenante y si queda validado exigirá a su YO que ande fino con lo que es su obligación: nada de cubatas, zanahorias, ordenador ni malos rollos con la pareja... Si YO no cumple aparece el dolor para recordar cuál es el buen camino.

Para los expertos la cabeza es un sitio delicado, vulnerable, frágil, sensible. Cualquier desvarío físico, químico, emocional, energético, astral... puede perturbar el interior... YO debe extremar los cuidados.

En realidad la cabeza es recia, robusta, resistente. Hay piel, hueso (caparazón), cuero (meninge), líquido y una barrera (barrera hematoencefálica) exigente entre lo que circula por la sangre y lo que hay en el espacio perineuronal. Las moléculas de la sangre necesitan visado para entrar al recinto de las neuronas.

Si hay un lugar aislado del mundanal ruido ese es la cabeza. Debiera ser un lugar aburrido en el que nada noticiable sucede. De hecho es así. Apenas hay variaciones... pero los expertos son como los periodistas. Necesitan noticias y consiguen que las haya. 

El cerebro periodista publica noticias sobre sucesos posibles, probables, improbables e imposibles pero lo hace a través del lenguaje perceptivo:

- La cabeza corre peligro. Métase al cuarto oscuro. Vomite, tómese el calmante y no salga de ahí hasta que se le autorice...

El padeciente obedece. No tiene alternativa. Desconoce lo que sucede. Sólo tiene la certeza de lo percibido, el apercibimiento de su cerebro a una conducta protectora. 

El periódico cerebral perceptivo apercibidor debiera especificar si la noticia se refiere a posibilidades, probabilidades altas o bajas o a imposibles pero no lo hace. Se limita a alertar, asustar, intimidar.

- YO ya no leo la prensa. No dice mas que insensateces, imposibles... Me duele menos...    

martes, 28 de septiembre de 2010

La caja negra




-YO sólo sé que si ... duermo poco, como chocolate, sale viento Sur, estoy nervioso... me duele la cabeza.

Entre las circunstancias (desencadenantes, estímulos) y el dolor (respuesta) se supone que existe un lugar oculto, oscuro, inaccesible, en el que se cuece la decisión de activar la alarma.

Al padeciente le han instruído en el YO sólo sé y el lo que YO necesito. Hay que ir a lo práctico, ser resolutivo y dejarse de elucubraciones. Lo que suceda en el lugar de las decisiones, lo que allí se considere, es irrelevante porque no nos conduce a nada. Si duele hay que identificar el desencadenante para evitarlo y si no lo identificamos nos centramos en disolver el dolor con restauradores de la calma: una buena molécula para neutralizar a la mala, una aguja para restaurar energías, relajación, control emocional... Los calmantes son una especie de policía que acude al barullo y pone orden con su presencia. El séptimo de caballería de las películas de indios y vaqueros.

Desencadenantes y calmantes. Lo demás sobra.

El problema surge cuando no conseguimos identificar los desencadenantes y los calmantes no calman. El dolor, el malo de la película, va ganando y nada hace pensar que vayan a  cambiar las tornas. La película, en contra de lo que debiera suceder, acaba mal.

El padeciente trata de ver alguna lógica en ese mundo kafkiano de dolor sin desencadenantes ni calmantes.

- No hago nada para que me duela pero...  ¿No hay nada para que se me quite el dolor?

La OMS proclamó hace ya unos años el derecho del ciudadano a no tener dolor...

- Exijo que me quite usted el dolor... Estamos en el siglo XXI... Tengo mis derechos...

- El problema del dolor es complejo. A mediados del siglo XX se proclamó la idea básica y cierta de que el dolor es una percepción que contiene además de una cualidad sensorial torturadora, una relevancia emocional, una trascendencia y una significación, un propósito, una razón de ser. El dolor tiene su miga, su arquitectura, su circuitería, su memoria de pasado, presente y futuro. Entre las circunstancias y usted está el cerebro, algo muy complejo pero abordable.

El padeciente imagina el cerebro como algo sometido a sus deseos y necesidades.

- O sea que le tengo que decir al cerebro que no me duela...

El cerebro no es un mayordomo solícito que hace sugerencias para ser consideradas por el señorito YO.
Tiene sus razones y emociones. Propone y, a veces, dispone. Si propone y el YO no obedece, aprieta las tuercas y consigue lo propuesto.

Los tiempos de la caja negra, del cerebro oscuro y misterioso, han pasado. Sabemos mucho. Sabemos que lo que creíamos era cierto no lo es. Conocemos mejor nuestra ignorancia y nuestras hipótesis son más certeras por el simple hecho de que nos hemos librado de tópicos y falacias. Sabemos que para disolver el dolor debemos disolver la angustia cerebral, el miedo al daño. Sabemos que el miedo del padeciente al dolor alimenta el miedo cerebral al daño. Sabemos que entre el cerebro y su YO se puede organizar un bucle de retroalimentación que dinamiza hasta la saturación la proyección de dolor. Sabemos que debemos dejar de buscar desencadenantes y calmantes (causas y remedios externos) para registrar el interior de la cabeza, la caja negra, el cerebro.

- ¿Por qué me hace esto mi cerebro?

- Supongo que cree que es lo mejor para garantizar la integridad física. Tiene miedo. Es como un niño asustado. Tiene que ayudar a calmarlo.

-  Los calmantes ya no me hacen nada...

- Debe reeducarlo. Calmarlo con engaños, caramelos, besitos... ya no sirve. Pide más. No sabe, en realidad, lo que quiere... Tiene que aprender a valerse por sí mismo sin pedir continuamente socorro... La gestión del dolor es complicada. El cerebro resuelve la incertidumbre apretando sin parar el botón rojo. Ayúdele a madurar...

- Lo veo negro, difícil, imposible...

La caja negra es negra porque llevamos la venda puesta. Hay que quitársela. Al principio no se ve demasiado pero luego uno se acostumbra a la penumbra cerebral y puede empezar a moverse, con cuidado y con tropezones... por la caja negra sin miedo a desencadenantes y sin necesidad de calmadores...

lunes, 27 de septiembre de 2010

Miedos y fobias




El miedo es un estado emocional que expresa una evaluación de peligrosidad. Algo es vivido como amenazante y debemos tratar de evitarlo o afrontarlo con prevención.

Hay miedos racionales, justificados. Nos conciencian de que existe un peligro real, teórico, posible. El fuego, los precipicios, las serpientes, los accidentes de tráfico, los ladrones, el paro, la soledad, el rechazo social, los gérmenes, los tóxicos, la enfermedad, el dolor... son estados y agentes reales que contienen la condición negativa que justifica el miedo.

Cuando la posibilidad teórica de la amenaza se asocia a una despreciable probabilidad de que se produzca lo temido el miedo se convierte en una fobia. El avión puede precipitarse al vacío... la abeja puede picarnos, podemos hacer el ridículo si abrimos la boca, quedar atrapados en el ascensor, estar contaminada la comida... pero probablemente no sea así...

Nos pierde nuestra condición empática, socializada. Tendemos a representar los sucesos ajenos como propios. Somos solidarios. Sentimos envidia y compasión.

- No tengas miedo. Viajar en avión es seguro...

- Ayer hubo un accidente de aviación. Murieron todos los pasajeros...

Hay también miedos irracionales, fobias extremas. Se construyen atribuyendo peligrosidad a estados y agentes siempre irrelevantes.

- Mi carta astral...

- He comido chocolate. Mi cabeza corre peligro...

- Llevo demasiado tiempo en el ordenador. Me va a estallar la cabeza...

El cerebro no hace ascos a la irracionalidad. No hay mas que echarnos un vistazo, registrar nuestras conductas...

Homo sapiens (ma non troppo) está regido por un cerebro que gestiona la realidad desde la virtualidad. Atribuye al entorno todo tipo de posibilidades. Ya no es sólo que se deje llevar de lo posible aun cuando sea improbable (fobias). Se deja llevar también de lo imposible. 

- Lleva ya dos horas con el ordenador. Puede estallar la cabeza...

El miedo cerebral irracional al ordenador se expresa hacia el individuo en forma de dolor. El individuo tiene miedo racional, lógico, al sufrimiento, a la crisis de migraña. Su cerebro expresa el miedo somático irracional con realismo. Parece que la cabeza va a estallar, realmente, dada la violencia del dolor... pero no está sucediendo nada...

- Tengo miedo a que me duela la cabeza...

El miedo justificado, racional, al dolor mueve (emociona) al individuo a buscar causas y remedios. Antídotos y conjuros.  

El cerebro exige al individuo acciones coherentes con su miedo irracional. Consigue recluir al individuo en un cuarto oscuro, inmóvil, nauseoso, intolerante a los estímulos. Le obliga a buscar y aplicarse el antídoto, aquello que conjura el peligro, el calmante, lo que le deja tranquilo.

- Me ha hecho efecto el calmante. Ya duele menos...

El individuo atribuye al calmante la virtud del alivio. Cree que existe una química que pone en orden algún desorden molecular pero realmente el remedio lo que disuelve es el miedo cerebral. Es el rito, la acción, lo que el cerebro exige. Si se cumple lo exigido el cerebro libera al pobre padeciente...

- Ya ha pasado el peligro... Se autoriza la vuelta a la normalidad...

Una vez pasada la crisis el cerebro lo procesa todo con lupa. Busca asociaciones allí donde la cultura señala responsabilidades. Muchas veces no las encuentra y aprieta más aún las tuercas del dolor. Lo vuelve más frecuente, intenso, persistente y refractario a los calmantes...

Homo sapiens (ma non troppo) además de ser empático e imitador está instruído, adoctrinado. Construye miedos irracionales instilados por culturas irracionales.

Homo sapiens (ma non troppo) está tocado por la tendencia a obedecer a lo que cree aun cuando sea irracional...

El cerebro migrañoso es miedica, empático, imitador, obediente, políticamente correcto...

El padeciente debe ser consciente de ello y objetar... rebelarse... desobedecer...

sábado, 25 de septiembre de 2010

¿Qué le dijeron en urgencias?



- Tiene una contractura cervical. Póngase el collarín durante dos semanas...

Sabemos que un elevado porcentaje de ciudadanos que han sufrido una colisión con latigazo cervical desarrollarán más tarde dolor crónico, fibromialgia y/o síndrome de estrés postraumático.

Los expertos han tratado de dar con las claves de la conversión de un episodio agudo (traumatismo mecánico) en un problema crónico.

El problema afecta más a mujeres, hay coexistencia de factores psicológicos, miedo al dolor, falta de control, catastrofización... y no se ve una correlación con la severidad del impacto mecánico.

Los expertos no incluyen en sus pesquisas algo para mí fundamental: 

- Qué le dijeron e hicieron en Urgencias?

Uno está parado en un semáforo y recibe un impacto posterior de otro coche que había decidido saltárselo...

Vienen las ambulancias. Alguien coloca el collarín. Radiografía de cuello...

- Tiene una contractura... esguince cervical... Tiene que llevar collarín. Cuidado con los movimientos del cuello... Tómese estos antinflamatorios y relajantes musculares... Puede que note mareo...

Bien, uno puede ser alarmista, haber tenido estrés en su infancia, abusos sexuales, andar flojo de ánimos... todo eso influye pero además está el profesional. Lo hay de dos tipos: 

Tipo I:  alarmista, intervencionista, agorero, hipervigilante, hiperterapeuta... radiante (rayos X)... 

Tipo II: sosegado, razonable, ponderado, alarmado por el alarmismo...

El Tipo I hace placas, pone collarines y relajantes musculares pero consigue lo contrario de lo deseado: alertar  el sistema nociceptivo de un padeciente sensible. 

El Tipo II desarma con argumentos la alarma y anima al ciudadano a reanudar la vida normal a la vez que le previene de los agoreros...

Los expertos no incluyen en sus estudios el dato de si los padecientes han sido atendidos por un profesional Tipo I o Tipo II. 

- ¿Qué le dijeron en Urgencias...?

Invariablemente a mis padecientes les colocaron el collarín y les dijeron que tenían contractura. Les metieron el miedo en el cuello.

Probablemente sólo veo a padecientes atendidos por profesionales Tipo I. Los atendidos por profesionales Tipo II van a casa sin collarín y sin miedo y es menos probable que se les complique la vida más adelante con el dolor...

Si vas a Urgencias con un "latigazo cervical" te juegas el Tipo (I o II).  

viernes, 24 de septiembre de 2010

Los niños también piensan / Children think, too.




- Cuando era niño YO no pensaba en la cabeza. Sin embargo me dolía...

En ausencia de daño necrótico consideramos que el dolor tiene mucho que ver con el aprendizaje. El cerebro aprende a equivocarse, a activar innecesariamente las áreas responsables de la percepción dolorosa.

Al salir de la consulta, lógicamente, los padecientes le dan vueltas en la cabeza a lo que han oído y su cerebro les presenta todo tipo de objecciones en su tendencia a defender los criterios que han primado hasta ese momento. Una objección frecuente es la de la infancia.

..."Los niños no piensan pero tienen dolor luego no es porque piensen..." "Yo tenía dolor cuando era niño luego esto que me cuenta este doctor no acaba de convencerme..."

El cerebro infantil piensa desde que existe, procesa toda la ingente cantidad de señales que llega a sus neuronas para poner orden, atribuirles significado, predecir consecuencias de cada acción... Todo ello sucede, al principio en el "claustro materno", un lugar protegido, se supone que exento de peligros y, por tanto, de dolor.

Recién sale la criatura al mundo extrauterino empiezan las incertidumbres, los riesgos, las carencias, los miedos proyectados desde un cerebro alarmista y demandante. La función copiadora de nuestras neuronas, la función espejo, reproduce patrones motores de lo que ve, atribuyéndoles relevancia emocional.

La genética impone su ley. El cerebro humano es copiador. Lo dictan los genes. El cerebro del niño capta cuanto sucede a su alrededor y construye programas influido por los sucesos ajenos y las conductas de afrontamiento de los adultos.

La angustia de los padres facilita la angustia de sus criaturas. El consumo de calmantes se contagia.

- El niño tiene migraña. Es genético. La ha heredado de usted.

No tiene sentido analizar el efecto de la crianza a la luz exclusiva de los genes. Si hay una época en la que hay miedo somático y dependencia de lo que hacen y dicen los cuidadores, esa es la infancia.

Un cerebro biológicamente alarmista criado en un entorno de cuidadores adoctrinados en los conceptos y prácticas sensibilizadores de la cultura actual sobre dolor tiene muchas probabilidades de generar encendidos no justificados biológicamente.

El cerebro infantil comete errores en sus ensayos. Es fundamental que los cuidadores le ayuden a corregirlos, ahuyentando el miedo somático, potenciando el autocontrol y minimizando la dependencia de acciones externas terapéuticas.

Hay migraña infantil, fibromialgia infantil, dermatitis atópica, colon irritable, alergias... Lógico. El cerebro está aprendiendo.

- Existe la migraña y la fibromialgia en los niños... luego...

Se concluye, en mi opinión erróneamente, que la presencia de estos padecimientos en la infancia es un argumento que contradice las tesis de los que defienden el origen aprendido, cerebral y refuerza las tesis de la enfermedad.

El cerebro es plástico, es decir, vulnerable, especialmente en la infancia. Cuidemos el aprendizaje del niño. Tengamos miedo a cultivar el miedo biológico, expresado a través de síntomas. No los interpretemos como evidencia de enfermedad cuando no hay evidencia de ella sino como error propio del aprendizaje.

Si potenciamos la idea de enfermedad y luchamos para conseguir la solución externa, terapéutica, convertiremos los errores fisiológicos del cerebro infantil en un horror. Condenaremos a nuestros hijos a algo peor que la enfermedad: al sufrimiento injustificado, ilimitado, irracional, incomprendido, desesperanzado, incluso despreciado...

Piénselo... El cerebro infantil piensa... copia...


***

- As a kid I did not think in my head. But it hurt...

In absence of necrotic damage we consider that pain has a lot to do with learning. The brain learns to make mistakes, to unnecessarily activate the areas responsible for pain perception.

When leaving the doctor’s office, logically the sufferers will meditate about what they heard and their brain will present all kinds of objections in its tendency to uphold standards that have prevailed so far. A common objection is that of childhood.

"Kids do not think, but they feel pain, so they don’t feel pain due to their ability to think..." "I had pain as a child, so everything that this doctor is saying doesn’t really convince me..."

The child's brain thinks from the moment it starts existing, it processes all the huge amount of signals that arrive to its neurons to organize them, to attribute meaning, predict consequences of every action. All of this happens, at first, in the "womb", a protected place, presumably with no dangers and, therefore, no pain.

As soon as the creature leaves the womb to the extra-uterine world, uncertainties, risks, weaknesses, fears projected from an alarmist brain begin. The copying function of our neurons, the mirror function, reproduces motor patterns of what it sees, attributing emotional relevance.

Genetics imposes its law. The human brain is an imitator. It’s dictated by genes. The child's brain picks up what is happening around and builds programs influenced by outside events and copies the adults’ behaviours of response.

The anguish of the parents eases the anguish of their creatures. The use of painkillers is contagious.

- The child has migraine. It's genetic. It was inherited from you.

It makes no sense analyzing the effect of growing up exclusively by genes. If there is a time when there is somatic fear and dependence on what caregivers do and say, it is childhood.

A biologically alarmist brain raised in an environment of caregivers which were indoctrinated in the sensitizing concepts and practices of contemporary culture on pain is likely to generate biologically unjustified switch-ons.

The brains of children make mistakes in their practices. It is essential that caregivers help them be correct, banishing the somatic fear, enhancing self-control and minimizing dependence on external therapeutic actions.

There are children with migraine, fibromyalgia, atopic dermatitis, irritable bowel syndrome, allergies ... that’s logical. The brain is learning.

- There are migraine and fibromyalgia in children... so...

It is concluded, in my opinion wrongly, that the presence of these sufferings in childhood is an argument that contradicts the thesis of those that defend the learned, cerebral origin and strengthens the thesis of the disease.

The brain is plastic, namely, vulnerable, especially in childhood. Let’s take care of the children's learning. Let’s be afraid to them cultivating biological fear, expressed through symptoms. Let’s not interpret them as evidence of disease when there is no evidence of it, but as a mistake of the process of learning.

If we promote the idea of illness and struggle to get an external solution, a therapeutic one, we will turn physiological errors of the child’s brain into horror. We will condemn our children to something worse than disease: unjustified suffering, limitless, irrational, misunderstood, hopeless, even despised.

Think. The child's brain thinks... copies.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Tratamientos / Treatments






- ¿Y no me va a poner un tratamiento? Así, sin más, hablando...?


El comentario puede aparecer tras una hora larga de explicaciones sobre origen neuronal del dolor. Se supone que instruir no es un tratamiento, un enfoque, una opción válida.

Parece, para ciudadanos y profesionales, que debe existir una acción acoplada que dé sustancia al simple discurso instructivo, a la palabrería. Habría que trabajar las emociones, ver a una persona y no sólo un cerebro. Terapias, sesiones, métodos... no sé... algo...

No entiendo bien las reticencias para validar el trabajo cerebral, la reconstrucción del relato que el cerebro va hilando sobre el cuerpo, la relevancia de cuanto ha ocurrido, su origen, su pronóstico, cómo se presenta el futuro.

- ¿Sólo instrucción, reprogramación, cambio de chip...? No servirá. Hay que hacer algo más...

Conceptos importantes como la relevancia del miedo somático (cerebral) a la necrosis como posibilidad, la estructura fóbico-adictiva cerebral, la psicopatología del organismo, el error en la toma de decisión, la disfunción de la detección del error, la culturización... son irrelevantes, al parecer.

El esquema o imagen corporal, cómo evalúa el cerebro el estado del organismo, su vulnerabilidad, influye poderosamente en lo que el individuo percibe como noticia de sí mismo, de su interior. 

- Veamos. Vamos a tratar de acercarnos a la narración que su cerebro ha ido construyendo sobre el cuerpo y sobre su interacción con sus intenciones y proyectos.

Si yo, de entrada, planteara este objetivo, me quedaría en pocos días sin pacientes. Sin embargo debería ser el objetivo principal, tratar de ponernos en el pellejo del cerebro como ámbito de decisiones que nos afectan. 

- ¿Cómo estoy?

- Su cuerpo real está bien, el virtual está profundamente equivocado...

- ¿?

- Le explico...

Muchos padecientes aplican la táctica de Santo Tomás: ver para creer. Si el dolor se va tras la acupuntura, creo en ella, aun cuando luego ya no funcione y dejemos de creer. 

Las creencias son plásticas, adaptables...

En cuestiones cerebrales no sólo hay que ser como Santo Tomás. Conviene completar la estrategia de la validación visual con la de la creencia, el conocimiento: creer para ver... 

A veces para ver hay que quitarse la venda...


***




- Am I not going to get any treatment? Is it just like that, just talking...?

This comment may come up after an hour long explanation of neuronal origin of pain. It is assumed that instruction is not a valid treatment, approach or option.

It seems, for citizens and professionals, that there must be a coupled action that gives substance to the simple instructional discourse, the talk. Emotions should be worked on, seeing a person and not just a brain. Therapies, sessions, methods... I don’t know, something.

I don’t really understand the reluctance to validate the brain work, the reconstruction of the story that the brain is bit by bit writing on the body, the relevance of what has happened, its origin, its prognosis, what the future looks like.

- Only training, rescheduling, chip changing...? It will not be enough. We must do something else.

Important concepts such as the relevance of somatic (cerebral) fear to necrosis as a possibility, the addictive-phobic brain structure, organism’s psychopathology, error in decision-making, dysfunction of error detection, acculturation... are irrelevant, apparently.

The schema or body image, how the brain evaluates the state of the organism, its vulnerability, has a powerful influence on what the individual perceives as news of oneself or of one’s inside.

- Here. We will try to approach the story that your brain has been building of your body and of its interaction with your intentions and projects.

If I started explaining it that way, I would, in a few days, run out of patients. However, it should be the main goal, trying to put ourselves in the shoes of the brain as the scope of decisions that affect us.

- How am I?

- Your real body is fine, the virtual one is profoundly mistaken ...

- ?

- I’ll explain it to you.

Many sufferers apply the tactics of St. Thomas: Believing is seeing. If pain goes away after acupuncture, I believe in acupuncture, even when after a while it stops working and I stop believing.

Beliefs are plastic, adaptable.

In brain issues we not only have to be like St. Thomas. The strategy of visual validation must be supplemented with belief, knowledge: Seeing is believing.

Sometimes, the band should be removed in order to see.